Cuentos íntimos

Katherine Mansfield desarrolló, que suele ser considerada la rival literaria de Virginia Woolf, es una escritora singular, con una prosa tan propia que la transformó en la gran maestra de la subjetividad. En sus cuentos, incluidos los de esta antología, las emociones, los sentires de cada uno de los protagonistas, aquello que los conmueve, aparecen rompiendo barreras con lo cotidiano de una forma que estremece al lector. Sus tranche de vie, al mejor estilo Chéjov, que parecen espiar las escenas del día día conforman una sutil obra que tiene la debilidad necesaria para mostrar cuan feroz pueden ser los textos de esta escritora imperdible.

La obra Mansfield es una de las más interesantes y singulares de la literatura inglesa del siglo XX. Cuentos Íntimos es una antología que los va a acercar a esta autora que pudo demostrar que el centrismo heteronórmico de su época, en el que la mujer era sinónimo de intimidad, no podía evitar la transcendencia vital y libertaria de esa misma intimidad. t. Entre las mujeres de sus cuentos nos sorprenden las epifanías cotidianas, pequeños destellos domésticos llenos de fábula y de transformación, pero a la vez cuestiones indecibles, como si la rebelión invisible de todas y cada una de las mujeres del mundo fuera escrita por Mansfield.

Sus personajes femeninos dan batalla a los preceptos de la burguesía . La autora nos deja espiar el momento cultural en el que a las mujeres se les destinaba la pasiva intimidad. Mansfield dejó de ver a su madre (que había querido un hijo varón) en 1910 y se casó dos veces; primero con George Bowden, al que abandona la noche de bodas, y luego con el que fue su editor póstumo, el prolífico John Middleton Murry, que aceptó la relación amorosa de su mujer con Ida Baker. Antes, fue pareja de la poeta y crítica literaria Beatrice Hastings. Con Baker, recorrieron Europa y vivieron en San Remo, en Italia, en 1918, con el objetivo de tratar la tuberculosis que minaba la salud de la escritora. Por supuesto que no fueron tratamientos normados.

Sus cuentos narran las cuestiones de la emoción, todas: la angustia, la felicidad, el amor; los sinsabores de la vida. En su voz, estas humanidades se transforman en saltos extraordinarios. Sin recurrir a efectos ni a demasiadas situaciones en un relato, el interior, lo privado aparece en los personajes que parecen escritos en una posmodernidad increíble. Estructuralmente perfectos, sus relatos cuentan una y otra vez lo mismo, que no es nada menos que el mundo sensible de una persona contrastando con el mundo lleno de otros, la vida, que produce ese abismo del que no puede escapar, como lo dice su poema:

Un abismo de silencio nos separa

Yo estoy de un lado del abismo -tú del otro-

No puedo verte ni oírte -pero sé que estás allí-

Suelo llamarte por tu nombre infantil

y finjo que el eco de mi grito es tu voz.

Cómo podemos franquear el abismo -nunca hablándonos, tocándonos-

antes pensaba que podíamos llenarlo con nuestras lágrimas,

ahora quiero destrozarlo con nuestra risa

Pero si hablamos de este libro, el cuento «Felicidad» describe un desencuentro de una forma única, por ejemplo cuando Bertha dice: «como si se hubiera tragado un pedazo del sol de la tarde y ahora ardiera dentro suyo». Pero además el final del cuento, destruye lo construido en el transcurso y lo vuelve inconmensurable.

Mansfield es encasillada en lo extraño, sin embargo no usa la oscuridad, porque ella es una autora que escribe sobre relaciones prohibidas, pero vividas, sobre esos vínculos personales que no logramos reconocer por miedo, claro que usa la ironía, el humor, se mueve, se desplazada, mueve objetos, pero no por eso es extraña. Ella es una gran escritora, tiene una forma singular de ver, de crear nuevas posibilidades para un momento, una circunstancia, no pretende ser comprendida, tampoco se culpa. Es una autora que habla de vínculos, pero también nos muestra la sociedad y sus clases, y sale del centrismo de la época. Un tema terrible para los lectores, es que las traducciones no siempre respetan su fraseo, lleno de dudas, titubeante, que se cuestiona, y entonces obstaculizan el fluir de conciencia que sus personajes logran en idioma original.

