Tokio Blues

Esta obra de Murakami, que lo consagró en su propia tierra, trata sobre una historia de amor, como todas las grandes novelas de la literatura. Un triángulo adolescente, que se vuelve sinfonía para enseñarnos mostrarnos como vivir los sentimientos y las pérdidas necesarias para adquirir la madurez. Toru Watanabe, un ejecutivo de 37 años, escucha mientras aterriza en un aeropuerto europeo una vieja canción de los Beatles, Norwegian Wood, y la música lo lleva hacia su juventud dando origen a la trama, vuela en su mente hacia el turbulento Tokio de finales de los sesenta. Toru recuerda, entre nostálgico y agobiado, a Naoko, su amor torturado por la novia de su mejor amigo de la adolescencia, Kizuki. Este amigo, tal vez el único verdadero, se suicida y pone distancia entre los jóvenes hasta la universidad. La relación platónica entre Toru y Naoko se vuelve relación íntima; pero la frágil salud mental de Naoko la lleva a internarse en un centro de reposo. Toru conoce y se enamora de Midori, una joven de acción, contrapuesta a Naoko. Toda las dudas, miedos e indecisiones de Toru lo inician en la madurez, sus reflexiones sobre la vida, la muerte, la enfermedad, el amor, el sexo, la terrible levedad de la existencia y los valores, vuelven insostenible el triángulo en el que está inmerso. Necesitan, Toru pero también las dos jóvenes, lograr el sutil equilibrio entre las esperanzas adolescentes y el imprescindible lugar en el mundo adulto que deben hallar. Murakami, con la fina línea de humor que maneja, ha logrado en Tokio blues un manual de educación sentimental único. Pero vamos a volvernos más técnicos en esta novela para dar una idea cabal de su trascendencia.

Se ubica entre finales de los sesenta y principios de los setenta. Hace referencia a la música de esa época, así como a la literatura y las protestas universitarias. Se ambienta en Japón y el autor nos induce con la lectura a recorrer junto a sus protagonistas muchísimas calles y barrios de Tokio: restaurantes, bares, hoteles, rincones, tiendas, barrios y líneas del tren, paisajes. Son las ciudades y pueblos de Japón que visita Toru Watanabe durante búsqueda adolescentes. El tiempo pasado le otorga agonía y los flashbacks nos muestran, como lectores, los hechos de un pasado antiguo. La intriga la otorgan las rupturas de la linea de tiempo hacia el futuro que nos atraen irremediablemente.

Utiliza el recurso del narrador protagonista, en este caso Watanabe. Él nos relata cada momento, cada suicidio, cada hecho con una perfecta descripción de detalles, sentimientos, sensaciones y memoria dialógica que nos sitúa allí, donde todo ocurre. Watanabe lee escritores; a Truman Capote, John Updike, Scott Fitzgerald y Raymond Chandler, lo que justifica la deliciosa narración de sus vivencias.

La novela es verosímil por donde la veamos, cargada de grises en sus líneas, melancólica. El joven está claramente triste al narrar su vida y la de sus amigos. Pero encuentra el modo, Murakami, para insertar personajes que aflojan la historia y nos permiten sonreír. El lenguaje simple facilita una lectura liviana, y nunca pierde la línea impecable de descripción, aún narrando detallados momentos íntimos. La mayoría de los personajes, redondos, logrados, son jóvenes. Murakami trabajó sus características para que sean muy diferentes entre sí. Se ve la minuciosidad y es a través de éstos personajes que nos deja un mensaje positivo pero realista sobre la vida, el amor y la muerte. Tokio Blues pone la mira en la adolescencia. Cambios y confusiones, así su trama deja en evidencia los matices del proceso de maduración emocional, física y sicológica, en una época y una sociedad determinada.

La novela irrumpe en lo cotidiano y los dolores profundos desde una intención concreta, nos habla del suicidio, la locura, la sexualidad, la lealtad, la familia, la pérdida, la soledad y el amor. La trama principal gira entorno a la relación entre Watanabe, y su amor triangular hacia Naoko y Midori. Con este conflicto como base, las subtramas, que nos muestran la vida de los adolescentes, generan capas que aparecen a lo largo de la vida en la universidad, rememoradas por un Toru Watanabe adulto.

