Al pie de la escalera

«El frío llegó tarde aquel otoño y a los pájaros cantores los cogió desprevenidos. Cuando la nieve y el viento empezaron a ser intensos, demasiados habían sido engañados para quedarse, y en vez de partir hacia el sur, en vez de haber volado ya hacia el sur, estaban acurrucados en los jardines de las casas, con las alas ahuecadas para conseguir un poco de calor. Yo estaba buscando trabajo. Era estudiante y necesitaba trabajo de canguro, de modo que pasé algún tiempo caminando por esos atractivos pero invernales vecindarios, de entrevista en entrevista, al tiempo que inquietantes multitudes de petirrojos picoteaban la tierra congelada, pardogrisáceos y desvalidos —aunque qué pájaro no parece, incluso en las mejores de las circunstancias, algo des

Moore, Académica de las Letras de América, intenta, en esta novela, mostrar el ser americano promedio en la vida de Tassie, una chica de pueblo del Medio Oeste que vive con sus padres y hermano; se marcha , a la universidad con sus valores a cuesta, quiere madurar y crecer. Allí conoce Sarah, que buscaadoptar a un hijo, la contrata como niñera hasta que el pasado lamentable de la mujer aflora y desestabiliza la adopción y el trabajo de Tassie. Los secretos de los personajes, su empleadora, su esposo, el chico con el que sale, dejan ver más que lo que la propia autora nos permite. Moore dejo claro que pretendía con esta novela “dar un pequeño golpe bajo a la vida estadounidense”. Y lo hace, es terriblemente crítica, con el humor interesante de la autora, tal vez repetitiva en sus descripciones contexturales, pero sin dudas hace pie con un criterio brillante y mordaz en el tema que aturde a la literatura norteamericana, que es el racismo. También utiliza el tema de la adopción y no escatima en dejar posición sobre el comercio subyecente.La peor hipocresía burguesa queda expuesta en la obra realista, descriptiva y concreta y en la magnífica prosa de la escritora que nos permite ver sin velos la miseria de la sociedad. Narra tan bien, utiliza el showing con maestría y así nos muestra escenas memorables.

Es una novela franca, y lastima, pero tiene un cariz humorístico que permite al lector no desfallecer ante la brutalidad de algunas conversaciones que acontecen. Las comparaciones son hitos en el texto y nos muestran como somos los humanos ante los otros de manera brillante. Es de lectura ágil, sin desperdicio, pero aún así siento que Lorrie Moore es mejor cuentista, las historias en sus relatos tienen un peso que no logra de la Sarah y Tassie, a pesar de los dimes y bemoles que las interpelan. Es una buena novela pero lo que muestra ya lo hizo Roth o Carver, la diferencia es su voz irónica, divertida que vuelve menos trágica la negativa realidad.

Un párrafo especial mereces las conversaciones del grupo de apoyo que están tan bien logradas que molestan, y nos interpelan como sociedad. La guerra, la muerte, el amor, la traición y la hipocresía. Tiene todo, Lorrie Moore no decepciona. Una buena lectura para iniciar el otoño.

Yoro

Marina Perezagua nació en Sevilla (1978), donde se licenció en Historia del Arte por la universidad pública de su ciudad. Ha sido profesora de lengua y cultura españolas en Lyon y Nueva York. Actualmente se dedica a escribir, y desde hace quince años reside en Queens, New York. Y está trabajando en su doctorado por Stony Brook University. Su primera novela, Yoro (2015), ha obtenido el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, el principal galardón literario de literatura escrita por mujeres en lengua española. Ya ha sido publicada en traducción al portugués, y está en curso de traducción al inglés, alemán, italiano, polaco y húngaro. En septiembre de 2016  ha publicado una segunda novela, Don Quijote de Manhattan. Sus primeros libros fueron las colecciones de relatos Criaturas abisales y Leche. En Perú (Ediciones Peso Pluma) y Cuba (Ediciones de La Luz) se han publicado sendas antologías de esos dos volúmenes de cuentos. Y Leche ha sido traducido al japonés con el título de Little Boy. Toda su obra ha sido publicada originalmente por Lince, una editorial independiente de Barcelona.

