Katherine Mansfield desarrolló, que suele ser considerada la rival literaria de Virginia Woolf, es una escritora singular, con una prosa tan propia que la transformó en la gran maestra de la subjetividad. En sus cuentos, incluidos los de esta antología, las emociones, los sentires de cada uno de los protagonistas, aquello que los conmueve, aparecen rompiendo barreras con lo cotidiano de una forma que estremece al lector. Sus tranche de vie, al mejor estilo Chéjov, que parecen espiar las escenas del día día conforman una sutil obra que tiene la debilidad necesaria para mostrar cuan feroz pueden ser los textos de esta escritora imperdible.
La obra Mansfield es una de las más interesantes y singulares de la literatura inglesa del siglo XX. Cuentos Íntimos es una antología que los va a acercar a esta autora que pudo demostrar que el centrismo heteronórmico de su época, en el que la mujer era sinónimo de intimidad, no podía evitar la transcendencia vital y libertaria de esa misma intimidad. t. Entre las mujeres de sus cuentos nos sorprenden las epifanías cotidianas, pequeños destellos domésticos llenos de fábula y de transformación, pero a la vez cuestiones indecibles, como si la rebelión invisible de todas y cada una de las mujeres del mundo fuera escrita por Mansfield.
Sus personajes femeninos dan batalla a los preceptos de la burguesía . La autora nos deja espiar el momento cultural en el que a las mujeres se les destinaba la pasiva intimidad. Mansfield dejó de ver a su madre (que había querido un hijo varón) en 1910 y se casó dos veces; primero con George Bowden, al que abandona la noche de bodas, y luego con el que fue su editor póstumo, el prolífico John Middleton Murry, que aceptó la relación amorosa de su mujer con Ida Baker. Antes, fue pareja de la poeta y crítica literaria Beatrice Hastings. Con Baker, recorrieron Europa y vivieron en San Remo, en Italia, en 1918, con el objetivo de tratar la tuberculosis que minaba la salud de la escritora. Por supuesto que no fueron tratamientos normados.
Sus cuentos narran las cuestiones de la emoción, todas: la angustia, la felicidad, el amor; los sinsabores de la vida. En su voz, estas humanidades se transforman en saltos extraordinarios. Sin recurrir a efectos ni a demasiadas situaciones en un relato, el interior, lo privado aparece en los personajes que parecen escritos en una posmodernidad increíble. Estructuralmente perfectos, sus relatos cuentan una y otra vez lo mismo, que no es nada menos que el mundo sensible de una persona contrastando con el mundo lleno de otros, la vida, que produce ese abismo del que no puede escapar, como lo dice su poema:
Un abismo de silencio nos separa
Yo estoy de un lado del abismo -tú del otro-
No puedo verte ni oírte -pero sé que estás allí-
Suelo llamarte por tu nombre infantil
y finjo que el eco de mi grito es tu voz.
Cómo podemos franquear el abismo -nunca hablándonos, tocándonos-
antes pensaba que podíamos llenarlo con nuestras lágrimas,
ahora quiero destrozarlo con nuestra risa
Pero si hablamos de este libro, el cuento «Felicidad» describe un desencuentro de una forma única, por ejemplo cuando Bertha dice: «como si se hubiera tragado un pedazo del sol de la tarde y ahora ardiera dentro suyo». Pero además el final del cuento, destruye lo construido en el transcurso y lo vuelve inconmensurable.
Mansfield es encasillada en lo extraño, sin embargo no usa la oscuridad, porque ella es una autora que escribe sobre relaciones prohibidas, pero vividas, sobre esos vínculos personales que no logramos reconocer por miedo, claro que usa la ironía, el humor, se mueve, se desplazada, mueve objetos, pero no por eso es extraña. Ella es una gran escritora, tiene una forma singular de ver, de crear nuevas posibilidades para un momento, una circunstancia, no pretende ser comprendida, tampoco se culpa. Es una autora que habla de vínculos, pero también nos muestra la sociedad y sus clases, y sale del centrismo de la época. Un tema terrible para los lectores, es que las traducciones no siempre respetan su fraseo, lleno de dudas, titubeante, que se cuestiona, y entonces obstaculizan el fluir de conciencia que sus personajes logran en idioma original.
No solo recomiendo Cuentos íntimos, del que adoré Películas, sino toda la obra de esta autora de la que no dejo de aprender. Siento como si hubiera perdido un mundo, el de Mansfield por nacer en otra época, tal vez un sueño me lleve a su cuarto italiano, y pueda soplar la vela de su mesa de luz.
Imperdible.