Las cartas, una elección acorde al tiempo histórico en el que se inscribe la novela, son una excusa para amar, para pedir consejos respecto al amor y para profundizar en la salud mental de una de las mujeres que ama. Tokio Blues nos deja pensando, nos interpela, y hasta puede que salgamos heridos tras su lectura. Murakami atraviesa la historia con técnicas narrativas que hacen crecer el interés mientras avanza la trama. Las situaciones no son predecibles, sorprenden. Lo mejor de la obra son los personajes, que se atreven a cuestionar la vida, filosofan, difieren y eso los une al fino hilo de la historia. No todo tiene sentido; como en la vida. La prosa del autor es única, poética, extrañada y claramente musical. Es una novela envuelta en sensaciones, que nos van generando remolinos mientras la leemos.

No es posible quedar inmune a Murakami, al menos al de Tokio Blues. Un antes y un después.

Matadero Cinco

Matadero Cinco o La cruzada de los niños es una novela necesaria, porque constituye el reflejo prohibido de la Segunda Guerra Mundial. Mostró al siglo XX, con la fiereza que otorga la parodia, lo que la sociedad debía saber.

Vonnegut no podía concluir el libro sobre el bombardeo de Dresde con la rapidez que la editorial pedía, es que las historias de vidas masacradas por supuestos aliados, no pueden ser contadas así porque sí. El autor tuvo que recurrir a nuevos mundos para contar éste, a nuevas vidas para mostrar cuan miserable es la nuestra. La novela trata sobre Billy Pilgrim, una vida sin tiempos. Nos ubica en 1944, cuando Pilgrim va a la guerra como ayudante de capellán, y volamos de golpe a su madurez de óptico con una existencia rutinaria en Ilium, ciudad inventada del estado de Nueva York donde Vonnegut sitúa otras obras. Los viajes en el tiempo ponen en perspectiva concreta y cruel el horror de la guerra, que atraviesa ese mismo tiempo hasta borrarlo. Desde el inicio nos revela principio y final, y las vicisitudes que atravesó para escribir la obra sobre Dresde.

«Me disgustaría decir lo que este asqueroso librito me ha costado en dinero, malos ratos y tiempo. Cuando volví a casa después de la Segunda Guerra Mundial, hace veintitrés años, pensé que me sería fácil escribir un libro sobre la destrucción de Dresde, ya que todo lo que debía hacer era contar lo que había visto. También estaba seguro de que sería una obra maestra o de que, por lo menos, me proporcionaría mucho dinero, por tratarse de un tema de tal envergadura. Pero cuando me puse a pensar en Dresde las palabras no acudían a mi mente, al menos no en número suficiente para escribir un libro.

La gente no debe mirar hacia atrás. Ciertamente, yo no volveré a hacerlo. Ahora que he terminado mi libro de guerra, prometo que el próximo que escriba será divertido.

Porque éste será un fracaso. Y tiene que serlo a la fuerza, ya que está escrito por una estatua de sal, empieza así:

Oíd:

Billy Pilgrim ha volado fuera del tiempo…

y termina así:

¿Pío-pío-pi?”

 Matadero Cinco no es sino dentro del tiempo histórico que cuenta. El bombardeo de Dresde abre la puerta a la posmodernidad. Por eso es posible esta historia sobre un hombre que raptan unos extraterrestres del planeta Trafalmadore y que cuenta los pormenores terribles de la Guerra. Un tema fundamental es el tiempo trafalmadoriano, un tiempo no lineal. Uno que va y viene, salta y salpica. Muy Vonnegut.

Billy es retenido por los habitantes de Trafalmadore para que viva sin miedo a la muerte y sin pensar en el mañana. Una vida sin suspenso. ¨Por lo que va y viene en su vida y en su ´propia muerte, y vuelve a vivir.

«–¿Dónde estoy? –preguntó Billy Pilgrim.

–Atrapado en otro bloque de ámbar, señor Pilgrim. Estamos precisamente donde debemos estar en este instante, a quinientos millones de kilómetros de la Tierra. Y nos dirigimos, por un hilo del tiempo, hacia Tralfamadore. Este viaje quizá nos lleve horas, o tal vez siglos.

–¿Cómo… he llegado hasta aquí?

