Diario de Cuarentena: Impotencia

Aunque el sueño me pega fuerte esta mañana, igual intento terminar con mis cuestiones. Último texto para el Mundial de escritura con mis queridos Piarenses, cursada en FLACSO hablando de políticas culturales y dedicarle unas horas del día a la novela que me quieta el sueño. Tengo que elegir y probar una plataforma para Políticas Culturales en acción que modero el viernes y corregir el taller. Hago lo que me gusta, casi siempre sin paga pero lo que me gusta. Sin embargo hay un dejo amargo en mi vida cuando sé que me controlan. No puedo circular, no puedo ver el mar, no puedo ver a amigos, hermanos, sobrinos,colegas, alumnos. No estoy pudiendo transitar libremente, ni trabajar libremente, ni caminar libremente ni litigar y menos manifestarme. Procesan a quienes se manifiestan.Una locura. Necesitamos que llueva libertad.

Pero es peor, hay desaparecidos en democracia. Pero no se oyen voces. Un chico cerca de Bahía Blanca, en un pueblo como cualquiera de la provincia quiso ver a su novia. No llevaba el permiso de circulación, fue detenido en un retén, y desapareció. Otro en el norte del país, fue detenido y apareció muerto en otra provincia, en San Luis casos similares. O el ataque espantoso a los Qom ¿No obedecer una cuarentena anticonstitucional puede llevarte a desaparecer? ¿Dónde están los organismos de derechos humanos? ¿los colectivos? No hay voces sobre el tema que no sean opositoras o pocas voces periodísticas. ¿Y nos ocupamos de otros países? ¿Del racismo? Estamos en una crisis sin precedentes. Y no es por la pandemia. Es por las políticas públicas aplicadas para enfrentarlas. Políticas que atentan contra la libertad laboral, de expresión y de tránsito, tres de los derechos inalienables que debemos defender. Además políticas utilizadas sin criterio y a destiempo, con metodologías obsoletas. Hay países que hacen 500000 test semanales, no llegamos a ese número en más de tres meses y medio de encierro. La clase política no está a la altura, pero no debería sorprendernos, hace 37 años que son los mismos apellidos: Cafiero, Alfonsín, Béliz, Lavagna, Galmarini, Moreau, Kirchner, etc. Los mismos, padres e hijos, o sobrinos, una y otra vez. En lo macro pasa, pero en las ciudades también, faltan líderes. Patriotas. Personas que generen políticas de estado a futuro, que proyecten a treinta años. No para salvarse de juicios por corrupción.

Sigo con modorra, pero me desperezo, porque no es tiempo de dormirse en ningún laurel, la realidad nos golpea duro, con injusticia, desaparecidos, hambre, enfermedad y mucha corrupción. No nos dejemos intimidar, por nadie. No hay derecho a hacerlo. Que no nos amedrenten, y además, tengamos claro que el enemigo no es el vecino con coronavirus, es la falta de respuesta ante la crisis. Por eso intimidan. Decía la gran Ayn Rand: «El argumento de la intimidación es una confesión de impotencia intelectual.»

Diario de Cuarentena: Seamos Borges

Un día como hoy Einstein publicaba su teoría y comenzaba a dimensionarse la relatividad inherente al espacio-tiempo, entre otras cuestiones gravitatorias, En este momento histórico el tiempo y el espacio están cobrando un significado diferente para cada uno de nosotros. Lo mismo sucede con el espacio. Nuestro espacio temporalidad tiene reducidas sus proporciones. Tenemos menos espacio, menos territorio de acción en un tiempo que parece infinito.

Y así vamos transitando el día 103 de cuarentena obligatoria. Esta característica no es menor, lo obligatorio, aquello que se vuelve punitivo en democracia, debe justificarse. Llevamos más de tres meses encerrados, aterrados, desconsolados, sosteniendo una política pública que dado los hechos no pudo cumplir su parte. Nuestro tiempo y nuestros espacio, por separado o en el juego relativo que los enlaza están en una línea continua de no acción que somete voluntades y construye imaginarios. Porque el miedo siempre paraliza.

