Diario de Cuarentena: No es sí o no.

Hoy se debate el aborto. Y me entristece ver como siempre empobrecemos los debates llevándolos a sí o no. ¿Y el cómo?

Países con muchísima historia y con mejor salud, incluyo casi toda la Unión Europea y Norteamérica entre ellos, permiten el aborto bajo pedido. ¿Esto cercena la libertad de la mujer? No. Pero protege otros derechos. Y algo que no es menor casi todos hasta la semana 12. ¿Porqué creemos tener mejores fórmulas en un país que fracasa una y otra vez?

Estoy tratando de pensar el tema como de salud pública, dejando de lado convicciones personales. Y lo que siento es que saldría una ley basada en muchos datos cuestionables, presionada, terriblemente cuestionada y que desoye a la población en pos de una minoría. Podemos tener una ley mejor.

No quiero que ninguna mujer muera. No quiero que vayan presas. Ni que peligren sus vidas. Tampoco quisiera que ninguna mujer decida sola. No concebimos solas. Me preocupa esta cuestión de demonización del hombre. Un niño se concibe de a dos, las otras opciones están contempladas por ley. Por eso en la mayoría de los países donde está legalizado es bajo pedido.

No es menor lo de la semana doce, ¿vamos a descartar los hijos que no nos gustan? Me asusta la militancia en una ley de salud. La militancia a favor, y la que está en contra. Hay que racionalizar estas cuestiones que son de estado, no de gobiernos.

No creo que porque exista una ley aborte aquel que no lo desea. Pero ¿Qué pasa con los menores que pueden hacerlo? ¿con la influencia de médicos o adultos sobre ellos? ¿Con los derechos humanos del niño? Demasiadas preguntas. Me tomé el trabajo de leer la ley que se discute. Es muy mediocre. Y cuando la vida está en juego no puede haber dudas ni mediocridad. Menos aún falsas premisas. No es por los pobres. No lo es. Hay muchas personas que se posesionan con temas como este, y me asusta la intelectualidad militante, no es una cuestión de pasiones. Es de salud, de derechos y amerita seriedad.

Soy mujer. No siento que mis hijos sean míos. No lo fueron desde su concepción. Esa es mi convicción. No abortaría nunca.

Entiendo otras posiciones, entiendo otras miradas, las respeto. No siento que ésta ley cuide los derechos del niño. No siento que ésta sea la ley para aprobar. Creo en la despenalización, me gustaría una ley que sea bajo pedido, y no por deseo personal.

Mi diario no se basa en quedar bien, sino en tener voz.

Cuando alguien desea algo debe saber que corre riesgos y por eso la vida vale la pena. Paulo Coelho

Diario de Cuarentena: Cuento de Navidad (Dino Buzzati)

El antiguo palacio arzobispal es tétrico y con ojivas, y sus muros rezuman
salitre. En las largas noches de invierno, vivir en él es un suplicio. La
catedral colindante es inmensa, se tardaría más de una vida en recorrerla por
completo, y en ella hay tal maraña de capillas y sacristías que, después de
siglos de abandono, aún quedan algunas prácticamente inexploradas. ¿Qué hará el
día de Nochebuena el descarnado arzobispo completamente solo, mientras la
ciudad entera está de fiesta? ¿Cómo logrará vencer la melancolía? —se pregunta
la gente—. Todos poseen algún consuelo: el niño tiene un tren y un Pinocho, su
hermanita una muñeca, la madre a sus hijos alrededor, el enfermo una nueva
esperanza, el viejo solterón a su compañero de libertinaje, el preso la voz de
otro preso en la celda contigua. ¿Qué hará el arzobispo? El diligente don
Valentino, secretario de su excelencia, sonreía al oír hablar así a la gente.
El día de Nochebuena el arzobispo tiene a Dios. Arrodillado totalmente solo en
medio de la catedral gélida y desierta, a primera vista podría inspirar pena,
pero ¡si la gente supiera! Totalmente solo no está, y tampoco tiene frío ni se
siente abandonado. En Nochebuena, Dios inunda el templo para el arzobispo, las
naves rebosan literalmente de él, hasta el punto de que las puertas apenas
pueden cerrarse. Y, aunque no hay estufas, hace tanto calor que las viejas
culebras blancas se despiertan en los sepulcros de los históricos abades y
suben por los respiraderos de los sótanos, asomando amablemente la cabeza por
los confesionarios.

