Una más una

Contratapa: «Cuentos que cuentan de mujeres, relatos que relatan momentos de la vida de esos seres humanos que se han identificado con el género y lo han convertido muchas veces en destino. Y ahí, la mirada de Soledad se deposita sensible sobre la vida de esas personas que desean, sufren, sienten, descubren; una mirada que, convertida en voz, expresa los límites del género como destino de los seres humanos, y especialmente de las mujeres.
Una más Una nos habla de las cárceles innumerables y constantes, las jaulas en las que a veces caemos, a veces nos construimos y generalmente nos son impuestas desde el nacimiento: el amor romántico, la maternidad romántica, la heterosexualidad como norma, la renuncia a los propios sueños y a lo que nos late en lo profundo, la búsqueda de la felicidad en lo que nos aliena y la violencia, claro, la violencia que todo eso genera. Innumerables cárceles de la modernidad; de algunas escapamos con vida, de otras no.
De todo eso dan cuenta esas historias que Soledad nos trae en su hermoso libro». Lala Pasquinelli

Del prólogo de Silvia Pluis:

Lo primero que me pregunté fue: ¿por qué veintidós cuentos?

Pensé en la figura del Loco del Tarot (22), ese arcano arquetípico que representa el grado máximo de la evolución del ser y la libertad olvidada; en el alfabeto hebreo de 22 consonantes; los proverbios de Ben Sira, 22 en arameo y 22 en hebreo.

Las letras construyen y dan vida a la realidad. Arquetipos, logos y, en el centro, la figura de la mujer.

Lilith. El reflejo más oscuro de nuestra alma. Ese mito arquetípico. Protagonista principal en una de esas historias que necesitamos como humanidad para entender lo que no se puede comprender de otra forma.

Lilith. La primera mujer, la que fue hecha a la par del primer hombre, Adam. “Varón y hembra los creó”, dice el mito de origen. La que saca lo escondido de todos, y junto con eso sale la fuerza del cambio y la transformación. La que tiene la fuerza para decir “no” y asume el precio del silencio. Tomar la decisión de ser y cortar el ciclo de mujeres sufrientes, de eso se trata.

Lilith es la serpiente que ofrece la manzana a Eva (mujer costilla). La mujer independiente, perdición de las esposas sumisas.

Una más una describe veintidós “Lilith” miradas desde diferentes momentos y lugares. Y como bien dice su autora: “En este libro me animo a exorcizar historias que permitan crecer”. En lo personal, me quedo con uno de los finales de “Prueba y error”, un maravilloso relato de este libro: “Somos la guerra perdida, el desencanto, la pesimista enmienda detrás del horror. Somos propios por descarte, por definición. Perdemos en el “pudo” la esencia de nuestra corporeidad, tal vez para volver etéreos una y otra vez a vivir la misma vida”.

Sandalias Santas: amor y cerezo

Una Historia de amor que nace en una primavera japonesa y como los cerezos en Tokio florece en una travesía interior de los personajes; un paso, dos o miles, que los llevan irremediablemente al amor, Sandalias Santas es el camino de un hombre y una mujer tras la felicidad.

Fragmento:

«Tokio es único en abril: mientras nacen las frágiles flores del cerezo, los rincones antiguos de la ciudad guardan la Historia y la cultura de siglos».

Ángulos

Del prólogo del libro

«Desde Ángulos, Soledad Vignolo se anima a rimar varios de sus encendidos versos, en tiempos en que parece mal visto emular a Rubén Darío o a Becker. Define el momento con una oscura sentencia que sólo se permiten los que están seguros: “el cambio de decena se hace secular y silencioso. / Pero no aburrido”. Se para del otro lado del espejo para alertar: “Si estás quieto la muerte te arrebata, te quema aún verdoso, te saca”. Por eso, su receta sin pudores incluye acordes stoneanos y guerra de corazones sin cruzada, “tango cruel y rock violento”. Disfruta el desnudo completo e irreverente de su alma. Y vuela libre en el “intenso viento de la vida”, para aspirar la magia de lo nuevo y compartirlo con sus lectores. Soledad levanta banderas en momentos plenamente aciagos, para volver a creer en crecimientos y acertijos, o para gozar de maremotos de sueños a medio construir. Para ser feliz con ojos bien abiertos. Y vivir».