Los llanos

“Atarse a algo. A una huerta, un bosque, una planta, una palabra. Atarse a algo que tenga raíz, anudarse para no perderse en el viento que sopla sobre la pampa y llama

Spoileo el final de esta novela de Federico Falco y podría anunciarla como las editoriales. algo asi: Finalista del 38.º Premio Herralde de Novela .Una novela sutil que aborda el duelo de una ruptura. Un libro sobre el tiempo que pasa y sobre el llano en el que habita un hombre que cultiva una huerta y mira y recuerda y escribe.

Sin embargo es una novela muy prolija, bien escrita, con imágenes poderosas, hasta poética que para mí, esta reseña es personal, ya fue escrita muchas veces. El viaje introspectivo ya lo hizo Alejo Carpentier, las elogiosas virtudes de la pampa tiene millones de escritores de todos los tiempos que las han descripto y las rupturas y duelos, los amores y los tiempos, los otoños, inviernos o primaveras que deben transcurrir para que el dolor cese, forman parte de la mayoría de las buenas novelas.

Me gusta como escribe Federico Falco, sin dudas, tiene sutileza y lleva el tiempo interno al paso justo. No voy a desaconsejar su lectura, solo pretendo bajar la expectativa. No se por qué a veces se supone que todo lo que alguno premia debe fascinarnos. Esta muy bien que solo nos guste, que la podamos leer, comentar, analizar, disfrutar incluso, sin decir es lo mejor que leí. No lo es. Y no es lo mejor que leí sobre los llanos, ni sobre la búsqueda interior.

Dicho esto, encontré belleza en la novela, como la cita del final, es extensa, tal vez lo cotidiano repetido tantas veces más que tiempo se vuelve peso. Pero miren que lindo escribe Falco:

«En la ciudad se pierde la noción de las horas del día, del paso del tiempo. En el campo es imposible»

“¿Por qué nos enamoramos de alguien? ¿Cuáles serán, cómo se llamarán, esas teclas ocultas, esas zonas secretas e inaccesibles para nosotros mismos, los receptores que se iluminan cuando alguien nos gusta?” (…) ¿Y con cuánto pesar nos despedimos de ellos, o con cuánta insistencia sostenemos, lo intentamos, le damos otra chance, porque nuestra cabeza dice que es la persona apropiada, pero no: los días se vuelven solo un carretear pesado que no logra levantar vuelo y no pasa nada.”

“Un cuerpo apenado, ¿cómo se escribe?

Algo que me encantó de los Llanos es el rescate de la historia familiar, de la memoria, en la búsqueda de ser quien uno es. Esa trascendencia que no puede pasar solo por el ahora está presente.

Una buena novela. Un buen autor.

Cometierra

«La golpiza le comió un montón de energía y en la pantalla apareció FINISH HIM! Raidem se tambaleaba en el medio de la escena y pude terminar de matarlo»

Dolores Reyes

Tardé en leerla, me resistí como la protagonista hizo con algunas de las botellas de tierra que le dejaban por su don. Es que hay algo empalagoso en la literatura argentina escrita por nosotras, las mujeres en el siglo XXI, parece que contamos una y otra vez lo mismo, que mostramos una y otra vez las mismas historias con nombres y pueblos cambiados. La pobreza, la villa, las mujeres maltratadas o asesinadas, y otra vez lo negro como telón de fondo de tramas similares. Por todo eso me resistí. La creí marquetinera, para vender a los de siempre. Y tardé todo lo que pude en tomarla de mi biblioteca. Más de lo que esperaba.

Mi mano asió el libro, me senté en el pasto como china, comencé a leer y esta joven escritora me hizo entrar en su mundo. En esos hermanos sufrientes, en la barbarie del alcohol, y en la tragedia de una niña hincada sobre la tumba de su madre que descubre al ponerse la tierra en su boca quién la mató.

De ahí en más hasta que terminé la lectura, la novela me transportó.

La historia transita por momentos gloriosos y otros que dieron la razón a mis dudas. Al ser breve, la repetición es nimia en comparación con los aciertos: la seriedad de la autora, que escribe muy bien, austera, sin perder poesía, jugando con lo mágico, sin ser calificable dentro del realismo mágico, con interesantes personajes muertos como Ana, educadora, valen la pena, aunque posee algunos golpes bajos que no suman.