Como sociedad, debemos ser críticos, pero con la administración pública, no con nuestros vecinos, sumidos en el mismo fango que nosotros. Nos señalamos con el dedo de la justicia, y caemos en el error de hacer justicia por mano propia, juzgando, creando historias. Mientras, en este espacio impuesto por un gobierno, la verdadera justicia deja que flagelen instituciones, o suelta delincuentes. El congreso, se transforma en una pantomima deleznable. No nos representan. Los intendentes deben honrar sus mandatos y no estar supeditados a la chequera provincial, pero por sobretodo, los ciudadanos debemos estar a la altura, si aquellos a los que empleamos para representarnos no pueden. Nosotros somos el río, no ellos, nosotros somos el tiempo, seamos Borges:

«Negar la sucesión temporal, negar el yo, negar el universo astronómico, son desesperaciones aparentes y consuelos secretos. Nuestro destino (a diferencia del infierno de Swedenborg y del infierno de la mitología tibetana) no es espantoso por irreal; es espantoso porque es irreversible y de hierro. El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo, desgraciadamente, es real; yo, desgraciadamente, soy Borges.»

Diario de cuarentena: amor.

“El amor es parecido a cuando ves una niebla en la mañana cuando despiertas antes de que salga el Sol. Es sólo un pequeño momento, y luego desaparece… El amor es una niebla que se incendia con la primera luz del día de la realidad”, decía el gran Charles Bukowski , Y hoy me pregunto adónde ha quedado reducido ese destello, ese incendio necesario del amor, con tanta realidad brutal que nos invade.

El amor es factible porque existe la posibilidad utópica de ser feliz, de buscar esa piel que te eriza, el sentir de un otro en tus brazos, la fuerza de extrañarlo, la vuelta a esa esquina gloriosa del primer beso. Pero ¿qué pasa cuando el amor está vedado, qué siniestros designios lo mutam? Los que ya somos grandes tuvimos alguna experiencia amorosa, buena u olvidable. Pero aquellos que están floreciendo, y a los que este mundo confinado de nuestra sociedad, que no es lo mismo que un mundo pandémico, les dice que tocar a un otro, rozar a un otro, besar a otro es matarlo o morir, ¿qué lugar deja al amor?

En una tarde cualquiera llega alguien a la vida de alguien que le mueve la estantería, lo refleja o lo atrae o lo tensa. Quieren probarse, pero solo atinan a mirarse, se colocan los barbijos y rozan unos con otros. enseguida se separan y se rocían con alcohol. ¿Serán así las escenas de las nuevas películas de amor?

Me da mucha gracia cuando la gente habla de otra normalidad, la humanidad ha pasado tantas pestes, tantos virus, tantas tragedias. Esto no es una guerra. Esto es una conspiración, y por supuesto, para que la gente tema, lo primero que hay que quitarle, es la posibilidad de amar. Yo invito a celebrar el amor. Amor de pareja, de padres, de hijos, de hermanos, de amigos, amor a DIos, cualquiera sea. Este momento sanitario es un momento. Es banal. Parafraseando a Manuel Puig no dejemos que una banalidad pase a definir lo esencial

Diario de Cuarentena: acuarela

Volvió el calorcito, ¿será que hasta la naturaleza está en contra de la locura del 15/9 como fin de cuarentena? Y entonces nos regala esta especie de primavera húmeda, que nos hace resfriar, y toser, y engriparnos. Pero acordemósno que no podemos. Solo se puede tener COVID. Pareciera que estuvieran esperando que nos enfermemos todos de otra cosa, para no atendernos y dejarnos ir. La clase media, digo, los inmigrantes, digo, los que que levantaron el país. Porque ahora les tememos a los extranjeros, a los mocos, a las toses, y a la mar en coche.

Con sol y pesadez incluída, hoy debo ir al contador, porque los impuestos, la AFIP, ARBA y otros yuyos no trabaja pero cobra. La justicia ni se hace ni trabaja pero cobra. Los congresos no trabajan pero cobran, y los servicios están supuestamente congelados pero aumentan. Y así sucesivamente en una serie exponencial que parece seguir el criterio catastrófico de Malthus. Así que trataré de no fundirme en un mundo irónico donde los especuladores ganan plata y los chacareros y trabajadores la pierden.