Marina Perezagua obtuvo el Premio Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2016 con Yoro, su primera novela. Yoro nos zambulle desde su nombre, en lo ambiguo, en aquello que no tiene porque ser lo que creemos. Yoro es una reminiscencia de un nombre japonés, pero también nos remite al verbo llorar, desde su título la novela viaja entre las amplitudes oceánicas que propone la autora, y atrevesamos con ella hechos históricos, países, tiempos, nuevos géneros, identidades, mundos diversos e inexistentes que tal vez sí existan, que quizá no somos capaces de ver. Hay tal unicidad en su obra que llegamos a creer que podemos ser todo lo que deseemos, mezclándonos, fluyendo, primigenios y evolucionados llenos de coronas remanentes, capaces de cambiarnosla en la cabeza del animal que ese día a esa hora, deseamos ser.

La historia iniciad el día en que se lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima. El personaje principal pierde el sexo y a partir de alli su vida tiene una meta concreta: recuperarlo, por medio de operaciones, peregrinaciones, mutaciones, locura. Y a su propia búsqueda le suma otra, que no le pertenece, pero la adopta, tras una hija perdida que tal vez hubiera sido suya, o es ella misma niña, buscándose.

Los nueve capítulos, como la gestación, van desde 1942 hasta 2014. La historia de la humanidad nos violenta en cada uno de ellos, el ser individual pisado, la tortura, el horror contra el hombre y el horror del hombre, y violaciones de todo tipo, degeneraciones, abusos, descomunales trasgreciones hasta llegar a la propia Yoro expuesta en un zoológico, como ese otro raro al que observar. Yoro es un compendio de denuncias sociales, desde las minas de África a México, todas denuncias que arden como Hiroshima, pero escritas con tal talento literario que son homenajes en palabras a cada víctima. Desde el principio sabemos quién es, porque no hace falta principio ni fin, la obra es circular, la tensión de la trama y del texto nos vuela la cabeza para liberarnos, para reconocernos en lo andrógino, en lo hermafrodita, en la conciencia de cuan degradados nacemos y morimos, pero también cuan sagrados somos. La H de humanidad abruma y desconcierta, y nos trae a cuenta la pulsión erótica de la dupla vida y muerte, es difícil, distinta, única.

Es increíble la poesía de la autora para tan desgarrador texo, es un libro que late, está vivo, se atreve a todo, y de lectura obligada si te interesa la buena literatura.

El guardián de los cerdos

¡Qué bien escribe Sebastián Grimberg!

Es imposible no volverse parte de esos mitos en cursiva que nos van llevando adentro de la tierra guaraní. La novela propone una doble lectura en muchos sentidos, habla de amor y desamor, de paternidad deseada y obligada, de violencia y protección, del dolor que nos envuelve evitando que veamos el de los otros. Y además nos introduce en la historia del Caudillo Andrés Guacurarí y Artigas, «Andresito» sin siquiera un respiro.

El fraseo pulido de la novela la vuelve ágil, liviana y eso es difícil si se tratan profundidades como las que el autor propone. La novela es terrenal pero también es mitológica y podría decir que cuenta con un erotismo rural pocas veces logrados. Y ahí hallo el punto de conexión entre el título que propone Sebas Grimberg y las pinturas de Paul Gauguin, El guardián del cerdo, Los cerdos, con toda la simbología que implica la comparación. Las nucas de Gauguin son los ojos como huevos de Grimberg, las espaldas desnudas también fluyen, la libertad es una búsqueda constante.

Uno va leyendo esta novela y se va llenando de exhuberancia, pero no es exagerada, al contrario, tiene el equilibrio justo para sorprender con lo sugerido, con lo mostrado. Los personajes, impecables en su construcción, desde Manuel al Taíta, pasando por Giselle, Carmen, cada uno de los que aparecen, con o sin nombre propio, podemos verlos, tocarlos, son alcanzables.

Recuerdo que en una lectura en Palermo que hicimos juntos Sebastián Grimberg leyó un capítulo y me quedé atrapada pidiendo más, así que apenas hubo pre venta me anoté para comprar la novela. ¡Qué suerte leerla! tiene todos los condimentos para que nos quedemos prendados: buena prosa, gran historia, capas y capas de vidas, la velocidad de la lectura corresponde al deseo, ese que Grimber imprime en su texto, interés constante, tensión necesaria, en fin, literatura.