Todo lo anterior es lo que fui sintiendo, Cometierra es un camino sinuoso , una vorágine de barro contenido en páginas escritas con calidad que deja con ganas de seguir leyendo a la autora, en especial sabiendo que es su primer novela.

Bien por Dolores Reyes, le ganó a mis prejuicios.

La prosa alucinada de la autora, es lo que me enamoró de esta novela, esos momentos donde la fiebre del pasado se apodera del personaje para volverlo universal.

Cometierra trata sobre una mujer que es discriminada y discrimina, casi sin darse cuenta, a otras mujeres que encuentra en la vida dura que la Argentina actual le depara, a ella y a muchos.

Interesante, llena de humus literario.

Donde retumba el silencio

«Donde retumba el silencio se incorpora a la sólida tradición de novelas de la intimidad, desarrolladas por escritoras como Virginia Woolf o Natalia Ginzburg.»
Clara Obligado

La novela ganadora del Premio Clarín no corta el aire del lector, tampoco recurre a grandilocuencias. Está escrita desde algún rincón del alma y por eso nos conmueve. Cuenta, además, con una prosa prolija y cuidada, que permite que la transitemos con fluidez.

Agustina Caride, su autora, estudió Letras, fue crítica literaria y colaboró en distintas revistas. Trabajó en editoriales; coordinó LiterAr junto a diversas editoriales para promover la literatura argentina; organizó eventos culturales para la agencia Schavelzon. Obtuvo tres premios y beca del FNA. Actualmente es correctora; dicta talleres de escritura y lectura y coordina eventos literarios en Literatura Bazterrica –Caride. Sus libros publicados son Y sin embargo no llovióCuentos con historiaCuando ella supo quién era GoldambeckPanambí y otros cuentos con historia (fue adaptado a la lectura fácil para personas con
incapacidad lectora), Última generación, Generación cero, Testigos invisibles, No habrá sino ausencias, La chica de papel, Los sueños también flotan (ganador del concurso Soy autor y editorial Quipu) y Donde retumba el silencio, novela objeto de esta reseña, publicada por Alfaguara.

Tiene herramientas de sobra para narrar la historia, y eso se agradece. Por momentos la intimidad, por momentos la crónica histórica, pero siempre sin perder la verdadera trama que es la amistad y la vida compartida entre estas amigas ahora enfrentadas: Leo y Vira. Caride construye un mundo familiar
verosímil, con personajes que terminamos llamando por su nombre de pila a medida que leemos. Y nos encontramos preguntándonos ¿Cuándo llega María? o ¿No le avisa a Gabriela?

Los simbolismos son impecables, por eso la novela nos retumba para llegar hasta el lugar donde todos fuimos o seremos una de estas dos mujeres de ochenta, que criaron a sus hijos desde donde pudieron, como sucede en esta Argentina que nos pesa, y que desde mediados del siglo veinte, nos va dejando
solos. Una arriba y la otra abajo, no es casual. Una emprendedora y ex dueña de un campo, la otra docente, peronista y sindicalista; tampoco es fortuita la elección. Somos nosotros, los argentinos, vos y yo, los Ríver-Boca, blanco-negro, las cuestiones que ni el mundo líquido nos deja disolver para
unirnos y no perder lo querido, lo valioso. 

Y de toda esa identidad habla Donde retumba el silencio, también muestra las consecuencias del orgullo, la soberbia, de la incomprensión, la rebeldía, la admiración y resulta que tras todo ese diálogo literario que propone Caride, lo entrañable termina siendo lo que se descuelga de la historia. Con las vidas
efímeras de dos amigas longevas se desmoronan silencios, miedos, deseos, sueños, alegatos y ridículas posturas políticas que a veces sostenemos para no desarmarnos, y que nos llevan a perder afectos únicos. O los postergamos como si fuéramos eternos, hasta que lo eterno llega.