No solo recomiendo Cuentos íntimos, del que adoré Películas, sino toda la obra de esta autora de la que no dejo de aprender. Siento como si hubiera perdido un mundo, el de Mansfield por nacer en otra época, tal vez un sueño me lleve a su cuarto italiano, y pueda soplar la vela de su mesa de luz.

Imperdible.

La Gallina Degollada

Horacio Silvestre Quiroga Forteza (Salto, Uruguay, 31 de diciembre de 1878 – Buenos Aires, Argentina, 19 de febrero de 1937) fue un cuentista, dramaturgo y poeta uruguayo. ; maestro del cuento latinoamericano, de prosa vívida, naturalista y modernista.

Sus relatos, que a menudo retratan a la naturaleza bajo rasgos temibles y horrorosos, y como enemiga del ser humano, le valieron ser comparado con el estadounidense Edgar Allan Poe. Sin pecar de ambiciosa reseñista considero que Quiroga es particular e incomparable, y eso responde a la fantástica interpretación que hace de la naturaleza y su afectación a las personas. Por eso me encantó hallar esta edición de bolsillo de La Ganilla Degollada como libro en sí mismo, no como parte de un libro de cuentos, la hizo la UNGS, dentro de la colección Contra Tiempos, y tiene especial calidad.

Durante dos años Horacio Quiroga trabajó en multitud de cuentos, muchos abocados al terror rural, pero otros en forma de deliciosas historias infantiles provistas de animales que hablan y piensan sin perder las características naturales de su especie. A esta época pertenecen la novela breve Los perseguidos (1905), producto de un viaje con Leopoldo Lugones por la selva misionera, hasta la frontera con Brasil, y el terrible y magistral El almohadón de pluma, publicado en la revista argentina Caras y Caretas en 1905. A poco de comenzar a publicar en ella, Quiroga se convirtió en un colaborador famoso y prestigioso.

La gallina degollada es un cuento que fue publicado por primera vez en Cuentos de amor de locura y de muerte, en 1917. Relata los acontecimientos que viven los   hijos del matrimonio de Mazzini y Berta, un matrimonio feliz, que a los tres meses de casados deciden tener hijos. Los cuatro hijos primeros del matrimonio Mazzini-Ferraz quedan con retraso mental a causa de una meningitis. Lo único que saben hacer es imitar, sus padres se desilusionan con la vida y entre ellos y amargan la relación . Al quinto intento nace una beba y la niña crece sana y salva. Los padres pierden todo interés por sus cuatro hijos mayores, adorándola como primogénita.
Un día los cuatro varones observan como la sirvienta degolla una gallina para preparar una comida. Tiempo después, los padres salen on su hija. Al regresar, mientras Berta saluda a unos vecinos, la niña regresa sola a su casa, donde se cruza con sus hermanos. Estos acaban por hacer algo aterrador.

Es un cuento de terror, pero el terror de Quiroga incluye verdad, locura, amor, hipocresía y se nos vuelve propio, al punto de incomodarnos porque nos reflejamos en alguna de las cuestiones que sus personajes poseen. CIto su propio texto.

Después de algunos días los miembros los miembros paralizados recobraron el movimiento; pero la inteligencia, el alma, aún el instinto, se habían ido del todo; había quedado profundamente idiota, baboso, colgante [..] (p. 116) 

Esta vez Mazzini se expresó claramente:

—¿Creo que no vas a decir que yo tenga la culpa, no?

—¡Ah, no! —se sonrió Berta, muy pálida— ¡pero yo tampoco, supongo!… ¡No faltaba más!… —murmuró.