Así es como estaba aquella noche la catedral: desbordante de Dios. Y
aunque sabía que no era tarea suya, don Valentino se entretenía, acaso con
demasiada voluntad, en preparar el reclinatorio del prelado. Los abetos, los
pavos y el champán no hacían ninguna falta. Ésa sí era una auténtica
Nochebuena. En estos pensamientos estaba, cuando oyó que llamaban a la puerta.
“¿Quién llamará a la puerta de la catedral el día de Nochebuena?”, se preguntó
don Valentino. “¿Acaso no han rezado todavía lo suficiente? ¿Qué mosca les
habrá picado?”. Pese a todo, fue a abrir y, junto a una ráfaga de viento, entró
un pobre harapiento.

—¡Cuánto Dios! —exclamó éste con una sonrisa, mirando a su alrededor—.
¡Qué maravilla! Se siente incluso desde fuera. Monseñor, ¿no me podría dejar un
poquito? Piense que es Nochebuena.

—Es de su excelencia el arzobispo —respondió el cura—. Lo necesitará
dentro de un par de horas. Su excelencia lleva ya la vida de un santo, ¡no
pretenderás que ahora renuncie también a Dios! Y además yo nunca he sido
monseñor.

—¿Ni un poquito, reverendo? ¡Hay tanto! ¡Su excelencia ni siquiera lo
notaría!

—Te he dicho que no… Puedes irte… La catedral está cerrada al público —y
despidió al mendigo con un billete de cinco liras.

Pero en cuanto el desdichado salió de la iglesia, Dios desapareció.
Asustado, don Valentino miró a su alrededor, escrutando las bóvedas tenebrosas:
tampoco estaba allí arriba. El espectacular aparato de columnas, estatuas,
baldaquinos, altares, catafalcos, candelabros y paños, normalmente tan
misterioso y poderoso, se había vuelto de repente inhospitalario y siniestro. Y
dentro de un par de horas el arzobispo bajaría.

Preocupado, don Valentino entreabrió una de las puertas que daban al
exterior y miró en la plaza. Nada. Tampoco allí fuera, pese a ser Nochebuena,
había rastro de Dios. De las mil ventanas encendidas llegaban ecos de risas, de
copas rotas, de músicas e incluso de blasfemias. Pero nada de campanas ni
cantos.

Don Valentino salió en plena noche y se fue por las calles profanas, entre
el estruendo de banquetes desenfrenados. Pero él sabía dónde debía ir. Cuando
entró en la casa, la familia estaba sentándose a la mesa. Todos se miraban
benévolamente entre sí y alrededor de ellos había un poco de Dios.

—Feliz Navidad, reverendo —dijo el cabeza de familia—. ¿Quiere sentarse?

—Tengo prisa, amigos —respondió él—. Por un descuido mío, Dios ha
abandonado la catedral y su excelencia irá a rezar dentro de poco. ¿No me podrían
dar el suyo? Al fin y al cabo, ustedes están acompañados, no lo necesitan para
nada.

—Querido don Valentino —dijo el cabeza de familia—, me parece que ha
olvidado usted que hoy es Nochebuena. ¿Precisamente hoy deberían prescindir mis
hijos de Dios? Me sorprende usted, don Valentino.

Y en el mismo momento en que el hombre hablaba así, Dios se fue de la
habitación, las sonrisas dichosas desaparecieron y el capón asado parecía arena
entre los dientes.

Así pues, don Valentino volvió a ponerse en camino, en plena noche, por
las calles desiertas. Caminó y caminó y por fin lo volvió a ver. Había llegado
a las puertas de la ciudad y frente a él, en la oscuridad, se extendía la gran
campiña, ligeramente blanquecina por la nieve. Sobre los prados y las hileras de
moreras, ondeaba Dios, como si estuviera esperando. Don Valentino se postró.