Busquen El guardián de los cerdos. Debe ser leída.

Hágase usted mismo

You can be anything you want to be
Just turn yourself into anything you think that you could ever be
Be free with your tempo, be free, be free
Surrender your ego, be free, be free to your
self

Innuendo, Brian May / Freddie Mercury / John Deacon / Roger Taylor

Hágase usted mismo (Tusquets Editores, 2018), es un novela que nos va llevando, con claridad, en forma sencilla por los vaivenes de la historia de un hombre que parece fóbico y descolorido y que se está escapando a la Patagonia, donde residía sus abuelos, buscando allí “el único lugar donde fue feliz”, y encontrando el silencio y el vacío total. Vamos y venimos con su mente hacia el pasado, musicalizado nada menos que con Queen, pero como si fuera una capa más violenta y perturbadora, este hombre y el autor nos llevan a presenciar un film que se gesta a medida que avanza la novela, uno que sueña, como cineasta neurótico, el protagonista exiliado en el sur.

Este hombre supo ser conferencista motivacional, pero desconcertado entre sus miedos y su supuesta enfermedad, corre tras la utopía del campo como espacio sanador. El pueblo de la familia es San Benito, para el protagonista es el lugar donde tal vez “pueda empezar de nuevo”.

Es muy interesante el juego constante entre el guión que escribe el protagonista y la historia de su vida, que nos pasea arbitrariamiente y con maestría por la evocación pretérita para despojarnos y dejarnos ahí, junto a la casa de los abuelos vacía, esperando que la retama no muera, que el manzano no se caiga, que lo onírico se vuelva cierto y se despunten las ideas que brillan en la mente densa y melancólica de este hombre, que nos deja atestiguar su destrucción.

Las supuestas anotaciones Maqueira las intercala con los capítulos, y estos fragmentos que nos quiebran la lectura se hilvanan sin embargo con algunos pasajes Fellinescos, y además nos pausan la lectura, nos obligan a volver, como el protagonista, al pasado cercano, a los recuerdos, a ese revivir lo infantil idealizado para no hacerse cargo, para no ser.

El personaje principal de Hágase usted mismo, escapa de la capital y de una novia sádica, pero resulta interesante ver que además busca un eureka, una reset a su vida que le permita equilibrarse, y como lectores, lo vemos desbarrancar, literalmente, ya que este hombre sin bordes, dominado y abrumado por la vida sube la pendiente más de una vez. Tiene muchas metáforas, incluso el disparador de una nueva historia es un disparo real, la letra de Innuendo marca el leiv motiv de la historia, una historia muy bien narrada, quer es capaz de unir lo santo y lo procaz sin descontrolarse.

Buena obra, buen autor.

Una reina Perfecta

«El hombre está perdido, no tiene a donde ir, no tiene casi ni mujer. Todo eso sabe ella con sólo mirarlo».

Una reina perfecta-Inés Garland

La literatura de Garland es irresistible. Este libro, publicado en el año 2005 y reeditado, las mujeresprotagonizan historias en todas las edades de la vida, y lo hacen desde un lugar que no intenta quedar bien con los cánones de moda. La autora fluye en sus historias como un cauce quer permite una lectura relajada, atenta, diría que trata al lector amorosamente. Narrar bien los simple es muy difícil, y hacerlo con registro poético sin caer en lo cursi, mucho más. Inés Garland resume la buena literatura clásica, prolija, bien narrada, con una cuota de novedad en el registro de hechos cotidianos.

Los trece relatos que integran Una reina perfecta  tienen la sencillez de lo verdadero, y y Garland se las trae con todo tipo de situaciones que resuelve gentil y eficaz, atmósferas densas, complicadas historias de vida sin contar demás, sin descripciones tortuosas, con lo necesario y las herramientas justas para que la literatura sea.