—¡Qué, no faltaba más?

—¡Que si alguien tiene la culpa, no soy yo, entiéndelo bien! Eso es lo que te quería decir.

Su marido la miró un momento, con brutal deseo de insultarla. (p. 118) 

Prestaron oído, inquietos, pero no oyeron más. Con todo, un momento después se despidieron, y mientras Berta iba a dejar su sombrero, Mazzini avanzó en el patio (p. 122)

La soledad, la angustia y la vida difícil se sobrelleva en este cuento con una niña que es la luz de la pareja. Pero la vida…

Quiroga sabe que para aterrar solo basta mostrar un momento cotidiano que desencadena la tragedia.

Este cuento es una obra maestra del terror, con hilos invisibles que inquietan y cuentan pero en justa medida, con un desenlace impecable que descuartiza literalmente cualquier posibilidad de redención.

Merecía una reseña.

El precio de la amistad

La última entrega de relatos de Kjell Askildsen, “El precio de la amistad”, consta de cuentos escritos cuando el eEl escritor noruego tenía más de setenta años. Esta obra nos lleva a un territorio conocido para sus lectores y es ese retorno constante a una especie de malestar que propone en su obra. La parquedad ruidosa de su voz, cierta frialdad persistente, lo inevitable, de lo que no podremos huir. “La tranquilidad ha desaparecido”, nos advierte el narrador de “La casa roja”. Así de inescrupuloso es este gran escritor a la hora de hacer declarar a sus personajes. Puede mirar por la grieta en la pared o el agujero de la cerradura, o nos pueden clavar una pasa en el ojo, pero aún así mirar es la constante, intensamente, viendo lo que no deseamos, pero que atrae por su llana intelectualidad.

El precio de la amistad es un condensado breve que contiene doce nuevos cuentos (en total no son más de 90 páginas) de este estupendo escritor noruego, uno de los más grandes cuentistas de la actualidad.

Loa cuentos con nombres propios, como “Gerhard P.” son alegatos: “Había planeado de antemano cómo iba a dejarlo, y cuando al cabo de un rato se dio cuenta de que su plan no era viable, volvió a dejar todos los muebles donde estaban.” Lo inevitable, lo que no podemos evitar, es aquello a lo que nos invitan los personajes de Askildsen que permanecen en su austeridad absoluta, como ascetas modernos. Los párrafos, los relatos, nos van atrapando pero no nos alcanzan ningún eureka, solo nos muestran su propia infelicidad. Los bienes materiales, hasta los mares contaminados por derrames, o el sexo en plenitud, no pudieron impedirles la inconformidad constante que el estado de bienestar nórdico no puede tapar. La desolación emocional es casi necesaria por esos lares, la soledad una constante, y el mutismo una realidad.

Todo es vacío y simulada quietud, todo es soledad. Askildsen es silencio, vejez, muerte, desamor. Pero sobre todo es tedio. Los cuentos de Askildsen tienen un personaje principal o dos bocetados en líneas que se sientan frente a una taza de café. Suele ser alguien que está comiendo con un amigo o con su propia esposa, para hacer que conversan, en realidad están muriendo. Otros miran por la ventana de su cuarto o van a ver a su padre enfermo, a entierros o se escapan comprando cigarros. Siempre están por estallar. El pasado o la incomunicación, el desencanto de la vida en general los abruman.

Los cuentos parecen nacer de la mueca de un rostro ante una mala sensación frente a la vida, al igual que su otro volúmen No soy asi. Askildsen nos deja su prosa fría pero inevitable, llena de sombras kafkeanas, o de presunciones desacomplejadas similares a las propuestas por el gran Camus, Y nos invita a no parar.