—¿Pero qué hace, reverendo? —le preguntó un campesino—. ¿Quiere coger una
enfermedad con este frío?

—Mira allí arriba, hijo. ¿No ves nada?

El campesino miró sin extrañarse:

—Sí, es nuestro —dijo—. Todos los años viene a bendecir nuestros campos en
Nochebuena.

—Escucha —dijo el cura—. ¿No me podrías dar un poco? En la ciudad nos
hemos quedado sin él, incluso las iglesias están vacías. Déjame un poquito para
que el arzobispo pueda al menos pasar una Nochebuena en condiciones.

—¡Ni hablar, querido reverendo! ¡A saber qué repugnantes pecados han
cometido en su ciudad! ¡Es culpa de ustedes! Arréglenselas como puedan.

—Seguro que hemos pecado. ¿Pero quién no peca? Puedes salvar muchas almas,
hijo, sólo con decirme que sí.

—¡Bastante tengo con salvar la mía! —rió sarcásticamente el campesino, y
en el mismo momento en que lo decía, Dios se alzó de sus campos y desapareció
en la oscuridad.

Don Valentino se fue a buscar todavía más lejos. Dios parecía volverse
cada vez más escaso. Quienes poseían un poco no querían cederlo, y en el
preciso momento en que se negaban a compartirlo, Dios desaparecía, alejándose
cada vez más.

Entonces don Valentino llegó a los límites de un páramo enorme, al fondo del
cual, justo en el horizonte, resplandecía suavemente Dios, como una nube
alargada. El cura se postró en la nieve:

—¡Espérame, Señor! —suplicaba—. ¡Por mi culpa el arzobispo se ha quedado
solo, y esta noche es Nochebuena!

Pese a tener los pies helados, se echó a andar en medio de la niebla. Se
hundía hasta la rodilla y de vez en cuando caía al suelo cuan largo era.
¿Cuánto resistiría?

Hasta que oyó un coro de voces angélicas difuso y conmovedor y vio un rayo
de luz en medio de la niebla. Abrió una puertecita de madera: al otro lado
había una iglesia enorme y, en el centro, rodeado de algunas velas, se
encontraba un cura rezando. La iglesia estaba llena de paraíso.

—Hermano —gimió don Valentino al límite de sus fuerzas, helado—, tenga
piedad de mí. Por mi culpa, mi arzobispo se ha quedado solo y necesita a Dios.
Dame un poco, te lo ruego.

El hombre que estaba rezando se volvió lentamente. Y al reconocerlo,
Valentino se puso más pálido si cabe.

—Feliz Nochebuena, don Valentino —exclamó el arzobispo saliendo a su
encuentro, completamente rodeado de Dios—. Bendito muchacho, ¿dónde te habías
metido? ¿Se puede saber qué has ido a buscar en esta noche de perros?

Dino Buzzati. Cuento publicado por primera vez en el periódico Corriere della Sera
(25 de diciembre de 1946) con el título “Racconto di Natale”.

Diario de Cuarentena: Recuerdos

Hoy voy a usar mi diario para lo que se usan los íntimos. Lo voy a usar como a los quince, para exponerme. Para mostrarme quien soy, de donde puedo sacar agallas ante lo inexplicable y desde qué lugar provengo.

La vida no es simple, no es lineal, por eso no lo somos nosotros, aquellos que la vivimos. Y vivir es una conjunción de errores, algunos aciertos, y si tenés suerte, muchos aprendizajes que te van llevando, como si el cauce ya viniera marcado, por los espacios que se te abren para ser. Siempre tuve timidez en lo cotidiano, nunca la ejercí. Y con esto quiero mostrar que lo que parecemos no refleja exactamente quien somos. Me viene todo este proceso foucaultiano a cuentas de que cada vez conozco menos a quienes conozco desde siempre. Y no lo vivo con tristeza pero si con cierta suspicacia. ¿Será que soy naif y poco afecta a descifrar al otro? ¿o será que las personas cada vez son menos fieles a sí mismas?