Los problemas de estas niñas, o mujeres de Garland se nos meten en la piel, podemos sentir con las protagonistas los vaivenes de sus vidas. Y nos muestra lo rídiculo del ser, pero sin crítica, simplemente narrando, como si la vida perfecta fuera la que nos cuenta, la de las mujeres en busca del amor, la de las hijas deseando padres, la de los tiempos sin tiempo, las que pueden valerse de un gesto para construirse y cito:  «Pero lo único que podía pensar, que se me repetía como un mantra, era ‘por fin’, ‘por fin’. A mi vida siempre le había faltado humor: el humor apasionado que promeían las comisuras de la boca de Adolfo». 

Una reina perfecta ganó en 2005 el premio del Fondo Nacional de las artes y fue publicado por primera vez en 2008. Reeditado por ClubCinco editorial y se agradece,

La autora construye desde lo no dicho, o mejor aún, desde lo apenas sugerido, como si esa pequeña punta de iceberg que nos muestra sostuviera la vida misma. La vida de las mujeres, es más. Inés Garland escribe con la crueldad necesaria, la soledad equilibrada, la tristeza en proporción justa, con escenas contemporáneas pero a la vez universales. Se sale del corredor de la búsqueda de formas nuevas para poner el foco en la claridad y potencia de historias de vida que se vuelven piel, que nos anidan y en especial a las mujeres, nos interpela.

Los relatos son complejos y los recursos son mínimos, es estoica la escritura de Garland, que por momentos tiene vetas de Silvina Ocampo, en ese afán de no decir todo, de no cuestionar a los personajes, en la búsqueda de lo simple como sinónimo de calidad.

Les regalo un párrafo y recomiendo con fuerza esta colección de cuentos entrañables: “Mamá es una actriz atrapada en la vida de una esposa cualquiera y está convencida de que la miran permanentemente. Por eso está siempre impecable y no haría nunca nada que no pudiera ser tapa de revista.”

Una reina perfecta. Cuentos perfectos.

Una casa llena de gente

Una casa llena de gente  es una historia en coro, que narra la historia de una relación madre hija Charo-Leila en la vida cotidiana que se desarrolla entre citas muy atractivas, muchos libros, un ambiente intelectual que choca con vecinos opulentos o perdidos, y entrelaza a Musil con Sting, a Vila-Matas con Perec y a una Granny intolerante que pretende de su hija lo que no es ni desea ser.

Charo, que es dramaturga en su adultez, recibe de su padre el legado de Leila, escritora frustrada, que usa su pasión literaria para escribir su voz en esta historia, una voz que acabó en el sótano hasta su muerte, empaquetada en cartón. Los diarios, cartas, fotografías y películas que deja su madre le abren la puerta al alma de esa mujer que la marcó pero que recién ahora podrá conocer.

Es interesante como Sández utiliza los testimonios alternado los personajes de la historia, como si nuestras vidas y las de los Almeida y su familia y vecinos fuese una crónica. Termina siendo una sutil metáfora de la casa, la vida, la muerte, el amor, la familia, las infidelidades, pero por sobre todo la novela honra a esa madre, y con ella a la literatura.

Una casa llena de gente «crece y avanza, a veces silenciosamente en las voces de los personajes, en las cartas de Leila a Charo, que nos devuelve el pasado rompiendo el orden temporal; y cierto grado de tensión que trae a la novela algo más que cuestiones afectivas, para volverse, sobre el final, una historia que nos atrapa, con suspenso incluido en lo que de verdad pasa entre las paredes mal construidas de un edificio que por momentos se vuelve de papel.

La relación madre y su hija, primero con Leila y Charo, y luego con Leila y su propia madre “la Granny” se lleva la parte más interesante de la novela, pero también es clara la tensión entre las familias del llamado “sandcastle”, muy particularmente entre y los Vilendi, destaco la voz de Gloria, bien lograda y construida como personaje en todos los aspectos.

Mariana Sández (Buenos Aires, 1973) es también autora de Algunas familias normales, pero hoy recomiendo Una casa llena de gente” (Impedimenta), que nos va a hacer presenciar cómo una hija adulta, pone a prueba su memoria perceptiva infantil para pararse sobre la herencia de una mujer, su madre, que fue más importante de lo que ella y su hija misma pensaban. De a poco, la novela, sin estridencia, nos va tomando como lectores para resolvernos las dudas en las treinta páginas finales, que hacen las veces de justificación y sostén de tantas voces, tantos recuerdos y de una historia mínima, que al fin de cuentas, es universal.