No encontré a Virginia Woolf en la novela de Agustina Caride, aunque es clara la influencia de muchos autores que una gran lectora como ella tiene; yo sentí que Leo y Vira fueron susurradas al oído de la autora por Manuel Puig, para que no nos quedemos sin estas señoras memorables de la literatura
argentina.

Buena lectura, de calidad.

Nada que Corte

“Una novela cruda en la que se manifiesta la maquinaria laboral moderna, las cuestiones pendientes y el amor líquido.”

Luis Mey

Gloria Vaccarezza nació en Buenos Aires, estudió Comunicación Social en la UBA, es redactora, creadora de contenidos y productora. Nada que corte es su primera novela. Una en la que el relato de Débora, protagonista de la historia, nos lleva, de uno al otro lado de la locura y una supuesta razón.

Hay una identificación de época clara que hace las veces de sub trama en la historia y le agrega una capa a las dos existentes: psiquiátrico y vida laboral. Este nexo temporal construye un lazo invisible en el que más de una vez en la lectura, nos preguntamos que vida es más desquiciada, donde está la mentira y dónde la verdad.

Vaccarezza nos lleva por la historia en tono casi naif, con el que relata vidas duras, desangeladas, regadas con buena música y peinados locos. Las drogas, la liquidez del mundo, la perspicacia de lo inefable y el silencio como símbolo del miedo están siempre jugando el juego de la novela y la vuelven rápida, de esas obras que podemos transcurrir a pesar del dolor.

Muy interesante primera novela de una autora que tiene qué decir y que no teme bañar de registro personal una historia que sin dudas, maneja con sutileza y rigor social.

 “La realidad era dura, pero con eso no alcanzaba: había que mostrarla de manera cruda”, dice la protagonista en sus móviles de televisión, la autora nos cumple con lo dicho. Nada que corte habla de sentimientos, trayectos, lamentos, desintegración, pánico, ansiedad y de una profunda soledad.

Sin dudas habrá más novelas de Gloria Vaccarezza

Páradais

Qué bien escribe Fernanda Melchor. Es lo primero que diré sobre esta obra que trae dejos de Carpentier en algunos pasajes. Qué pena que una autora de tal talla haya caído en lugares comunes, es lo segundo.

Y en el medio, transcurre una novela interesante con unas diez páginas finales sublimes. Con voz propia, Melchor nos trae a Polo, un joven sin deseos ni futuro posible que es casi una parodia de sí mismo, su encuentro con otro, de otra clase ( confieso que el tema clases sociales ya me resulta recurrente en las novelas contemporáneas) y que se ve envuelto en la obsesión de Franco, su amigo de mamúas y de puchos, dando origen a la tragedia, que redime a la autora de las excesivos «aquellos» con los que nombra al narcotráfico, en un intento infructuoso por dejarlo en segundo plano.

Melchor dice: «Quería mostrar lo absurdo de la violencia, lo innecesario de estas violencias que ocurren todos los días» Y lo hace, Páradais se mete en el terreno de la violencia pero también en las diferencias sociales, usando la relación entre un adolescente que vive en un barrio privado y otro que es el jardinero del lugar, ellos están en Páradais para mostrarnos como la obsesión y la alienación llaman a la crueldad, sin posibilidad de vuelta atrás. Hay personajes que podrían no existir, no tienen una gran justificación en la trama, y en las primeras cien páginas utiliza demasiados de recursos descriptivos y vulgarismos, en especial porque escribe en tercera persona. Aunque cada crítica que hago siento que la realizo sobre algo que está bien hecho. Es que Fernanda Melchor tiene más que dar, una lucidez literaria y un manejo de las palabras específico admirable.

La novela sobre el final nos maravilla, la técnica, los tiempos narrativos, la fuerza de la voz, y una estructuración sin aliento, para mostrarnos lo que sin duda viene diciendo Melchor con el resto de su obra: no hay paraísos, no los hubo ni los habrá.

Degenerado

Ariana Harwicz encarna a la escritura despojada, no enjuicia a sus personajes, los narra brutales, monstruosos, poéticos, malditos, y nos deja en guardia, con los puños apretados. Así escribe.