En “Willy Hassel” aparecen sus temas de relatos pasados, el trato con la autoridad policial. El temor autoinducido, esa sospecha indecible.  “Después del entierro” , cuentazo, sin dudas inicia rememorando a “L’étranger”, de Camus. Los protagonistas de los relatos de Askildsen fuman mucho y beben mucho. O se matan a café. Son austeros, pero eso no les evita la desgracia de sentirse vacíos, No hay cuestiones habituales en nosotros para emborracharnos, no hay desamores o deudas, ellos se beben la culpa de la prosperidad.

Y la historia termina cuando no hay más que decir, el autor no se justifica. Porque escribe un resumen de la existencia de sus personajes, en los que no pretende que comprendamos nada. “Yo no las entendí, y esa es la razón por la que las recuerdo”, dice el protagonista de “Después del entierro”; para saber hay que seguir leyendo Askildsen, y volver a quedar sin conocimiento, el autor no escribe para lectores necesitados de verdad, como cierra en su cuento “El neceser”: “Tampoco vio nada”.

Kjell Askildsen es un gran escritor. “El precio de la amistad”, es un libro para tener como cabecera.

PD: Nos regala al final un diccionario propio que es otro libro en sí mismo: matrimonio, familia, realismo, definidos a lo Askildsen.

Hienas

Hienas, del escritor chileno Eduardo Plaza, un libro directo, íntimo, sin golpes bajos, consta ocho cuentos con personajes vivencialmente claros, llenos de todo lo necesario para cachetear al lector y recordarla la vida. Tienen nostalgia, desarraigo, abandono, dejos de crueldad y por momentos indiferentes, que de un modo y otros los obligan a correr desaforados para evitar esos sentimientos que los marcan. Es un libro lleno de rastros. Podemos ver como el autor desde un lenguaje llano, con primeras personas, nos relata tortuosos recuerdos infantiles de los que estos protagonistas no pueden librarse. Y lo que debe olvidarse vuelve.

Plaza nos narra con recursos interesantes y diálogos perfectos los apuros y la inocencia de sus personajes. Todo fluye, porque no hay remilgos a la hora de presentar lo cotidiano, lo que les acontece cada día, aún cuando sea violencia el condimento periódico de esas vidas. Y nos quedamos ahí, abrumados por un tiempo freezado en las mentes perturbadas de todos los que se desnudan para mostrarnos como nos pueden atravesar los miedos, las culpas, los golpes. Cuan salvajes, como hienas doloridas, podemos llegar a ser.

Los relatos se territorializan en una región de la costa chilena, dentro de una pequeña ciudad portuaria en la que el avance social pasa por esas industrias multinacionales que llegan para abrazar la pobreza de los habitantes y ofrecer un respiro a la marginalidad. El primer cuento, “Teresa” hablas de la malicia inocente de niños abusando de un animal, las escenas son bestiales y nos dejan pasmados por la crueldad, pero no pretenden adjetivarla, la muestran. «Animales de compañía”, “A ti nadie te obliga” y “Hienas”, un cuento que se eleva para mostrar en plenitud la voz de Plaza, y que le da nombre y estructura a todo el libro, nos cuentan de la infancia quebrada, el abandono desolado de amigos de veranos o nos invitan a rever principios. “Federici cree ser emperador” deja clara la estructuralidad de la pobreza en Sudamérica, de la que se intenta salir, o al menos esconder, aunque los vestigios aparezcan como capas transversales y desgarradas, en las que el pobre no tiene arreglo y el que nace en cuna de oro tiene todo para crecer y sobresalir de la chatura reinante. El libro tiene una postura, quizá hasta política, como cuando dice: “(…), pero durante esos momentos a solas, yo podía, quizá por algunos minutos, mirar bajo esa pila de frases de catálogo de las que se deshacía para almorzar en la pobreza, abandonándose al resentimiento. Verlo comer solo era como verlo comer desnudo: se asomaban las cicatrices”, pero el autor no deja que esto se apodere de la verdadera historia, la privada, la personalísima, que apura al lector y lo engancha.