–Eso, para usted, requeriría otra explicación terrenal. Los terrestres son grandes narradores; siempre están explicando por qué determinado acontecimiento ha sido estructurado de tal forma, o cómo puede alcanzarse o evitarse. Yo soy tralfamadoriano, y veo el tiempo en su totalidad de la misma forma que usted puede ver un paisaje de las Montañas Rocosas. Todo el tiempo es todo el tiempo. Nada cambia ni necesita advertencia o explicación. Simplemente es. Tome los momentos como lo que son, momentos, y pronto se dará cuenta de que todos somos, como he dicho anteriormente, insectos prisioneros en ámbar.«

Esta novela maravillosa, simboliza la guerra de una forma particular, inversa, única. No la expone, pero nos sensibiliza, parodiando, rediseñando la escritura y manera de narrar la verdad vivida, en un intento de volverla mucho más real sin mostrarla directamente.

Aviones americanos llenos de agujeros, de hombres heridos y de cadáveres, despegaban de espaldas en un aeródromo de Inglaterra. Al sobrevolar Francia se encontraban con aviones alemanes de combate que volaban hacia atrás, aspirando balas y trozos de metralla de algunos aviones y dotaciones. Lo mismo se repitió con algunos aviones americanos destrozados en tierra, que alzaron el vuelo hacia atrás y se unieron a la formación.

La formación volaba de espaldas hacia una ciudad alemana que era presa de las llamas. Cuando llegaron, los bombarderos abrieron sus portillones y merced a un milagroso magnetismo redujeron el fuego, concentrándolo en unos cilindros de acero que aspiraron hasta hacerlos entrar en sus entrañas. Los containers fueron almacenados con todo cuidado en hileras. Pero allí abajo, los alemanes también tenían sus propios inventos milagrosos, consistentes en largos tubos de acero que utilizaron para succionar más balas y trozos de metralla de los aviones y de sus tripulantes. Pero todavía quedaban algunos heridos americanos, y algunos de los aviones estaban en mal estado. A pesar de ello, al sobrevolar Francia aparecieron nuevos aviones alemanes que solucionaron el conflicto. Y todo el mundo estuvo de nuevo sano y salvo.

Cuando los bombarderos volvieron a sus bases, los cilindros de acero fueron sacados de sus estuches y devueltos en barcos a los Estados Unidos de América. Allí las fábricas funcionaban de día y de noche extrayendo el peligroso contenido de los recipientes. Lo conmovedor de la escena era que el trabajo lo realizaban, en su mayor parte, mujeres. Los minerales peligrosos eran enviados a especialistas que se encontraban en regiones lejanas. Su tarea consistía en enterrarlos y esconderlos bien para que así no volvieran a hacer daño a nadie.

Los pilotos americanos mudaron sus uniformes para convertirse en muchachos que asistían a las escuelas superiores. Y Hitler se transformó en niño, según dedujo Billy Pilgrim. En la película no estaba. Porque Billy extrapolaba.

Y se imaginó que todos se volvían niños, que toda la humanidad, sin excepción, conspiraba biológicamente para producir dos criaturas perfectas llamadas Adán y Eva.

No se puede menos que aplaudir semejante texto, la posmodernidad de Matadero Cinco estalla, rompe paradigmas y nos deja helados y llenos de metaliteratura. Hasta el autor interrumpe en la novela, como un llamado al lector. La ficción es perfecta para comprender lo real y Vonnegut es magistral a la hora de utilizarla. El personaje de Kilgore Trout, un escritor inventado de novelas de ciencia ficción, que vive sin penas ni glorias en la ciudad de Billy, parece ser el alter ego del autor. Un escritor con ideas de avanzada casi distópicas en esa época de la publicación de la obra, que hoy podrían ser normales. Propone una actualización del Nuevo Testamento cambiando el momento en el que Jesucristo es reconocido como el Hijo de Dios o un el diagnóstico de algunas enfermedades mentales que solo podían ser detectadas en la cuarta dimensión y no por la estructurada mente de la medicina terrestre. Matadero Cinco recurre tambien a otras obras verdaderas o no y está lleno de párrafos de un supuesto libro de un miembro ficticio del Ministerio de Propaganda nazi, Howard W. Campbell, Jr., americano traidor que vuelve a usaer Vonnegut; el discurso del Presidente Truman tras probar la bomba atómica en Hiroshima; de Delirios Populares Extraordinarios y la Locura de las Masas, de Charles Mackay ; o Dresde: arte, historia y paisaje de Mary Endel. Hasta juega con la literatura y hace que la propia novela llegue con Billy a la tv.