La presa

La presa, una de las mejores novelas de Kenzaburo Oé, logra amalgamar el realismo crudo y olorosos de los ambientes del autor, con lo simbólico y las capas poéticas de la historia, la humanidad expuesta que propone sin eufemismos, está tan bien plasmada que lo perverso, la edad de transición, donde perdemos la mirada inocente y la ridícula conducta adulta descuidando la infancia hacen daño. Porque Oé tiene una magnífica prosa que nos hace estrellarnos como ese avión en la guerra del Pacífico. Nos volvemos primates, niños, negros de su mano y nos suelta de golpe para que caigamos en cuenta. La adoración de los niños por el soldado negro, no exenta de crueldad, lo vuelve totem, ídolo, animal dios.

Esta obra de pocas páginas, habla de la Segunda Guerra Mundial, cuando un avión americano se estrella en un pueblo rural en Japón. Es una zona sin tiempo, aislada por las lluvias, y al soldado lo encierran en un sótano que pasa a ser sitio de juego, de miedos, y a la vez de aprendizaje. Kenzaburo Oé (Oshe, 1935) es una de las voces imperdibles de Japón y Premio Nobel de Literatura 1994, que se le otorgó con la siguiernte argumentación: «la fuerza poética con que ha creado un mundo imaginario, donde la vida y el mito se condensan en una imagen estremecedora de la situación del hombre en el mundo contemporáneo». Deberíamos leer toda su obra, para aprender de la belleza de sus textos, de la disciplina especial de sus construcciones y de la solvencia con la que escribe.

La presa es un claroscuro entre lo rural y lo urbano, en el que la naturaleza sobresale poéticamente y a la vida cotidiana de un pueblo que a pesar de su aislamiento cumple con honrar cada jornada. La distancia que crea entre los dos mundos, el adulto y el infantil, vuelve brusco el paso de uno de los niños de un mundo a otro, producto de la experiencia que vive con el soldado negro, simiente del cambio y de otros probables y no descriptos. La guerra envejece, sin dudas, y Oé lo describe en forma impecable.

El autor plantea un juego de emociones, la excitación, el miedo, el recelo y la confianza que mata la niñez. Todo contado en forma virtuosa, con imágenes sutiles, con la prosa justa, sin tomar posición ni reflexionar, narrando.

La presa  es una novela corta, que cuenta una anécdota para hablar de la vida, de la muerte, de la discriminación y de los sueños, una gran obra, que espero lean muchos escritores, porque es modelo a seguir. Recomiendo la novela, y descarto el interminable y explicativo prólogo.

La tierra hundida ya vuelve a levantarse

La tierra hundida ya vuelve a levantarse, del escritor inglés M. John Harrison (Rugby, 1945) y traducida con la eficacia de Cohen, no es una obra sencilla para ubicar en un género. Pensamos en ciencia ficción pero no lo es, a pesar de sus premoniciones futuras, y además no es de este género porque no cumple con lo que se espera. Es mucho, muchísimo más, porque la historia la vemos según la mirada humana de sus dos personajes principales, Shaw y Victoria.