En “Carolina Fellay” y “Mariposa” el tiempo se quiebra para inquietar, el miedo resignado de una vida plana huele a pescado seco, y se vuelve espinosa como la vida de tantos pueblerinos que rodean al puerto y sus miserias. Puede resultar reiterada la continua alusión al rico y al pobre, inamovibles en sus jaulas, un rezongo que por momentos nos desvía de aquello que el Plaza mejor hace, que es narrar la infancia desde una adultez torturada.

Hienas nos invita a conocer un territorio, lleno de restos y recuerdos, que se narran para no cejar. Vidas dialogadas en tiempos que se escabullen, historias que no sabemos si tienen final. No hay lugar para héroes, cuando el abandono cala, cuando el escape es necesario, cuando hasta la historia que cuenta es cárcel. Dice en el cuento Hienas: “Los niños de la playa vivíamos siempre con ese destino precario: hacer amigos que desaparecían”, y con esa frase todo un atlas se abre paso al lector, lo invita a conocer los esqueletos mínimos de estas vidas que cuenta Eduardo Plaza, con un estilo cuidado, pero que sin dudas nos interpela.

Eduardo Plaza nació en La Serena, Chile, en 1982. Es narrador y periodista. Su libro de cuentos Hienas fue publicado por primera vez e la editorial Librosdementira, en 2016. Sus cuentos, muchos parte de este volumen, ponen en escena la intimidad, con climas muy bien logrados, dando voz a la infancia al mejor estilo Salinger, pero contando hechos, desprovistos de cualquier disfraz, dejando aparecer el desvanecimiento del amor, la rutina resignada, por ejemplo cuando dice: Preparaba un café, se duchaba, se tomaba el café tibio, conversábamos cinco o diez minutos por mensaje de texto, miraba televisión y se dormía antes de comerciales”; o también: “Según las clases de Ciencias, El Culebrón era un humedal de taguas, chorlos y huaraibos. Para nosotros solo era las canchas”.

Es que Plaza sabe que la vida, siempre, puede ser peor.

Mi abandono

 Mi abandono de Peter Rock (Utah, 1967), autor con quien tuve hace unos días la posibilidad de comentar su obra, gracias a la generosidad del Taller Bazterrica Caride, es una novela que nos lleva a una especie de relanzamiento del estilo bucólico, contrario al mundo capitalista, al que aún en esta historia, basada en la vida real, le cuesta esquivar.

Caroline y Padre habitan los bosques de Oregon leyendo diccionarios, caminan y, se preparan como en un ritual para situaciones de escape forzoso. Caroline es una preadolescente que nos cuenta su presente de actividades que componen su día; su mirada es muy particular y es como si tuviera una cámara en la frente que va relatando todo.

Pero día el balance perfecto de esta vida en los bosques se ve intervenido: Mientras Caroline lee sobre un árbol, unas ramas caen y hacen salir de su trance a un corredor que estaba cerca. Este hecho rompe el sistema que mantenía el funcionamiento de éstos dos personajes y comienza una nueva etapa, podría decirse de «civilización» en la que se los detiene y terminan obligados a la sociedad que tanto evitaban.

Rock trabaja en una hipótesis límite entre la domesticación y una forma innombrable de vida en la que el ejercicio, la alimentación y la educación resultan relevantes. Esta comparación criticable de la sociedad actual se viene realizando desdee Thoreau hasta la hoy. El epígrafe del libro “Es notable cuántas criaturas viven libres y salvajes en secreto en los bosques, pero se alimentan en los alrededores de los pueblos bajo la sola sospecha de los cazadores” nos pone en evidencia y nos obliga a comprometernos. De qué lado estamos, podemos aplacar el avance del capital o solo lo atrasamos.