«–Puede representar el toque de color en una habitación de paredes blancas.

Y otro:

–Puede enseñar a las esposas de los ejecutivos novatos lo que deben comprar y cómo han de comportarse en un restaurante francés.

Finalmente, le concedieron la palabra a Billy. Y empezó, con aquella maravillosa voz que tanto había estudiado, a hablar de los platillos volantes y de Montana Wildhack, etc.«

Matadero Cinco es contracultura. Publicada en 1969 representa todo el movimiento social de los años 60 americanos. Es antibélica, pero también es una reclamo, a los gritos, aún con gritos novedosos y estrafalarios, sobre la II Guerra Mundial, contra la Guerra de Vietnam. Vonnegut lo deja claro: las guerras están mal.

«Al paso de los años, la gente que he conocido me ha preguntado muchas veces en qué trabajo, y por lo general yo he contestado que la obra más importante que tengo entre manos es un libro sobre Dresde.

Una vez le dije eso a Harrison Starr, el productor de cine, y él levantó las cejas inquiriendo:

–¿Es un libro anti-guerra?

–Sí –contesté–. Me parece que sí.

–¿Sabes lo que les digo a las personas que están escribiendo libros anti-guerra?

–No. ¿Qué les dices, Harrison Starr?

–Les digo, ¿por qué no escriben ustedes un libro anti-glaciar en lugar de eso?

Lo que quería decir es que siempre habría guerras y que serían tan difíciles de eliminar como lo son los glaciares. Desde luego, también yo lo creo.

Los trafalmadorianos, piensan en un mundo en paz alejando lo malo y basado en lo bueno, pero la obra satiriza la guerra y a los soldados de forma tal que se gano la censura del Gobierno estadounidense, fue prohibido en colegios y bibliotecas públicas, y criticada con saña.

 Matadero Cinco muestra en son de parodia una generación fundamental en el cambio social occidental. Tiene momentos brillantes, como la mirada cómica de la guerra que da de un grupo de soldados ingleses, que llevan cuatro años viviendo encerrados por los alemanes:

«Los ingleses iban limpios, estaban de buen humor y se veían decentes y fuertes. Cantaban rugiendo a pleno pulmón. Y eso que llevaban cantando juntos, cada noche, desde hacía años. También habían levantado pesos y hecho gimnasia durante aquel tiempo. (…) Además todos eran maestros del ajedrez, del juego de damas, del bridge, del dominó, de los crucigramas, del ping-pong, del billar e incluso del morse.

Se les podía contar entre la gente más sana de Europa, en términos de alimentación. Pues un error burocrático cometido a principios de la guerra, cuando todavía llegaban alimentos a los prisioneros, había sido causa de que la Cruz Roja les enviara cada mes quinientas raciones de comida en lugar de las cincuenta que les correspondían.(…) Los alemanes les adoraban, pues creían que eran exactamente lo que los ingleses tienen que ser. Sabían transformar la guerra en una cosa elegante, razonable y divertida. Por eso les dejaban ocupar cuatro cobertizos, aun cuando todos juntos cabían perfectamente en uno solo. Además, a cambio de café, chocolate o tabaco, les daban pintura, lumbre, clavos y materiales para que pudieran instalarse cómodamente.

Doce horas antes se les había comunicado que estaban en camino unos huéspedes americanos. Y como hasta entonces jamás habían tenido huéspedes, en seguida se pusieron a trabajar como perfectas amas de casa, barriendo, lavando, cocinando, horneando, haciendo colchones de paja y sacos, y colocando mesas y distribuyendo y colocando regalos festivos para sus próximos compañeros.«

Kurt Vonnegut nos lleva a pensar en el mundo que nos rodea de otra forma. Billy Pilgrim tras ser raptado por los trafalmadorianos y reconocer otra visión del tiempo cambia, establece una personalidad que contempla en calma. Sabe lo que va a pasar. decide evidenciar lo que sabe en los medios, hasta anunciar su propia muerte para otorgarle sentido a la vida. La gente es tan esquiva como lo fue él con los trafalmadorianos ante la explicación final sobre el destino universal:

(…) Si los demás planetas aún no están en peligro por causa de la Tierra, pronto lo estarán. Así pues, les ruego me digan el secreto para llevarlo a la Tierra cuando regrese y conseguir nuestra salvación. ¿Cómo puede vivir en paz un planeta?