Shaw se recupera de una crisis nerviosa. Se muda a una pensión, consigue un trabajo en una cocina montada en un barco en ruinas y conoce íntimamente a Victoria, una mujer se presenta como a alguien que vio su primer muerto a los catorce años. Shaw tiene una vida. O algo así, pero su trabajo lo involucrará en una teoría extraña que, en las noches junto al río, parece cada vez más real. Uno de los primeros encargos de su jefe es asistir al juicio público de un hombre que afirma haber visto extrañas criaturas acuáticas en el inodoro de su baño. Victoria, en cambio, abandona Londres y se va a vivir a un pueblo. Quiere renovar la casa que heredó de su madre, vivir en la naturaleza, hacer amigos. Pero el día a día del poblado la atormenta,: qué le ocurrió a su madre? Cómo puede ser que su nueva amiga desaparezca delante de su vista en un estanque de agua? Por qué los vecinos parecen actuar extraños? Shaw y Victoria acumulan. El estado mental de ellos, define la historia, sus manías, sus depresiones, sus manipulaciones incluso, esas psiquis privadas que pueden como un gran tsunami a dúo desarticular cualquier teoría que en la lectura nos vayamos construyendo. Y hablo de tsunami porque el agua sube, nos hunde, nos trae nuevos seres y nos ahoga durante toda la novela, el desastre no puede evitarse, y más leemos, más enigmático se vuelve todo, no hay soluciones, no hay respuestas. Con los vaivenes mentales de los protagonistas, incluso los secundarios, se va escapando el planeta, insalvable, recurrentemente asediado por el agua, como nos enumera Harrison sin escrúpulos, una y otra vez. Y no solo los protagonistas nos lo dicen, el narrador en tercera persona nos plantea un “desteñido paisaje psíquico” y nos muestra con claridad brutal como Shaw o Victoria se sienten y se ven ante esas escenas irracionales a las que a veces tildan de pesadillas. La inundación va a ocurrir, Noé no aparece, los dioses ya nos abandonaron, los supuestos monstruos acuáticos, los peces, las algas, las peceras, las cascadas, todo nos hace tragar agua, de la manera más dolorosa, lo inefable está presente porque no hay respuestas.

La tierra hundida ya vuelve a levantarse, celebrada unánimemente por la crítica, ganó el premio Goldsmith a la ficción innovadora y significó la consagración definitiva de M. John Harrison, maestro indiscutido del fantástico y lo inquietante

La tierra hundida… no logra el cometido, no se alza, la humanidad cae en quimeras, los ríos se alzan, las casas se humedecen y derrumban, las personas pueden desaparecer en charcos -tal vez como siempre- y Londres se vuelve fango, los pueblos también, la destrucción es inherente a la depresión poscapitalista que nos subyuga, y cada vez la incomunicación se vuelve la realidad más concreta, las relaciones no se dan, los encuentros virtuales se cortan, los mails no llegan, las palabras nos mienten. Todo es desasosiego, desesperanza, el título tiene una cita de C. Kingsley: “ya vuelve a levantarse” que viene a confirmar el final, uno no narrado, tal vez temiendo construir una realidad que se viene, no importa que hagamos.  La tierra hundida ya vuelve a levantarse, nos deja como testigos a todos nosotros. Testigos de lo inevitable.

Las tierras arrasadas

Novela ganadora del IX Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska.

Esta novela trata el drama de la migración con la fiereza y la hermosura del tránsito, en un lugar en donde la miseria humana se vuelve espacio y especie y en donde el amor tiene lugar a pesar de.

En la oscura selva varios reflectores apuntan a un grupo de inmigrantes, los atacan es sorprendido y atacado por otro grupo de hombres y mujeres, esclavos de sus historias.Una road novel que atraviesa una nación donde las personas son moneda de cambio, la violencia es el hogar de la historia humana y nada parece que pueda cambiar, en ese sitio Emiliano Monge brilla.

Lo peor de nuestro siglo, hehco novela, las bajezas terribles y el desasociego sin embargo, no puede con el amor: ek de Estela y Epitafio, jefes de la banda de secuestradores, terribles, despiadados y amorosos por igual. El estilo concluyente de Monge, de nivel superlativo nos atrapa en esta historia que documenta y ficciona, para crear una trama impresionante. Las voces inmigrantes van gesgranándose, los protagonistas también, nadie gana, nadie puede ser libre en ese horror.

Las tierras arrasadas habla de la violencia, de la decadente condición mercante de las personas, de la muerte como redención y de la esperanza incluída en el holocausto constante de estas vidas perdidas.  Nadal Suau en El Cultural, define con perfección la novela“en Las tierras arrasadas se nos explica la historia de una pareja de enamorados que viven al margen de la ley, capturando a hombres y mujeres que huyen de la historia de sus países miserables y topan con hombres y mujeres como ellos, Epitafio y Estela, dispuestos a despojarlos de identidad, humanidad o futuro. Sobre los protagonistas se teje una traición de tragedia clásica o shakespeariana, con sus epítetos épicos y su final terrible y metafórico; a su alrededor, la corrupción del país envuelve a las autoridades, el ejército y los parias desesperados por igual; bajo sus botas, sigue asfixiándose una corriente infinita de nuevos esclavos sacrificados en nombre de una esperanza falsa”.

