Nota Revista Veintitrés

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CULTURA 23-06-2024 21:08 Hs.

«Quería hablar de la hipocresía social, de los miedos, de la muerte, de la impunidad, y también de la posibilidad de habitar lo sobrenatural»

 Soledad Vignolo acaba de publicar su novela No me cuentes que sos feliz.

Por Maria Helena Ripetta

«La novela tuvo una primera etapa donde solo fue deseo, nacido por ver a un niño con un cuis muerto que llevaba de la mano con tranquilidad, y comenzó a ser una intriga sobre cómo sería una niña con esa capacidad de aceptación de la muerte, así, de a poco, entre caminatas, fue construyéndose Lili, primero su cuerpo, luego sus características emocionales, tan particulares, tan impúdicas. Pero tenía que tener un contrapeso, y así decidí que la historia la contara María José, su prima, una niña/adolescente/mujer que en apariencia, sigue todas las reglas sociales de comportamiento, sin mucho esfuerzo y que responde al estereotipo de la época», dice la escritora Soledad Vignolo.

—¿Por qué el titulo?

—El título, que en la novela es una frase de Lili, representa la contradicción constante de una novela que elige ser políticamente incorrecta, que busca reflejar una realidad donde la sobrenatural está incluído y que además cuenta el fin de la dictadura y el inicio de la democracia, que telonean la historia de las primas. 

—¿En quien están inspiradas esta primas?

— Lili está inspirada en ese pibe callejero que me crucé, y María José es el modelo de chica de pueblo bien, pero bien rota también, con sus restos y sus bordes. No están inspirados en personas reales, aunque de algunas tome gestos, modos, o escenas

—¿Cómo definis a cada una de ellas?

—Lili forma parte de lo sagrado, es asquerosa, impune, cruel, terriblemente sincera, y capaz de trasmutarse. Lili es necesaria, es la que se atreve porque puede, la que no tiene miedo y pone a actuar los monstruos que ese mismo miedo construyó en nuestra niñez.  María José no sabe quién es. Para ser necesita a Lili, se pasó la vida buscándose y cuando llega a la juventud adulta sigue perdida. Sin embargo par. la sociedad, es una chica recibida y correcta que hace todo más o menos bien. Son lo mismo, en un sentido simbólico son la luz y la oscuridad.

—¿Qué es lo que las une?

—El hilo que construyeron cuando niñas, los miedos que las paralizaban, los juegos iniciáticos y el espanto ante una sociedad, padres incluidos, asquerosamente hipócrita.

—¿Por qué elegiste el humor negro para esta novela?

—Para que pueda soportarse. Si no tuviera esa cuota cínica, de humor negro, como bien decís, la historia que cuento sería inaguantable para el lector. Es necesario dejar que el cuerpo afloje ante tanto espanto, tanto dolor y tanta tragedia, y no hay mejor recurso que el humor oscuro, ese que nos sigue recordando que la historia horrible está ahí, pero que mientras tanto, nos relaja con una sonrisa, alejando la crueldad.



—Cuales eran los temas que querías tocar?

Quería hablar de la hipocresía social, de los miedos, de la muerte, de la impunidad, y también de la posibilidad de habitar lo sobrenatural, que nos acecha siempre en la vida cotidiana.

—¿Te costó dejarlas?

—Lili sigue ahí. Pero no me cuesta, porque soy muy prolifera, y estoy con varios proyectos ya que fueron corriendo a estas primas, sin embargo, estoy segura que Lili algún día volverá, pero dentro de mucho tiempo. Fue un personaje entrañable. 

—¿Qué te gustaría que el lector encuentre?

—Me gustaría que pensaran en mi novela como irreverente, que los interpele sobre algunas cuestiones que aceptamos dentro de la norma y que tal vez no nos pertenecen. Pero dejo libre al lector, como quiero ser libre escribiendo. Cada lector es un universo que lee nuestra historia con sus propias capas, y seguramente tendrán miradas plurales, muchas de ellas nuevas para mí, como ya me ocurre. Y está muy bien. 


—¿Cuándo supiste que querías ser escritora?

—Siempre escribí, desde los 12 años. Pero me asumí escritora a los 40, porque la vida se volvía pesada ejerciendo otras profesiones, así que me sumé a varios talleres de grandes escritores y empecé a tomarlo como una profesión. Ahora también dicto talleres en UNNOBA y en forma particular y me hace feliz nadar dentro de lo literario en el día a día. 

—Tenes rutina para escribir?