Es un ida y vuelta entreverado el que tengo en las tripas. Me apabulla la ignorancia mía respecto a los que quiero, a los que conviven mi día, a los que piensan junto a mí. Argumento a mi mente que la gente cambia, que los sueños cambian, que la vida esto o lo otro. Pero no me lo creo. Y siento que al fin de cuentas tiene que ver con que ya la engorrosa trama del todo vale ha atrapado a tantos, que voy quedando sola. O con recuerdos maleducados. Termino siendo una pieza de museo con principios que aburren a casi todos y enojan al resto.

Entonces miro el cielo y a mi teclado, en ese orden y pienso que si puedo escribir, todo está bien.

Diario de Cuarentena: Lo que no se ve

En el ámbito económico, un acto, un hábito, una institución, una ley, no producen sólo un efecto, sino una serie de efectos. De éstos, únicamente el primero es inmediato, y dado que se manifiesta a la vez que su causa, lo vemos. Los demás, como se desencadenan sucesivamente, no los vemos; bastante habrá con preverlos. La diferencia entre un mal economista y uno bueno se reduce a que, mientras el primero se fija en el efecto visible, el segundo tiene en cuenta el efecto que se ve, pero también aquellos que es preciso prever.

Esta diferencia es enorme, cuando la consecuencia inmediata es favorable, las consecuencias ulteriores resultan funestas, y viceversa. De donde se sigue que el mal economista procura un exiguo bien momentáneo al que seguirá un gran mal duradero, mientras que el verdadero economista procura un gran bien perdurable a cambio de un mal tan sólo pasajero.

Lo mismo acontece en las ciencias de la salud, las artes y en la moral. Muchas veces, cuanto más grato es el primer resultado de una costumbre, más amargas serán las imprevistas consecuencias ulteriores, como sucede con la incontinencia, la pereza y el asistencialismo, como rutina. Así pues, cuando alguien experimenta el efecto que se ve, sin haber aprendido a discernir los que no se ven, se abandona a hábitos funestos, no ya sólo por inclinación, sino por cálculo. Se acostumbra a recibir sin saber por qué ni si lo merece. Esta teoría de Bastiat está más vigente que nunca entre nosotros. y debemos tener cuidado.

Esto explica la evolución fatalmente dolorosa de la humanidad, que, cercada en su nacimiento por la ignorancia, se ve obligada a determinar sus actos por las primeras consecuencias de los mismos, pues son las únicas que, en principio, puede captar. Sólo con el tiempo aprende a tomar en consideración las demás. Para ello, cuenta con la experiencia y la previsión. La experiencia enseña con eficacia, pero también con brutalidad: haciendo que los experimentemos, nos instruye acerca de todos los efectos de un acto, y así, a fuerza de quemarnos, necesariamente aprenderemos que el fuego quema. Sería mejor utilizar la previsión. Con este fin pretendo indagar sobre las consecuencias de algunos fenómenos económicos, poniendo las que no se ven cara a cara con las que se ven.

Hoy hablan de todo lo que el gobierno ayuda, no se ve todo lo que emite, que es inflación pura, hablan de vacunas, no se ven los negociados, hablan de cuidarnos, no se ve el control. Pero la pregunta es ¿no se ve, o no queremos verlo? Es hora de despertar, en la provincia seguimos en cuarentena, una que nos refleja hasta la próxima navidad. Se unirá la primera ola del virus con la segunda, no se ve el descuido de lo sanitario, la dolencia social, la económica, y el daño moral y afectivo que nos causaron. Pensemos, unidos en un prevenir males peores. Es un pedido y es un deseo, lo que se ve no es más importante que lo no que no se ve.

Diario de Cuarentena: Hacerse cargo

“Si la república es cosa del pueblo, y no es pueblo el que está unido con el consentimiento del derecho y no hay derecho donde no hay justicia, si duda se colige que donde no hay justicia no hay república.”
SAN AGUSTÍN

Ante los nuevos y terribles acontecimientos nacionales voy a dedicar mi diario de hoy a la Justicia y al asqueante doble discurso del gobierno y de muchos de sus fanáticos. Entre ellos los funcionarios que ahorran en dólares y critican al pueblo que se intenta salvar especulando de los embates de una economía dislocada y ambivalente que castiga la producción y premia la delincuencia.