Billy se sentía como si hubiera hecho un gran discurso. Por lo tanto quedó desconcertado al ver que los tralfamadorianos cerraban sus manecitas visuales. Sabía ya, por experiencia, lo que ello significaba: que estaba diciendo estupideces.

–¿Le importaría… le importaría decirme –le preguntó al guía desanimado– qué es lo que hay de estúpido en esto?

–Conocemos el fin del Universo –contestó el guía–, y la Tierra no tiene nada que ver con él, a excepción de que también será su fin.

–¿Cómo… cómo será el fin del Universo? –preguntó Billy.

–Lo haremos estallar experimentando un nuevo combustible para nuestros platillos volantes. Un piloto de pruebas tralfamadoriano aprieta un botón de puesta en marcha, y todo el Universo desaparece.

Y así será.

–Si lo saben ustedes –insistió Billy–, ¿no pueden evitarlo de alguna forma? ¿No pueden evitar que el piloto apriete ese botón?

–Siempre lo ha presionado y siempre lo presionará. Siempre hemos dejado que lo hiciera y siempre dejaremos que lo haga. El momento ha sido estructurado así.

 Matadero Cinco es una gran novela que interpela y entretiene, pero que deja claro que debemos temer a la guerra, siempre peleada por niños, siempre con corderos que marchan sin saber hacia que muerte van, Guerras que llevan más de 70 millones de muertos y que hoy en día parecen estar más vigentes que nunca. Y más siniestras. Vonnegut lo anunció.

Seda

Seda es una joya, una preciosa advertencia de lo posible en literatura. Alessandro Baricco relata este viaje entre mundos desde una mirada inmóvil, casi íntima, que nos revela con igual hermosura los paisajes transitados, en la construcción del relato; cuidado, armonios, único. Esta quietud con la que cuenta genera la distancia necesaria para encantarnos con la voz de su obra y tal vez para que no le duela como autor.

Hervé Joncour, protagonista de esta novela, viaja en busca de aventuras bajo el ala de comprar huevos de gusanos de seda, fuente del sustento en las hilanderías de su pueblo. Es muy probable que lo que busque encontrar sea el laberinto esencial que lo moviliza, el que todos deseamos hallar. Seda está ambientado en el siglo XIX, los viajes los realiza a Japón, un lugar remoto y extraño en esa época para el mundo occidental, prácticamente el fin del mundo.

Baricco construye esta novela sin ansiedad, pero con un ritmo firme, de capítulos cortos, llenos de sutilezas y apelando a los sentidos. Vuelvo a llamar joya a esta novela corta, que nos envuelve, con descripciones de Japón asombradas y ricos contrastes. El director francés François Girard llevó la historia al cine, en 2007 bajo el título de Silk y es una obra literaria traducida a muchos idiomas . Baricco dijo de su libro: “Ésta no es una novela. Ni siquiera es un cuento. Ésta es una historia. Empieza con un hombre que atraviesa el mundo, y acaba con un lago que permanece inmóvil, en una jornada de viento”.

Me atrevo a contradecirlo. Es una novela corta maravillosa, que nos deja extáticos, llenos de posibilidades. Creyendo que las historias siempre pueden ser narradas de una forma preciosa. No sé si tan lograda como la de Baricco con Seda, pero invita a quien escribe a intentar ese salto de calidad equisita.

Para leer y releer.

Factotum

«Yo era un hombre que me alimentaba de soledad; sin ella era como cualquier otro hombre privado de agua y comida. Cada día sin soledad me debilitaba. No me enorgullecía de mi soledad, pero dependía de ella.»