Mi Abandono, está editado por Godot, y es una obra que nos tensiona desde diversos lugares, y esa tensión se sostiene más allá de la página final, es muy interesante la primera parte en el bosque, que no es una vida idílica, sino que es real, que ese bosque lo habitan los personajes en todos los sentidos, y que es utilizado por el autor para poner en evidencia inequidades y cuestiones socioculturales que corrompen la trama de afuera de ese mismo bosque. Los conflictos que cruzan a los personajes no son ajenos a los nuestros, las cuestiones humanas no resueltas de estos personajes, ¿padre? ¿Hija?, el propio autor descree de una relación sanguínea al consultarle al respecto, tienen el común denominador de todos los seres humanos. Lo relativo aparece para interpelarnos y descorrer verdades de perogrullo.

Padre e hija llevan cuatro años viviendo juntos. Durante ese tiempo aprenden de l la naturaleza y le otorgan valor a sus días.. Son vegetarianos y los viernes ayunan, llevan un reloj cada uno marcando la misma hora, que no es la que usa el resto de la sociedad; o usan la ubicación de la luna o el sol. Juegan ajedrez, y Caroline estudia, Padre le enseñó todo hasta esa edad y ahora comienza su auto aprendizaje, a veces, visitan la ciudad.

Todo el libro florece en pequeños relatos, y aún ante el momento de terrible desasosiego, cuando los hallan, la escritura de Rock está trazada sobre un borde en el que la libertad individual y la esclavitud se rozan. La creación de ambientes, las luces que le da al bosque y a las relaciones humanas, los hábitos que narra, nos embadurnan de literatura al punto que al cerrar el libro vamos a tener que tomar contacto con lo natural, y respirar bien hondo, antes de continuar viviendo.

Fantasmal

En la vida pretendemos saberlo todo, como si lo justo fuera realmente fehaciente y como si el bien o el mal pudieran despegarse uno del otro. Es que no podemos dejar de ser materialistas dialécticos obsesionados con categorizar todo, y como buenos proletarios nada nos resulta más temible que lo incomprensible del mundo. Damos tanto por sentado, que cuando algo nos trae de los pelos cuestionando la lógica nos damos cuenta de que la mayoría de las cosas por las que nos preocupamos pueden ser despreciadas. Otra cosa es hablar de fantasmas, en especial de los fantasmas tal como nos los pintaron en el siglo pasado.

Este pequeño cuadernillo violeta, sencillo, valioso, consta de dos cuentos sobre fantasmas. Esos que nos ponen a prueba, los que nos interpelan porque son simples como los textos, y así de inexorables.

Los fantasmas (del griego φάντασμα, «aparición»), en el folclore de muchas culturas, son supuestos espíritus o almas errantes de seres muertos (más raramente aún vivos) que se manifiestan entre los vivos de forma perceptible (por ejemplo; visual, a través de sonidos, aromas o desplazando objetos —poltergeist—), principalmente en lugares que frecuentaban en vida, o en asociación con sus personas cercana.

Pero esas definiciones no abarcan a los propios fantasmas, o a los que adquirimos con muebles, objetos, o elecciones.

El cuento de Anahí nos pone en juego el valor histórico (fantasmagórico) de nuestras cosas, para unir rutinas, para acompasar momentos. El de Maumy nos pone en el paralelo del doble plano, del espacio como espejo, de esa infinitud que aparece con el miedo, y con el peor de todos, que es el justificado.

No se pierdan estas historias que nos harán sentir el frío de presencias, que tal vez tengamos en nuestro entorno, sin reconocerlas.

Los cuentos de Anahí Flores y de Maumy González nos traen dos vidas, con todo lo que acarrean, que se vuelven fantasmales en el transcurso del relato, y lo que acontece es verosímil, tensiona, incomoda, y nos deja girando el rostro o intentando discernir un minúsculo sonido por varios días.

Al fin y al cabo, citando a Stephen King: Los monstruos son reales, y los fantasmas también: viven dentro de nosotros y, a veces, ellos ganan.