El doblepensante sabe que miente y que ha dicho otra cosa, por eso maneja los recuerdos y los desmiente con cinismo, sabe que está alterando la realidad, pero al mismo tiempo se satisface a sí mismo por medio del ejercicio del doblepensar en el sentido de que la realidad no queda violada.Es decir, para comprender el doblepensar debe usarse la técnica del doblepensar. Para convivir con ellos la alienación de la lógica resulta imprescindible. Uno de los efectos que esta práctica produce en el psiquismo sin dudas es la división de la mente en capas o estratos como si el yo tuviera en su escisión unos “separadores” para no sufrir los embates de las continuas desmentidas a los que se lo somete.

Los que imponen el doblepensar a la población, es decir los que tienen el poder, son aquellos que lo cultivan: aquellos que saben mejor lo que está ocurriendo son a la vez los que están más lejos de ver al mundo como realmente es. Más comprensión, mayor autoengaño: los más inteligentes son en esto los menos cuerdos. Pero ¿de qué hablamos? mentira e hipocresía con su doblepensar y desmentida como una cuestión que apela a un inconsciente, a un autoengaño doblepensante o simplemente a una actitud artera y planificada y pensada para propio beneficio. Es difícil no pensar que se mezclan en mentes encendidas por el amor al poder y la avaricia y que falsas al fin, usan la ignorancia del pueblo como vehículo.

.Si quienes ejercen el poder se conducen así sólo podemos calificarlos de “monstruos”, pero como decía Primo Levi en La tregua: “Los monstruos existen, pero son demasiado poco numerosos para ser verdaderamente peligrosos; los que son realmente peligrosos son los hombres comunes”.  Y aquí está nuestra responsabilidad. Los llevamos al poder, muchos de nosotros, hay que hacerse cargo, no llegaron por la fuerza, la ciudadanía común, tiene que poder reconocer sus errores basados también en una actitud doblepensante , de dos discursos, el que digo y el que hago, la sociedad votante es responsable de que personas de tan baja categoría nos gobiernen. Si seguimos siendo ambivalentes, el país no cambia.

“El Partido os decía que negaseis la evidencia de vuestros ojos y oídos. Ésta era su orden esencial”.

George Orwell, 1948

Diario de Cuarentena: Hogar

«La libertad es el medio no el fin de la política de nuestra Constitución. Cuando decimos que ella ha hecho de la libertad un medio, queremos decir que ha impuesto al Estado la obligación de no intervenir por Leyes ni Decretos restrictivos al ejercicio de la producción, pues en economía la libertad del individuo y la no intervención del Estado, son dos locuciones que expresan un mismo hecho» Juan Bautista Alberdi

Anoche viví un encuentro poético sobre el Éxodo Jujeño, que fue ejemplo de pluralidad, de respeto por la patria, por los valores. Todas las voces fueron oídas, desde las instituciones Belgranianas, hasta la sangre quechua perdida en los intentos libertarios del general. En un hilo histórico y poético se construyó un lazo virtuoso con el pasado, que mejoró un presente donde la libertad es escasa.