Charles Bukowski

 No es novedad que Bukowski es una especie de padre del realismo sucio, por lo que en una de las obras que lo consagran, encontrar un rejunte de palabras de gran porte que nos asquean es esperable. Factotum es más: esta novela protagonizada por su álter ego Henry Chinaski, describe un mundo, una época, una manera de ver la vida. Chinasky va de un trabajo a otro como el texto, saltando, picoteando de historias al lector. Es un sexópata y alcohólico empedernido y por supuesto quiere consagrarse como escritor.
Bukowski es directo. No pretende gustar ni adular al que lee, sino que narra la acción cruda.
La repetición de situaciones lejos de incomodar, nos va colocando en tema, nos sumerge en la vida de este personaje díscolo y desesperado, tremenda vida en la que se sostiene porque toma un trago, o porque se masturba sin respiro.

Él lo dice:  No tengo más remedio que ser un matón hijo de puta. El mundo pertenece a los fuertes. 

Bukowski es la voz autoral que visibiliza a los desahuciados, las putas y los borrachos, pero hay una debilidad inherente que se ve tras la desgracia y la decadencia mostrada en los capítulos del libro. Es bastante común que se tilde de vulgar a este autor, tal vez con la pretensión humana de un refinamiento que no poseemos. ¿Acaso hay algo más burdo que acto de parirnos? ¿Algo más ordinario que la biología de nuestro cuerpo? ¿Más primario que las necesidades a saciar?

Bukowski es. Factotum es Bukowski.

Aura

Aura es una novela corta escrita por Carlos Fuentes. Tiene todos los recursos que engalanan un texto: ágil, misteriosa, maga. Esta obra, escrita en 1962 es además de referencia, es la novela que vuelvo a releer cada vez que quiero comprender como escribir para que un lector no pueda evitar leer y sorprenderse una y otra vez con una misma historia. Una que se lleva adherida en la piel, para siempre. Aura fue escrita al mismo tiempo que  La muerte de Artemio Cruz  y ambas apelan a lo tangente, a aquello que nos deja incómodos, como tratando de tragar lo leído, de procesarlo.

Es una obra que no quiero contar, porque el autor la narra de tal forma, que deben sorprenderse en cada una de sus páginas, en cada supuesta mirada, hechizada o no, de esos ojos verdes llenos de memoria y de tiempos.

Felipe Montero es un joven historiador al límite en su vida, halla un anuncio de diario que el mismo define como hecho para él, algo predestinado aparece sin que nos extrañe. Cuando llega, siente que es tragado por una oscuridad fría, y una anciana lo guía a su cuarto. Es Consuelo Llorente, la mujer del anuncio, luego conoce a Aura, la joven de la que se enamora y que lo prenda lo suficiente para quedarse a organizar las memorias del esposo muerto de la anciana, el General Llorente.

Todo es subyugante, la casa, los conejos, las ratas, Aura. Pero se enamora, y las memorias del general lo llevarán a su propio futuro. en una vuelta cíclica de la vida que propone Fuentes magistralmente. Lo raro y lo erótico se vuelven objeto de atención, la oscuridad y la luz, excusas. Aura y Consuelo, o debería decir ella, envuelven a Felipe y a nosotros, los lectores, en la brujería más interesante y reflexiva contada nunca. ¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Qué mirada nos construye?

Novela obligada, en la que el escritor mexicano encarna como nadie el mito y la historia, la vida y la muerte, y ese encuentro con el otro que siempre es uno, en la historia pasada. Exótica, siniestra, incomparable.

Un cuarto propio

“Un cuarto propio” es un ensayo de Virginia Woolf que se publico en principio en 1929. Es una extención de dos conferencias que la autora dio en universidades, y que tenían un público femenino, de la Universidad de Cambridge.

Un cuarto propio, habla de la necesidad de un espacio por parte de las escritoras, y de las mujeres en general, en el sentido figurado y en el propio sentido; un espacio -un cuarto propio- en un mundo de hombres especialmente en el ámbito literario, donde las mujeres debían elegir que ser mientras el hombre podía ser más de una cosa a la vez. Padre, empresario, pero no madre y exitosa. O madre y escritora.

Hasta su propio padre le vedó el derecho a una educación universitaria a Virginia Woolf, que resultó ser una de las escritoras más influyentes del siglo XX . En las conferencias, Woolf se anima a hablarles a todas las mujeres que lograron tener una educación formal, insistiendo en la necesidad de entender lo relevante que es educarse, pero sin olvidar desde ese lugar de mujer educada, la situación elemental de las mujeres en general dentro del ámbito social de la época.