—Si. Me gusta escribir por la mañana. Varias horas, no siempre productivas, pero el mate y mi computadora, la ventana viendo verde y si es posible una brisa en la cara, forman parte de mi rito a la hora de escribir.

—¿Por que elegiste escribir?

—Porque sino moriría. No concibo mi vida sin letras, no solo escribir, leo mucho, más de cuatro libros mensuales, la literatura es mi oxígeno. Y el mar, cuando puedo escaparme. 



—¿Tenes otra novela en mente ?


—Tengo dos novelas terminadas, una leyéndose en editoriales y otra en corrección. Y estoy escribiendo dos más. Además tengo un proyecto de cuentos sobre la niñez vulnerada, desde los niños momias hasta hoy. Espero seguir con esta ansia productiva que me permite proyectar y poblar mi mundo de personajes y de preguntas. Para eso leo, para eso escribo

Quiénes somos ahora

Quiénes somos ahora (Literatura Random House, 2022) de la escritora Katya Adaui, simbolizar la muerte se vuelve trama, y la autora logra que un tema universal se transforme en personal, lo dignifica volviéndolo paisaje. EL mar en los ojos de la madre y la tierra en los del padre, el agua como cuna fecunda, la tierra como simiente.Y se vale de eso para el almizcle que logra en la historia de Mara, iniciática y pecadora, deshilvanando las historias desde la narrativa para que todos en la familia sean etéreos. Que no significa buenos, ni santos, ni siquiera humanos. Y se van desencadenando actos, nos muestra manías, las vuelve latidos, como los rencores viciosos de los personajes que cuando empezamos a odiarlos nos sorprenden con la ternura más alucinante, esa que es verdadera. Y se nos pega esa ternura, para que todo el tiempo acompañe la lectura de lo atroz.

La muerte es natalicia, dice Adaui, es que sí, cada vez que nacemos nace una vida y su muerte, y nace rebalzando vida y aspirando muerte, como un atlántico sangriento el útero contenedor se acuerda, y nos obliga a recordarnos, nadando en la creación precisa de la vida y la muerte del embrión que somos. Y es un acierto de la autora esa niñez en la playa, el sol, el ma, de Máncora, de La Punta, como retazos de vida a los que se puede volver para no morir.

Pero Katya Adaui es también una narradora conciliadora, que trae la bondadosa mirada del que sabe decir, y entonces sigue simbolizando con el auto del padre, con la justificación, aunque sea mínima de la madre terrible, que se realiza en la historia como si la maravilla fuera posible. El mundo es tazón y atizo en los ojos azulez de la madre, la casa se vuelve cartón pintado ante su mirada, y todos los miembros de la familia se escapan para salvarse. La madre alzada en un pedestal vicioso otra vez, empedernido, sin embargo tan cotidiano que la autora puede fluir en ella como si aún el útero fuera habitable. .

La novela es evocativa, pero también memoriosa, y el lenguaje es la herramienta para que la vida de esta familia se revele al lector, como un sistema imperfecto y a veces disperso que juega a ser unido, solo juega, y que naipe al fin, se desmorona cuando quiere ser sostén. No puede ayudar el sistema, no puede avanzar en el tiempo con las mismas bases, porque algo destinado a morir no puede evitar la muerte.

Una novela muy interesante, una autora para seguir.

Adentro tampoco hay luz

“las hormigas…concentradas en el suelo, con la vista fija en el objetivo. No pueden mover el cuello. Son insectos diseñados para mirar hacia el futuro. Nunca dudan”

Adentro tampoco hay luz  comienza con una púber narrando los pies de su abuela, y así es la obra, cabeza gacha, agusanada, sin sol. Es también una novela donde la observación se vuelve historia, y entonces la autora puede jugar a clasificar gente, personajes, paisajes, animales, sexos, penes, pájaros, pozos y todo aquello con lo que esta adolescente se encuentra en un verano de campo forzoso.

“No entendiste nada”, le dice todo el tiempo la madre, que aparece para romper la voz crónica de la chica, y que trae una parafernaria de new age y un barbudo esquelético, Dios tal vez, que no hace nada. habla La abuela, en cambio, es bien campera, chismosa y llena de certezas prácticas y de las otras, de las que pululan en el campo. Es una novela iniciática, espero leer más de Leila, siento que aún nos depara otros escenarios, pero, en su primer obra, no nos deja en banda.Es una historia de familia, con todo lo no dicho a cuestas, con algunas profundidades que se dejan pasar, tal vez adrede, para que la primera persona se vuelva íntrínseca y nos agobie más. Es una novela de encierro, pero también de denuncia, de proclama, la femineidad, el lesbianismo, la menstruación, se vuelven puntos claves, sin eufemismos.