La calle me saluda, como si me extrañase y siento el sol en mi cara, veo que hay mucha gente de hecho que es más libre que yo y sale igual. Pienso que tal vez logremos inmunidad de rebaño, con ésta nueva psiquis infectológica que hemos adquirido, pero la vida con barbijo es sólo una acuarela asfixiante de la que tuve. Así que me lo saco un momento, cortado por el grito de un vecino que antes me daba un beso y ahora me grita asesina. Aquelarres de una ciudad de provincia.

Diario de Cuarentena: Salud

Los anteojos, la colita, el mate, el celular y la crema antiarrugas sobre la mesa de apoyo. En la silla cuelgan dos abrigos y un bolso gigante gris. El espejo devuelve la pálida imagen de lo que fui. De lo que fuimos. Afuera el sol brilla más, la naturaleza emerge y se cobra lo que le debemos. Me imagino los diálogos entre garzas y cocodrilos. Nos tienen como antes estaban ellos, encerrados. Pero nos encerraron otros hombres. En el silencio de las multitudes sanas reside el poder de los tiranos.

No puedo negar que el encierro, para una escritora o para un persona que milita el intelecto significa producción. Pero tiene límite. Y está cerca, porque cuando la asfixia crece, la mente se anula.

El sombrero de plaza me ve desde arriba del mueble y añora mis rulos. Como si él y la playa supieran que pasará tiempo sin vernos. Por otra parte, mucha gente sigue su vida normal, porque así lo decidieron hombres que no sé si tienen idea de lo que hacen. ¿Por qué unos pueden trabajar y otros no? ¿Por qué vemos a comerciantes, a trabajadores del delivery y a cobradores, al canillita por ejemplo, pero no a nuestra familia. ¿La familia, la unión, el amor es una amenaza? ¿Nos quieren débiles, sin inmunidad afectiva? ¿sin recursos emocionales?

Me miro las manos, ya no tienen la piel tersa, porque la lavandina y el alcohol las lastimaron, soy alérgica a ellos, al barbijo, a las decisiones absurdas, a los pueblos sumisos, a la falta de horizonte y de límite, a la vida eterna pero sin libertad. La salud es mucho más que un respirador si te estás muriendo, mucho más que un virus, mucho más que el cuidado físico. La salud es poder elegir, sentir, expresar, trabajar, decidir como cuidarte. Voy a cerrar con las palabras de nuestra canción patria, es hora que le demos ¡al gran pueblo argentino salud!

Diario de Cuarentena: Cicatrices

Los gritos de dos gasistas matriculados y un representante estatal me hicieron saltar de un sueño. Estaba contando mis cicatrices. Esas que adquirimos por vivir, teniendo como posible cura borrarlas. Pero me gustan, me encariño con ellas. La del golpe a los diez, el tajo contra la espina de la rosa a los once, la caída de la bicicleta yendo al parque y las cesáreas que dieron vida.

Pero están las otras, las que van quedando adentro. Amores perdidos, sueños rotos. Dos o tres proyectos embolsados para siempre y la espera de aquello que no va a llegar. Una injusticia mal curada, tres instintos fallidos, la bocanada de aire cuando la vida casi me ahogó. Un ataque de pánico y las cruces quebradas de fe,

SI Saer me leyera diría que con tanto orden en mi diario, interrumpo la psiquis, y tendría razón. Estoy leyendo su libro, tal vez por eso pienso en las cicatrices propias, porque con ese fluir que un autor tan inmenso propone entre las relaciones y el caos, entre varios mundos propios y la fuerza de su voz, no pude escaparme.

¿Cuántas cicatrices te definen? ¿Las contaste?, yo me las toco, rozo mi mano sobre esos cordones de carne usada y transito el recuerdo. Me atormenta la idea de que desaparezcan. Mis cicatrices son trazos de la historia que viví y me convierten. Son las estrías de auto conocerme, los puntos y aparte de amores, las multiplicaciones de mi dolor.

Como pueblo también tenemos cicatrices, algunas intocables. Otras que nos acompañarán siempre desde una distancia introspectiva social. Pero en este ahora, estamos generando una herida tan profunda, que me preocupa que no llegue a cicatrizar. Nos estamos partiendo en mil pedazos y tomando prestada la voz a Saer » los pedazos no se pueden juntar».