Woolf establece la existencia de un contrapunto particular entre cómo los hombres al escribir ficción idealizan a sus protagonistas femeninas, y como los mismos hombres las tratan en la vida cotidianas. La “mujer de ficción”, diosa, musa, poseedora de la mirada artística del hombre y privada de un rol social en la vida real. Habla de una mujer propiedad del hombre, que sin embargo la describe en la ficción como alguien a quien reverenciar. “Un cuarto propio” además, da cátedra sobre lo dicho por e escritoras como Jane Austen, las hermanas Brontë y George Eliot, sin olvidar las ideas académicas y feministas de Jane Ellen Harrison.

Virginia Woolf brilla en “Un cuarto propio”, muestra su voz, su estilo y su libre pensamiento, y es por eso que es un libro fundamental en la historia literaria y en la social, porque aunque creamos haber adquirido derechos, este libro nos muestra cuanto falta por actualizar respecto a la igualdad y a la necesidad de contar con una vida literaria provista de un cuarto propio, donde procesar la ficción escrita por mujeres.

El Oficinista

Cuando comencé a leer esta obra de Saccomanno, tuve la sensación de que el personaje me pertenecía, nos pertenecía, porque era uno que como bien guiña el autor, por medio del compañero de oficina, es un ruso. Un ruso típico, en el que la íntima convicción de la insignificancia lo vuelve enorme, duro, increpante. Por momentos, en ese sobretodo doblado con esmero nos asalta el Capote de Gogol, pero decididamente es Dostoievski quien lo asume en sus devaneos existenciales. Es una obra difícil que nos sitúa en un mundo posible, donde todo lo que es noticia hoy, se agolpa en un espacio físico para volvernos secuaces de un estado dictatorial, de terroristas alienados y de perros clonados que se nos asemejan.. El terror mental transita bajo la superficie de una vida común, que no tiene tiempo, porque es lo mismo ayer que mañana, cuando todo está perdido. Lo no dicho es lo que causa pánico y lo que no se dice es que resulta posible llegar a un mundo así. Sin embargo hay belleza en la decadencia escrita por Saccomanno, hay una atrocidad tal que rompe cánones y nos vuelve parte de un concepto estético de la vida. Y de la muerte.

Este hombre, dejado de lado en la ecistencia personal, en la que padece un monstruo que supo ser su mujer, que habita la casa de una prole siniestra de la que solo rescata al débil, el viejito, es un personaje que muestra un elemento social necesario para la maquinaria, pero reemplazable, que tiene la sensación de haber tocado de cerca el amor. Pero su compañera, la secretaria, es también la amante de su jefe. Este mundo que parece vertical no difiere del nuestro donde adaptarse en sobrevivir, descripto en el mismo libro así: “Hombres y mujeres completamente normales avanzan a diario hacia su escritorio en una ciudad arrasada por atentados guerrilleros, amenazada por hordas de hambrientos, niños asesinos y perros clonados, vigilada por helicópteros artillados y bautizada con lluvia ácida”. Y en ese mundo este tipo conoce lo que llama amor, que logra volverlo un superhombre, endiosado por la gloria de lo acontecido, y que luego, en el derrotero que le traza Sacomanno, lo baja de un hondazo al infierno del destierro y el horror.

Capítulos cortos, sentencias concisas, nos marcan el rito de esta historia que puede ser distópica, pero que en realidad es aterradora, y nos interpela hasta los huesos, porque el oficinista, o los hijos, o la mujer o esa secretaria mojigata y voraz, podemos ser o llegar a ser alguno de nosotros. La historia paraliza porque no nos dice todo, porque nos muestra y porque predice, o tenemos la sensación de que lo hace, una de las posibles sociedades que estamos en pos de construir. Hasta donde llegamos para cumplir nuestros deseos: ¿a matar? ¿a morir?, perder todo sería casi lógico, pero no desesperemos, que esto aún no ocurrió, o pasó ayer, pero sin embargo, transcurre en este momento. No nos daremos cuenta, porque la vida nos pasa al lado mientras sacamos números y nos preocupamos por cuidar el pusilánime sitio que nos conseguimos en la cadena de poder. Ahora que lo pienso, es también una obra digna de Ballard más autentico, ese creador de catástrofes que le daba un toque perverso a los motivos de sus personajes.

Muchas inspiraciones, una buena voz la de Saccomanno y un libro para leer y releer.