Vasectomía (una novela inconcebible)

No quiero tener hijos, ni pensar en la posibilidad de que ese (no) deseo vaya a cambiar, porque implicaría cambiar de pareja, algo que espero no me pase nunca.

Ariel Magnus

La novela trata de una pareja ya adulta, ella profesora de filosofía, él un actor alemán, que se van a hacer un aborto a Uruguay, algo común en el momento en que la escribió Magnus, allá por el 2016. En la novela se discute el tema del aborto en la intimidad de una pareja, y como un tema de a dos, que dista de como lo discutieron los congresales y de como se promulgó la ley. Las excepciones terrible ya estaban tipificadas, lo aclaro para no caer en golpes bajos que esta novela no merece. Habla de una cuestión personalísima, de elección privada, con todo lo que conlleva, miedos, contradicciones y también telúricas cuestiones de a pie, que Magnus maneja con una voz avezada, llena de ironía cotidiana e intelectual a la vez.

“La vasectomía (una novela inconcebible)” es una continuación de “El aborto (una novela ilegal)”. El fluir de consciencia de un actor alemán la noche previa a ir a la cirugía, es el nudo trágico y risueño de esta obra que fluye como debe ser. Tiene un diálogo muy interesante con el feminismo y lo hace desde las miradas de los dos integrantes de la pareja, hasta aparece una tercera persona en la historia que coquetea con la ridiculez de algunas cuestiones de las que las posturas inflexibles no están ajenas.

Vasectomía nos cuenta la historia de Lara y Tom, que viven hace años, cuarentones, y son felices solos, son hijos. El título nombra el procedimiento que equilibrará por fin el delgado hilo que pone en crisis a esta pareja, que no es otro que el de la anticoncepción, injustamente pesado para la mujer, que soporta hormonas, alambres y otras yerbas para que el hombre no se queje por la insensibilidad del profiláctico. No se discute la inequidad, sino que se concentra la novela en los detalles, que nos pasean por un montón de épocas que incluyen a los Castrati, aparecidos pro el temor al bisturí del protagonista.

Las propias preguntas que nos dejan la puerta abierta al racionalismo y las opiniones de terceras personas, van creando una filosofía argumental que echa mano a todo. Incluyendo el auto convencimiento y justificación forzada, enlechada y llena de puntos y comas, que no logran más que alargar esa noche previa a la vasectomía, en la que transcurre la historia.

Es de la editorial Tren en Movimiento, y es ágil, interesante, bien escrita, con la extensión justa para no volverse alegato. Es una historia íntima, una historia de amor, contada sin reparos, que deja atrás normas y vicios literarios para ser verdadera.

Tengo un cagazo padre. El último en su tipo, al menos, ya que a partir de mañana no voy a poder ser padre de nada. 

Gran autor, para leer.

Políticas del discurso. Intervenciones filosóficas en la escuela

Las aventuras son posibles cuando el conocimiento empieza a temblar.

Diego Singer

Cuando compré el libro que reseño, tardé en leerlo, tal vez porque María me dijo: no sé si acordarás con sus posturas. Esta semana decidí probar con unas páginas y lo terminé rapidísimo. Claro que ella me conoce y es cierto, hay mucho que discutiría con el autor sobre algunos discursos que tienen que ver con la historia de nuestro pueblo, con la memoria que se va generando selectivamente, con lo que se olvida. Pero sin embargo, agradezco su recomendación y agradezco a Singer su libro, que llena de preguntas, que invita a la reflexión y que propone como línea de acción a la palabra. Nada más interesante.