La casa de campo a la que cae la adolescente, la chancha con embarazo psicológico, el placard-escondite del lagarto, el auto, otra vez el pozo, todo, todo, nos llena de desazón y la soledad se abre paso para clavarse en el lector, para mostrarnos las roturas, la oscuridad.

La historia se diferencia en dos partes, que a su vez se dividen en tres partes cada una tituladas y con varios capítulos enumerados. Tal vez la forma que encontró Sucari para dar orden a lo imposible.En la segunda parte, la escuela aparece como parche ante la intolerancia de la vida familiar y no tarda en descubrir la erótica que entre niños también existe, como si esas historias justificar la prima calentona y sagaz. El dolor, la muerte, el sexo, son los pasos que da para entrar en la pubertad y dejar la inocencia y lo hace en un matriarcado donde aprenderá que el sexo opuesto no sirve para nada.

Lo más interesante de la novela está en que nos deja claro que el encierro, no pasa por no poder salir, sino por no poder irse. Me gustó su prosa feroz y la liviandad con que la crueldad se abre paso en la historia. No te la pierdas

Foco Noticias Universidad de Lomas de Zamora 20/02/2024

https://foconoticias.com.ar/post/la-nueva-novela-de-soledad-vignolo-recurro-a-lo-fantasmagorico-sobrenaturall

Actualidad

Soledad Vignolo: «Recurro a lo fantasmagórico sobrenatural»

 Soledad Vignolo:  "Recurro a lo fantasmagórico sobrenatural"

Por Camilo Carbonelli

Soledad Vignolo es escritora vive en Junín, acaba de publicar su primera novela No me cuentes que sos feliz editada por Yorick Ruru un sello de Hojas del Sur. Además publicó cuentos Una más una. Libros de poesías Ángulos y Ferrogonía, entre otras obras.

 FOCO NOTICIAS: -¿Cómo surgió la novela?

SOLEDAD VIGNOLO: La novela en particular surgió a través de una caminata por mi pueblo de Junín vi a un chico con un cuis (roedor) en la mano revoleándolo mientras caminaba al lado de una cantarilla. Me surgió la idea de qué pasaría si fuera una nena la que estaba haciendo eso en vez de una barón, que pasaría en la cabeza de una nena de 10 o 12 años que es capaz de agarrar un cuis para analizarlo y revolearlo. Una conducta masculina pasada a una femenina, entonces  ahí empezó a surgir Lili el personaje de la novela que es como todos los monstruos infantiles, vuelto en realidad trabajando con lo siniestro.  Tambien se logró este proyecto  gracias al apoyo de la editorial Hojas del Sur que creyó en la novela, ademas me sentí muy respetada.

 FN: -¿Cómo es la relación del personaje Lili con su prima María?

SV: Lili es todo lo sagrado, para María José a pesar de que es terriblemente su carácter de  sacralidad. Las dos primas son las dos caras de una misma moneda, una es la que cumple las normas de la sociedad y la otra es la que se anima a transgredirla.

FN: – Es una novela extraña ¿Hay una imposición por el concepto sobrenatural?

SV: Me gusta mucho la extrañeza en las novelas leo muchos autores del estilo de Samanta Schweblin. En este caso me pareció muy interesante que ante hechos terribles de la vida e institucional como pasó en la historia argentina, la novela habla  del fin de la dictadura. Recurro a lo fantasmagórico sobrenatural. Al espíritu de una amiga muerta, a Lili misma vuelta como fantasma a pesar de estar viva. Lo sobrenatural como lo siniestro esa es mi idea en la novela.

FC: -Hay una crueldad en los personajes que a veces son ingenuas o mal vistas.

SV: Lili es una niña que en su adultez pone en práctica lo que de niña no hizo, esos miedos, esos sueños, las premoniciones que todos sentimos de niños, ella los pone en práctica y eso la vuelve cruel pero no hay maldad per se, hay una perversión que tiene que ver con lo que fue en su niñez.

FN: – Hay una párrafo en un capitulo en donde uno de los personajes no comprende que es el amor ¿Para los personajes el amor es la felicidad?

SV: El amor para Lili es tragedia y para María José el amor apunta a la felicidad hasta que se da cuenta que se puede ser feliz con un amor más tranquilo, menos complicado.

FN: ¿Cómo es ser una escritora del interior de Buenos Aires sabiendo que un gran porcentaje del  mercado editorial se concentra en la Capital federal?