Una vez pasado el evento, me quedé pensando en esas voces y las contrapuse al arrebato que intenta el gobierno con la reforma de la justicia federal, como si en este momento nos interesara que algunos corruptos se salven. Los jujeños dieron sus vidas y sus casas por nuestra libertad. Y ahora pretenden salvar a quienes roban a la patria. Porque no presentaron una reforma laboral, ni de ninguna otra parte de la justicia, solo la federal. Manotazos de ahogados de corruptos totalitarios que lamentablemente tienen mayoría dada por un pueblo al que prometieron otras cuestiones. Vivimos un momento de gran avasallamiento a la constitución de Alberdi, que no era un ingenuo soñador. Pero mucho menos demagogo. No pretendía agradar sino asegurar un futuro lleno de garantías ciudadanas. No sólo proponía preceptos sino que dejaba claro los medios para lograrlos, porque conocía el fracaso de otras cartas magnas latinoamericanas:»Así, en América gobernar es poblar. Definir de otro modo el gobierno, es desconocer su misión sud-americana» y añadió: «Para poblar el desierto son necesarias dos cosas capitales: abrir las puertas para que entren y asegurar el bienestar de los que en él penetren, la libertad en la puerta y la libertad adentro«. Hemos hecho tan mal las cosas, que hoy tenemos un país despoblado y un AMBA superpoblado que es sinónimo de esclavitud política y pobreza. La inmensa mayoría de los argentinos provenimos de una inmigración permitida la Constitución que abrazó a nuestros ancestros para que poblaran el país y ellos, con trabajo , ayudaron a edificar esta gran Nación que hace cien años estaba entre las primeras potencias del mundo, una que se fundó con bases liberales, de apertura, de bienvenida, como reza nuestro Preámbulo, «… para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino». Para el Dr. Juan Bautista Alberdi la inmigración significó población,trabajo, ahorros y capitales que permitirían ayudar a comunicar el país con ferrocarriles que nos unificaron y que están hoy parados. Cómo está parado el libre tránsito, la circulación y la libertad. El gobierno argentino está avasallando nuestra Constitución. Atentos. No es una liviandad.

Me considero una persona comprometida con la realidad y de apertura política. No pertenezco a fuerza alguna pero he pertenecido a varias. Creo en los ideales, aunque me importan más los hombres que los respetan y ayudan a construirlos. Doy bienvenida a las críticas, me construyen y me ayudan a crecer. Pero si hay algo que rechazo de plano es la falta de libertad y la corrupción pública. El espíritu de nuestra Carta Magna, no sólo es actual, sino que fue el que llevó al país a la grandeza, a la producción y al crecimiento. Una República debe aspirar al equilibrio entre seguridad jurídica, confianza económica y estabilidad política, estamos con todos los parámetros en crisis. Y le sumo un Estado omnipresente que destruye a quien debe defender. Según Alberdi, el estado debe tener cinco funciones primordiales, tres monopólicas: Justicia, Defensa y Seguridad y dos subsidiarias: Educación y Salud. El Estado debe hacerse cargo de la Educación (Ley 1.420 – Laica y Gratuita) y de la Salud de los más necesitados, recordando siempre que todos los seres humanos hemos sido creados iguales en derecho y distintos en capacidades. Decía con claridad: «El Gobierno no ha sido creado para hacer ganancia sino para hacer justicia. No ha sido creado para hacerse rico sino para ser guardián y centinela de los derechos del hombre».

El populismo actual, que trata de reemplazar el trabajo con prebendas que empobrecen la dignidad y los bolsillos de los necesitados, le dan a nuestra Constitución una vigencia tremenda. Y van por ella. Estamos ante avances totalitarios, de un clasismo intolerable y con embates diarios en los últimos ocho meses contra la libertad.  Recordemos a Alberdi, protejamos nuestros derechos. La libertad genera igualdad, son una, consecuencia de la otra. El Tucumano decía: «Realicen las transformaciones imprescindibles con coraje y determinación. El gobierno anterior no tuvo ese coraje, el actual tiene intenciones descabelladas. Pero los pobladores, nosotros, los ciudadanos, debemos ponernos de pie. No permitamos que nos mientan, no podemos seguir rifando el futuro de nuestros hijos. Es menester levantarnos contra la impunidad, contra el irrespeto a la propiedad, contra la creación de odio al ciudadano que trabaja, que crece, que amerita. No fue así el espíritu que nos transformó en una gran Nación.

Alertemos a nuestros conciudadanos, pongamos un cono de atención contra los que nos quieren pisar. Actuemos en conjunto, con y para los otros, sin odios. Vecino con vecino, en paz. Aprendamos de los norteños. Ellos fueron parte de un éxodo doloroso y trágico que ayudó a gestar libertad. Dejaron su hogar y volvieron a construirlo. Ayudaron a crear una Nación. Y esta Nación es nuestro Hogar. En el que, al menos yo, quiero vivir.