También es cierto que, en algunos puntos, lo que este autor atribuye al neoliberalismo yo lo atribuiría al populismo, con sus mismos argumentos, y eso me lleva a pensar que al final, tenemos fines similares y terminamos discutiendo qué. Por qué nos atenemos a creencias o relatos preconcebidos por otros, en vez de animarnos a repensar, a resignificar la historia desde los propios saberes. Dice Singer:

“No existe comunidad que pueda vivir en la simple igualación de todo, necesitamos orientación y formas de valorar: mejor o peor, justo o injusto. Y efectivamente, esas jerarquías se han articulado de forma terrible, pero no sabemos cómo articular otras”

¿Quién podría estar en desacuerdo? me parece magnífica su introducción, la posibilidad que evidentemente brinda a los jóvenes de cuestionar en libertad, la búsqueda fresca que recobra la potencia de la palabra como territorio. Sus intervenciones atraen a pensar. Y qué importa si uno piensa distinto, ahí está la palabra para expresarlo, para poder desconocer y conocer, para atravesar destinos y comprender que un pueblo es pueblo si es diverso, y en esa diversidad está puesta también la ideología.

Los párrafos en los que cita la voz de sus alumnos, deslumbran, cuestionan, interpelan. Muy buen primer libro. Interesante, disparador. Este filósofo y docente autor de Políticas del discurso, Intervenciones filosóficas en la escuela es además realizador del ciclo Filosofía a la gorra, que circula por espacios culturales hace aproximadamente diez años y que hoy continúa virtualmente, se pregunta en su libro:

¿Qué potencia tiene la palabra para ir más allá de la experiencia propia del aula escolar y abrir otro tipo de escucha? ¿Qué capacidad tiene la filosofía para dislocar el sentido común que articula el orden del discurso? Hay un entramado que enlaza lo que sucede entre filosofía y educación: el uso de la palabra como práctica de transformación subjetiva.


Singer, se vale de discursos escolares, cartas y otras formas de la escritura que pretenden revitalizar la dimensión material de la palabra y se transforman en un campo donde lo emocional es posible. Pone en cuestión lo que se supone debemos decir y callar, e invitan a revisar conceptos centrales de nuestra cultura, me interesa el especial hincapié en el 24 de marzo, y revalué, tras la lectura, muchas de las cuestiones respecto a la sociedad civil y su papel en los golpes de estado. Claro que siento que no se pone ningún interés en cuestiones anteriores que derivaron en esa actuación social lamentable, y que también fueron fracciones de esa misma civilidad las que la originaron. Me atrevo a disentir porque creo que sería irrespetuoso con el autor no hacerlo. En su obra la honestidad intelectual es una bandera a enarbolar, la historia hegemónica que hoy también estamos viviendo en otras facetas, y que se cuenta siempre sin pensar en la verdad, ni en la justicia, debe cuestionarse, y no lo estamos haciendo, tal vez por esa pérdida del valor de la palabra que viene sucediendo en la trama social.

Cierro con su propia voz, y recomiendo, es un autor para leer, porque convida al crecimiento, y en un tiempo líquido y decadente como el nuestro, es mucho.
«El discurso puede aparecer como una de las formas más autoritarias de la enseñanza, como uno de los residuos que todavía sobreviven de la escuela decimonónica, disciplinaria y homogeneizante. Obligaría a los alumnos a permanecer en silencio, como pasivos receptores de una palabra a la que no se puede cuestionar, ni criticar. Pero es verdad también que permite dar nuevamente un valor a la palabra, allí donde circulan y nos atraviesan infinitos datos, informaciones y otros modos de la banalidad discursiva.
Ese valor es posible de instaurar si somos capaces de hacer que el discurso abra una escucha generosa, se dirija a sus interlocutores sin subestimarlos, se comprometa con la propia subjetividad exigiendo una franqueza que implica un riesgo, dispute los sentidos de lo que se dice y lo que se silencia, enlace sus interrogantes con una memoria viva, e interpele a toda una comunidad de enseñanza incluyendo la institución en la que esa comunidad se encuentra. Entonces el discurso podrá erigirse en una forma de enseñanza especialmente antiautoritaria, desarticulando la política del discurso unívoca y totalizante que caracteriza a todo autoritarismo.»

Pd: Lo pueden encontrar en la Editorial Nido de Vacas o en #188 ruta editorial.