Pregúntale al Polvo

Fante solo tuvo trascendencia después de su muerte, es probable que gracias a Charles Bukowski que consideraba a John Fante un escritor verdadero, sin remilgos, con la autenticidad reveladora de lo cierto.

Fante era prácticamente contemporáneo con Bukowski, pero resuena sin embargo en la obra del último, como si fuera más de una década la que los separaba, aunque el segundo no contaba con su humor. Probablemente esté Fante en Bukowski en esta cuestión de los alter ego que tienen ambos autores aunque el de Fante, Arturo Bandini, no puede con sus miedos y fracasa en las relaciones al punto de huir aterrorizado de las prostitutas pagándoles extra, o mantiene romances inalcanzables con mujeres que desprecia por no poder amar, construyendo un alter ego tal vez invisibilizado por los prejuicios. La incomunicación lo es todo en el personaje de Pregúntale al Polvo, escritor improbable y autor de sueños imposibles.

Hijo de italianos, pero nacido en EE.UU, la complejidad del inmigrante está en su obra, y él se ve y se siente norteamericano, y desde allí denigra a otras etnias minoritarias, como sus padres,tal vez por el propio desprecio que siente por sí, es que lo refleja en una desgarrada contienda contra mexicanos, filipinos, japoneses; y lo hace sin disimular su racismo. A él lo llaman “macarroni”, aclara varias veces. Nacido en un pueblo de Colorado, Bandini (Fante) parte a buscar suerte a donde todos iban en esa época, es decir a Los Ángeles. Una valija humilde su máquina de escribir y veinte años tibios. Llega y cree que va a lograr el éxito como escritor. Todas las novelas de Bandini muestran la descarnada ciudad meca de los años treinta. Estos libros son: Espera a la primavera, BandiniPregúntale al polvoSueños de Bunker Hill y Camino de los Ángeles, el último publicado recién en 1986, en forma póstuma.

Pregúntale al polvo narra en primera persona las travesías del joven Bandini, en una pensión de mala muerte en Bunker Hill, con tan intricada construcción que Bandini sale de su habitación por la ventana, para tirarse al césped y soñar un futuro que supone glorioso aunque una naranja sea su alimento diario.

Bandini vende su relato “Y el perrito rió” a una revista reconocida, y compra una enorme cantidad de ejemplares que reparte a todos tratando de impresionar. Nadie lo lee. Le escribe eternas cartas al editor que no conoce, reconociendo sus miserias y su falta de inspiración para concretar la novela que nunca comienza a escribir. En tanto, conoce a Camila, una moza de ascendencia mexicana y tal vez su mayor contradicción. La ve como una “diosa Maya” pero la destroza por “sudaca” , mientras que Camila le dice que ambos nacieron en Norteamérica. Bandini siente mucho por Camila, pero mucho malo, porque es una voraz decisión obsesa de poseerla, que incluye el rechazo y el miedo más sublime. Camila vive, es libre, se atreve, y Bandini tras su sueño americano, es un italiano católico militante. Camila vuela sobre las mesas, baila, juega, nada, ríe, Camila ama a otro. Un mozo enfermo, un tipo sin sueños, pero libre, todo lo que Bandini no es.

Bandini se envuelve con tanto desamor en las páginas de Pregúntale al polvo, harto de hambre, desolado por las mentiras a su madre, pidiendo perdón a Dios sin poder confesarse, y se transforma en agobio e impudicia. Es el que no puede nada. Enamorado y despechado. Aún así, en medio de la ignominia, el editor le envía un cheque: convirtió en un cuento una de sus cartas y se publicará próximamente. Y le pide que escriba una novela. Bandini se siente en el cielo como escritor, mientras se pierde en los escarnios del infierno con Camila.

Toda la novela de Fante transita la vida, el amor, la escritura, los miedos, la Norteamérica prejuiciosa pos depresión y logra mostrarnos todo eso, con un solo personaje: Bandini. Un tipo que nos da pena, al que despreciamos y también un joven incierto al que deseamos abrazar. Contradictorio y por lo tanto humano, Pregúntale al polvo es una novela cruda, pero llena de verdad, una novela de un Fante auténtico, tal vez es la novela Fante por excelencia.

Si sos lector, no te la pierdas, si escribís, es una necesidad.