Monge es tan personal como Bolaño y ese estilo indiscutible del autor es lo que erige la novela, sin desmerecer la trama, es un placer leer tanta maestría, tanto detalle y una prosa que no puede ser mejor, la hermosura en el espanto, eso logra Monge con su modo de escribir. Dice Ernesto Ayala-Dip en Babelia, Monge actúa con “la voluntad de hacer de la novela sobre la violencia en su país, un ejercicio no solo de denuncia y testimonio (que también), sino sobre todo de subversión de la lengua, como si la escritura tradicional ya no sirviera para representar las nuevas formas de violencia humana (… ) la forma y la escritura que mejor cree Monge que encaja con ese material humano inefable consiste en quebrantar el bello estilo y reemplazarlo por un discurso narrativo contaminado de slang, de feroz cinismo y de esa metódica inhumanidad, que el lenguaje coloquial absorbe, y que se va extendiendo por el mundo, llámese narco, yihadismo o terrorismo de estado”.

Pero además el autor usa citas de la Divina Comedia, que se intercalan en cursiva como un respiro que al final, termina siendo ahogo. Porque la novela denuncia, las migraciones mafiosas, la trata, el desquicio político social, el autor nos interpela y concluímos su obra con la ira en la lengua, capaces de volvernos Epitafios o Estelas, solamente para creer que el amor existe.

Es inmensa. Gran autor.

Un Amor

“Fuera el silencio no es como esperaba. De hecho, no es silencio. Hay un rumor lejano, como de carretera… También se oyen grillos, ladridos, el claxon de algún coche, los gritos de un vecino arreando el ganado, ya de recogida”

Sara Mesa (Madrid, 1976) es una autora relevante en la literatura española contemporánea. Su obra, profunda, comprometida, de una exigencia a veces brutal viene rompiendo cánones. Si bien nació en Madrid, pero su familia se trasladó en su infancia a Sevilla, donde se crió,y vive hasta hoy. Estudió Periodismo y Filología hispánica. Siembre fue lectora pero escribe desde los treinta.

En esta novela ultra galardonada, Nat, la protagonista, escapa de la ciudad y de sí. Busca tranquilidad para una traducción en la que trabaja. Pero la paz no llega, y queda enroscada en situaciones incómodas e inquietantes que lastiman su frágil equilibrio emocional. Se deja llevar por el miedo al casero, juzga y es juzgada por sus vecinos; excepto Peter, un personaje que no es tal, construido con maestría en su ambigüedad.

El alemán, un vecino duro y enquistado es con quien se relaciona de una forma atractiva para el lector, aunque llena de vertientes obsesivas para la protagonista. Nat es habitada por cada vecino, es espejo de ellos, y en el caso de Andreas, el alemán, incluso es vulnerada. Es que aún viniendo de un mundo de independencia y cultura, ella se precipita en conductas básicas, rusticas, machistas y hasta promiscuas con tal de pertenecer.

La casa es un protagonista más de la novela, por ella y en ella se juegan miedos, renuncias, secretos y también aparece la inocencia pendenciera de Nat respecto al pueblo, representada en los objetos, las plantas, los movimientos. Cada párrafo dedicado a esa casa nos habla de ella y su vida, de ella y su interior complejo.

Ella es extraña entre extraños, elije a un perro que también se le impone, no logra comprender, no encaja, ¿encajaba antes? ¿en ese mundo ordenado y citadino del que huyó ante el primer error? Tal vez Nat nos representa porque es universal, contradictoria, humana, voluble, neurótica e infeliz como nosotros. Su sumisión también engendra violencia en el lector, lo emociona, lo interpela, y lleva a la trama de tal forma que a veces nos sentimos Nat, nos preguntemos que hacer, como vivir, donde está lo buscado, cómo seguir.

Sara Mesa nos propone una lectura ágil y reflexiva, con un dejo de Lispector en su prosa. Sugiero una lectura intensa y aplicada, para esta novela exquisita, llena de nuevos encuentros y giros que la autora logra en su voz y que la vuelven única.