Tengo muchas cosas para decir sobre este tema, pero también sentimientos. El principal es de tristeza. Una tristeza profunda que no se basa en creencias, sino en el dolor tremendo de haber perdido un hijo. De saber lo desgarrante que fue, pero no sólo para mí, que fui su madre, sino para Marcelo, su papá. Entonces cuando se trata de aborto se juegan más que principios progresistas. Se juega nuestra identidad.
Vivimos diciendo que somos latinos, que somos la patria grande, que pin que pan. Qué mujer latinoamericana se siente identificada realmente con abortar. Hablo de los originarios, aquellos que decimos queremos defender y hasta identificarnos. Por otro lado, se dice que es por las muertes de mujeres que por supuesto ninguna debe morir por un aborto ilegal. Pero partamos de que no deberían hacerse abortos ilegales. Que hay métodos anticonceptivos y que las acciones en la vida deben tener consecuencias.
Así estamos por el está todo bien de las últimas décadas. Se dice que es un tema de salud pública, pero en la Argentina el aborto está despenalizado desde 1921 por causales: es decir, en los casos en que el embarazo fuera producto de una violación o pusiera en riesgo la salud integral de la persona gestante. Lo que el nuevo proyecto legaliza y enfoca desde la salud pública es la posibilidad de interrumpir voluntariamente el embarazo. Además, realiza modificaciones en el Código Penal.
Es decir una mujer decide sobre el derecho de otra vida. No debe explicitar motivo, no tiene que haberlo, entonces me planteo: ¿aborto seguro para quién? Para la vida del bebé no hay protección ni derechos ni seguridad. Se garantiza el derecho a acceder a la interrupción voluntaria del embarazo con el solo requerimiento de la mujer o persona gestante hasta la semana catorce (14), inclusive, del proceso gestacional.
Todas las madres sabemos que a esa altura tenemos un bebé en nuestro cuerpo, uno que sentimos, uno que late, una vida. Y esa vida, se concibió de a dos. Hay una voz que tampoco parece tener derechos. La paterna. Coincido con Cynthia Hotton cuando dice: «Argentina es un país federal y esta es una agenda de las clases más altas y de las grandes ciudades”. Y la verdad es que no quiero que mis impuestos paguen abortos a chicas que no previenen sus actos. Tampoco quiero que vayan presas, por eso, aún en la clandestinidad, prefiero despenalizarlo y que la conciencia personal las asista.
Prefiero salvar las dos vidas.
La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito dice textual: Queremos que los derechos sexuales y los derechos reproductivos sean reconocidos como derechos básicos de todas las personas. Para eso, es necesario garantizar el acceso universal a los servicios públicos de salud y educación que los sostienen. Pero no consideran persona al hijo por nacer, ni al padre. Es gregario.
No conozco a ninguna mujer de trabajadora, humilde, que piense en abortar, mucho menos que se niegue a seguir con un embarazo que implique un hijo diferente. Como en muchos temas en Argentina, una minoría, ahora apoyada por el gobierno que quiere sumar puntos a su fracasado proyecto político, una minoría que piensa que la vida no vale la pena, y la subordina a deseos egoístas, es probable que imponga una ley mala, sin reflexión y sin consenso federal.
Es cierto que no obliga a abortar a quien no lo desee, pero obliga a pagarlo. Es cierto que mueren mujeres por abortar fuera de la ley, pero hay métodos anticonceptivos y en último caso adopción. Es cierto que es nuestro cuerpo femenino, pero también hay espermas masculinos que dieron junto a nuestro óvulos origen a la vida. No hubiéramos nacido ninguno de los que agitamos pañuelos verdes o celeste si nuestras madres pensaran como quieren obligarnos a pensar.
Nunca estaré a favor de ninguna muerte. Deseo salvar las dos vida. Apruebo la despenalización. No acuerdo con la gratuidad. No tenemos porqué pagar todos las decisiones personales.
Por último, en un año lleno de muertes, tratar este proyecto en un momento en el que hay una crisis sanitaria y económica terrible, claramente demuestra o una irresponsabilidad o una necesidad de entretenernos con un debate que no nos lleva a ningún lado. Perdón, en realidad, un debate que nos divide aún más.