 

 Degenerado es la historia de un acusado, un “perverso”. Y este hombre es un hombre con el cuerpo en juego. La autora argentina, que resiente las normas de la literatura hecha para vender, para encajar, nos convida con emociones desbocadas, nos vuelve metáfora, nos deja sin tiempos. Y lo que propone no es temerario, sino que atraviesa los miedos morales para encender la llama del deseo per se.

En Matate AmorPrecoz o La débil mental, nos dio una punta para comenzar a descifrarla, y en ésta novela, en la que aparece el hombre real, no elige cualquier hombre. Es uno que viola y mata, pero que fue vulnerado. Podemos sentir todo: amor, odio, bronca, lo aciago y lo real, y los sentimientos son tan descontrolados como las vidas de los vecinos tras los muros. Y eso es lo que da el alerta al lector. La culpabilidad deja de ser relevante cuando se cuestiona lo moral. La sociedad hipócrita encarnada en la justicia se nos viene encima y nos obliga a pensar en el actuar del hombre frente a tanta mujer expuesta. ¿Qué desea? ¿Qué hace?

Ariana Harwicz construye a su protagonista en un entorno donde el castigo social es ley, tal vez porque la normalidad es una cuestión difícil de llevar. En un entorno pacífico, que parece de cuento, es el escenario para la explicitación de toda nuestra humanidad y de sus voluptuosidades paganas. Lo pacato se vuelve irresistible para fiscales, jueces, vecinos y el hombre condenado, termina siendo la víctima de un status quo social que trasciende fronteras.

En Degenerado, el peso está puesto en la libertad con que está escrito. Sin culpar ni exonerar, sin preconcebir. Nos cuestiona nuestros gustos privados, nos invita a tocarnos de verdad, para saber también, quienes seríamos de no censurar nuestros deseos con lo político. Este hombre tuvo un padre que lo violentó desde pequeño, ¿eso lo convierte en lo que es o lo vuelve un farsante? Es excusa o prueba, él mismo aparece mintiéndose un cómo y cuestiona su verdad creándose otra, que es historia narrada. En un lenguaje nuevo, quebrado y sustancioso que se aleja de tradiciones literarias, Harwicz fluye, no escribe para norma.

Y acierta en todo, esta historia debía ser escrita así, sin tibiezas: es la historia de un pedófilo que le escupe su asco a la sociedad, para reivindicar el deseo. Ni más ni menos.

Ceremonia Secreta

“Pero a menudo enferma de soledad, había soñado que en ese poblado mundo había alguien que conocía nuestra existencia, que necesitaba de ella, que la esperaba y la buscaba, y que alguna vez la encontraría y se la llevaría consigo. Y ahora esa loca fantasía dejaba de serlo. Pero no hay que interferir en la delicadísima mecánica de la magia con su pedido de explicaciones. Hay que someterse y dejarse gobernar”

Ceremonia secreta de Marco Denevi, premiada en 1963 por la Revista Life, es mucho más que una breve obra teatral, y no lo digo por la película policial que dirigió Joseph Losey, sino por el manejo maravilloso de la iniciación o descubrimiento de identidades que logra el autor, con cuadros que pueden parecer grotescos.

La loca santificación del mundo con la que el personaje de Denevi inicia la novela, juega con dos miradas: la de la figura que promueve exorcismos florales y rezos, hechos sin permiso para salvar vecinos en un barrio de Buenos Aires y por otra parte la religiosidad que intenta mover o modificar conciencias.

La trama narrativa intenta resolver secretos que van apareciendo como luces, algunos rituales, lo policial en el grupo de sicarios, robos, violaciones y traiciones novelescas algo góticas, que lo religioso sumado a casonas cavernarias otorgan a la historia. Es una novela sobre andamiajes narrativos que se superponen, con actores que pueden venir de cualquier pretérito, creando planos inigualables, al mejor estilo Denevi para distorisionar la realidad.

Leonides Arrufat en su diario deambular va cuestionando la vida y obra de todo lo que no sea santo, santo como ella lo concibe, es la voz de la religión en la novela, una voz abrumadoramente sola, que en su propio eje santurrón deja entrar espíritus y nuevas identidades para poder seguir con lo que cree es un designio divino. Su desvarío hace posilble la relación con Cecilia Engelhardt. Así asume un rol primero, otro después, hasta confundirse en tres mujeres y sentir que la vida, en el encuentro con Cecilia, le dio un sentido a su existencia.