Diario de Cuarentena: PAROLE, PAROLE

Menos mal que el sol viene a darnos ánimo y calidez, porque la realidad es lamentable. Mientras el Ministerio de Salud sigue en manos de alguien que claramente demostró que no puede con el reto, ahora también le pagamos a un «funcionario» de 19 años que dice les pibis, con la tontera que caracteriza a este populismo barato que supone que la inclusión pasa por cambiar una letra por otra de forma arbitraria. Mientras, las mujeres siguen siendo maltratadas, los homosexuales destratados o golpeados y los trans sin posibilidades reales. Pero si les sirve no están solos, los chicos heteronorma son desaparecidos cuando visitan a sus novias.

En cuanto a la seguridad, la pseudo Ministra desconoce lo que pasa, enfundada en su coraza de soy nac and pop pero no me muevo del escritorio, mientras roban a los mayores, balean por que sí, y nosotros estamos aterrados en ciudades vacías de ciudadanos y transitadas por narcos y delincuentes. Las provincias olvidadas hacen lo que pueden, y la de Buenos Aires para Kicilof es sólo AMBA, el resto seguimos pagando altísimos impuestos, gas de oro y luz de platino, a juzgar por su valor y ni hablar de Ingresos Brutos, renta presunta y la mar en coche. Menos mal que ésta gente vino a salvarnos.

Pero no queda ahí, el cerebro iluminado del ministro de transporte, pretende que crucemos el país en bicicleta, pero subsidia a sus amigos locales y nacionales, y ostenta un ministerio que le queda grande, recordemos que no pudo con el transporte local.

En economía, aunque es mejor haber acordado, tardamos ocho meses para darles lo que pedían, el ministro nos susurra pero emite a lo pavote y creen que los ciudadanos productivos vamos a seguir pagando impuestos mientras el resto del país vive de sueldos públicos y subsidios.

La educación, bien, gracias. No importa cuando vuelven las clases, total, los maestros son magos con zoom de 30 alumnos, y los demás, sin conexión o internet, que se jodan. Y socializar, relacionarse, conectar, no importa.

Los jóvenes parece que deben desechar el amor, el conocer a alguien, unirse a otro, relacionarse, y dedicarse a lo virtual, que tan bien les hace. ¿No?

Me disculpo por la descripción de la realidad que vivimos en un día de sol, es que salvo un cumpleaños de alguien que adoro, pero que no puede festejar no tengo motivos para que sea un gran día. Vivo en una república en peligro, sin futuro, y condenada por aquellos que con palabras vanas dijeron venir a ser los que nos salven. ¿De quién? Yo quiero ser libre, lo demás no importa. Me hizo acordar a una canción de los sesenta que decía :

No cambias más… No cambias más… No cambias más…
(Eres mi pasado y mi presente) Nunca más.

Palabra, palabras, palabras…

Diario de Cuarentena: Solo otro ladrillo en la pared.

Un día como hoy, en otra época, donde los jóvenes podían juntarse a crear, se gestó y se lanzó una de las bandas que marcan la adolescencia, es atemporal, única, y sumamente artística: Pink Floyd. Uno de sus temas emblemas dice «No necesitamos que controlen nuestros pensamientos» . ¿Para vos también es sinónimo de libertad?

Tienen razón cuando dicen que como sociedad sólo somos un conjunto, y cada uno de nosotros solo somos otro ladrillo en el muro. Uno de muchos. Solos no llegamos a ser pared. Pero unidos podemos ser muralla. Por eso quiero recordar a Pink Floyd. Además de hacer la mejor música, había rebelión y contenido en sus letras, y tal vez sea bueno que por un rato nos sintamos adolescentes, nos animemos a construir ese muro, ladrillo por ladrillo, que necesita la sociedad argentina hoy. Un muro donde la libertad agite, tenga alas, sea real y contundente. Donde cada vida valga, cada decisión que afecta al otro se piense y donde la magia creativa nos obligue a crear para crecer. Hoy te invito a escuchar estos temas, a bailarlos, y ver si podemos parar a ese maestro interno que no nos deja en paz.