El enigma,es el que nos lleva a leerla con voracidad, acá no desciframos un misterio sino planos de realidad, o realidades posibles en uno y otro tiempo. Muy pronto aparece la idea de oculto, en Cecilia, cuando acosa a Leonides en el tranvía. Y es allí que se sella la trama, y nos propone el autor comprender ese vínculo contraído desde lo secreto, uniendo lo esotérico con lo religioso, mezclano lo mundano con lo celestial. Ceremonia Secreta está llena de yeites o guiños para que entendamos un mundo que nos excede.

Las escenas iniciales ya nos dejan un margen de dudas por la elección de como contarnos, con que palabras, por parte del narrador,para que comprendamos la mente de estos personajes: “La muchacha lloraba. Lloraba silenciosamente, sin un gesto sin un movimiento. Lloraba con las manos en los bolsillos. Encogida en su asiento, lloraba. Lloraba y miraba a la señorita Leonides. Miraba a la  señorita Leonides y amargamente le reprochaba no cumplir con el pacto. ¿Con el pacto? ¿Con qué pacto? La señorita Leonides perdió la cabeza: Bruscamente se puso de pie, pasó por delante y por encima de la joven, literalmente la aplastó, sintió bajo sus pies los pies de la otra, le pareció que la muchacha intentaba detenerla, que murmuraba algo, pero ella no debía escucharla, porque si la escuchaba estaría perdida, perdida para siempre.” 

Aquí aparece el narrador mostrándonos el enigma propuesto, ¿de dónde viene esta relación, de que habla la resistencia de Leonides, qué percibe?

Cecilia exige que Leonides cumpla un supuesto pacto, claro que los pactos Leonides los hace con Dios, para salvarse, para salvar al mundo del pecado. Por ahí va la cuestión. La escena que cito es el resumen secreto que sostiene toda la novela. No voy a referirme al final, pero es allí donde Cecilia da sentido a toda la trama.

Denevi muestra en esta narración conocer el sentido de la enigmación, la profundidad a la que llega con sus personajes, y como va enhebrando los hechos, es sabia. Como a Cecilia y a Leonides, esta novela consagra al autor, elevándolo. La brevedad de la obra, que la agiliza sin discursos filosofales, sumada al tono poético la tornan redonda. Estas dos mujeres se necesitan, y un sumun que las trasciende es lo que las une. Lo figurativo, aquello que es signo y señal, las analogías, van creando capas en la conciencia de los personajes y del lector,

No es casual la mención al juego de la oca, porue toda la novela es lúdica. Todo tiene la suerte y la verdad como posibles. estructura de la novela. “Después todo sucedió como en el juego de la oca loca, en el que una ficha avanza lentamente, caprichosamente, deslizándose aquí, deteniéndose allá, por un camino zigzagueante dibujado sobre un cartón multicolor, y otra ficha, más atrás, la sigue,  marchando ella también a intervalos, hasta que de súbito, y cuando el azar lo dispone, la segunda ficha alcanza a la primera y entonces las dos, la perseguida y la perseguidora saltan fuera del camino y van a encerrarse juntas en un escaque como en una fortaleza”. Pero tiene otras posibles razones para comprender la realidad, además de la lúdica, por ejempo la conciencia, la iniciación que hace el padre sobre Cecilia, la categórica creencia de Leonides, diferentes pero extremas tramas secretas que moviendo las fichas de las vidas de los personajes, con detalles, como el Arcángel Miguel en la casa, que está para señalar y castigar el mal. La trama llega hasta el sacrificio. El pacto entre Cecilia y Leonides  es un pacto elevado. La novela nos lleva por los caminos del conocimiento y las verdades de un orden trascendental. Ceremonia secreta es un entrelazamiento de acciones cotidianas, signadas por el mal; con voces de locura y de profunda conciencia divina,tal vez solo se trata como toda gran obra, del bien y del mal.

Marco Denevi, sin dudas, un iluminado.