Mi tema preferido es Time y aquí va (no lo traduzco porque no sé si sería respetuoso para sus creadores, pero vos podés hacerlo). Gracias Pink Floyd

Ticking away the moments that make up a dull day
You fritter and waste the hours in an offhand way.
Kicking around on a piece of ground in your home town
Waiting for someone or something to show you the way.

Tired of lying in the sunshine staying home to watch the rain.
You are young and life is long and there is time to kill today.
And then one day you find ten years have got behind you.
No one told you when to run, you missed the starting gun.

Diario de Cuarentena: Lo imposible hoy es necesario

Ya me causa gracia lo de cuarentena, superamos el día setenta, y la ventana me devuelve un día gris. Siento mucha pena por el mundo, que es el mío. Es al mundo a quien siento mi patria grande. Algunos ortodoxos del término creen que no sé quien fue Ugarte, en esa cosa despectiva del que piensa diferente. Conozco el origen de la patria grande, pero no considero que sea acertado. Y en este momento donde el nacionalismo cerrado florece, me atrevo a abrir mis horizontes.

Creo que nos olvidamos como fue construyendo la identidad nuestro país, lleno de colores y banderas, se hizo grande abriendo sus puertas, no creando vallas y cerrojos. Mi familia no vive toda en éste país, Mis orígenes están en Italia, en Líbano, en Ismir, ahora viven en el mundo: Grecia, Brasil, Francia, Nueva Caledonia. Mi sangre es extranjera, mi corazón netamente argentino. Tal vez por eso para mí la libertad es algo que no se da, se tiene. Y aspiro a un mundo donde la libertad sea simiente. Donde los gobiernos comprendan que solo administran, y donde los ciudadanos nos comprometamos a controlarlos.

Ya se que soy utópica, que no existe, te debo parecer una ilusa. Sin embargo, la luz, internet, un cohete espacial y hasta algo tan simple como el agua corriente, fueron utopías una vez.

Te invito a soñar, a pensar en aquello que parece imposible, porque en este momento del país y del mundo, hay imposibles que son absolutamente necesarios.

Diario de cuarentena: No tan distintos

Parece que el otoño se empecina en regalarnos luz. Afuera todo cambia. La gente se mueve más, pero lo hace tan despacio. ¿Adónde van? En casa la vida cotidiana está suspendida, o tal vez supeditada a la media de los profesionales independientes. Nico estudia virtual agronomía, con la falta de compromiso docente que no responde ni consultas ni mail. Yo me enojo y le pido me deje levantar quejas. Él, con una sabiduría milennial me responde que no sirve, para qué.

Y entonces recuerdo mis épocas de militante universitaria, y le cuento para qué. Para cambiar las cosas hay que moverse hijo, hay que pelearla. Nadie te regala nada. También recuerdo al resto de mi generación mirándome como si estuviera loca, pegando carteles y gritando en plazas por la libertad. También pensaban para qué. Claro que la vida nos demuestra que hay un status quo clavado en el poder de turno que no se quiere mover, y que es lo mismo aunque los nombres cambien.

Al fin de cuentas, tantas TICS, tanta transformación, tanto bicho suelto y no somos tan distintos a los del 89, y Burruchaga es un pescado, digo en voz alta. Todos en casa me miran, nadie conoce mucho a SUMO, mi amor me lleva más de una generación y con mis hijos diferimos en tres. Pero hay algo que nos une como familia: no queremos más guerras.

Me levanto y como si fuese un himno les canto sin la voz de Luca, pero con su fuerza:

People moving every day
You know they move so slow
Do they know why they are going?
Do they know why they go?
Look into the book of rules
And tell me what you see
Are you all that different
Are you just the same as me? Waiting for 1989
We don’t want no more warLove is slipping away
It slips away so fast
I always thought that it would
Last and it would last
Look into your book of rules
And tell me what you see
Am I all that different?
Are you just the same as me
Waiting for 1989
We don’t want no more warWaiting for 1989
Burruchaga es un pescado
And shut that door.