SV: Es todo un reto, en estos momentos estoy entrando en el mundo de los escritores capitalinos y sin embargo no quiero vivir en la capital, quiero seguir siendo del interior. Lo lúdico se pierde en la capital y lo sobrenatural tiene que ver con lo lúdico, esta cosa de lo aparecidos no es tan rara en el  interior, en el campo que te aparezca un fantasma nadie le tiene tanto miedo, tampoco la crueldad en el interior. En los pueblos esta menos crucificadas que en la capital. Es una cuestión factible no se cataloga como algo terrible, tiene cierto permiso la crueldad, es más real y se muestra más y en la capital eso se esconde porque hay que ser políticamente correcto. La novela no es nada políticamente correcta, ni pretende serlo, no muestra mujeres como víctimas, de hecho uno de los personajes es bastante cruel. Mi idea es poner al ser humano en un concepto que transciende el género que tiene que ver con lo que somos intrínsecamente.

FN: Hay un transfondo social de lo que fue la  dictadura ¿Por qué ese contexto?

SV: Uno siempre pone un ambiente en la historia porque tiene que haber un contexto. Quería hablar de la dictadura y contar también porque esa crueldad de Lili, ella fue niña en una sociedad en la que se aplaudía a Videla. En la cual transcurre la novela a  fines de los años 1970 hasta los 2000, desde su niñez hasta su juventud. Ella es cruel porque fue criada en un mundo cruel, no había los valores sociales que tenemos hoy.

FN: -¿Que roles deben de tener las librerías, las bibliotecas, los libros en la cultura?

SV: Creo que ninguna debe de dejar de existir, tienen que estar aun cuando el libro cambie de formato y se vuelva digital que es hacia lo que vamos, a mí no me da miedo los nuevos formatos creo que es normal y que tampoco está bueno talar árboles para publicar libros, van a quedar como un objeto mágico que va pasando por manos y que además va transmitiendo historias con esos olores.

FN: -¿Cómo se construye un escritor?

SV: Se necesita mucho tiempo, un escritor va generando sus propias capas, las historias tienen capas y los escritores también. No soy la misma escritora a los 20 años que a los 40 años y espero no ser la misma dentro de 10  años. Porque vas creando colchones a tu texto y nuevas experiencias de vida. La literatura para mí es muy importante, además leer para ser escritor y por otra parte creo que es un oficio, hay que trabajar y aprender mucho.

FN: -¿A qué publico apunta la novela?

SV: Es para un público adulto de ficción con intereses en la comedia negra en lo sobrenatural, no es una novela romántica, es oscura porque creo que la vida es crueldad y humor.

Tapa novela. Editorial Hojas del Sur

Diario La Capital de Mar del Plata 12/05/2024

10 preguntas a escritores: Soledad Vignolo, No me cuentes que sos feliz

Escritora y gestora cultural. Autora de la novela Sandalias Santas, amor y cerezos (Ed. De los cuatro vientos), No me cuentes que sos feliz (Hojas del Sur, 2023), y los libros de cuentos Una más una (Rama Negra) y Manos que sabrán (2023, La Palestra), publicada en antologías españolas, argentinas y mexicanas.

Comentarios

En esta nota

-¿Cuándo y cómo empezó tu acercamiento a la escritura?

-Desde niña tuve una gran biblioteca en casa, y agradezco a mi madre por eso, y mi primer acercamiento fue a los 10 años pero a la lectura, a los 12 comencé a escribir poemas y creé una especie de fanzine con historias propias que repartía en mi barrio

-¿A quiénes considerás como tus maestros?

-En principio, me transformó el mundo creativo leer y conocer a Abelardo Castillo, pero creo que la lectura de clásicos como Stendhal o Tagore también formó mi etapa inicial de escritura. Hoy reconozco que aprendo con genios como Luis Mey, Agustina Bazterrica, Agustina Caride, Betina González, Giovanna Rivero con quienes he tomado talleres y con algunos corrijo mis textos.

-¿Tenés alguna rutina para escribir?

-Si. Me levanto, preparo un mate y me siento a escribir. Puedo estar 4 o 5 horas, a veces productivas, otras no. Pero la mañana es mi momento de escritura.

-¿Cómo presentarías tu libro a alguien que todavía no lo leyó?

-No me cuentes que sos feliz es una novela sobre dos primas de pueblo, que tienen entre sí un hilo invisible y terrible uniéndolas para siempre. Algo del orden de lo sobrenatural y lo siniestro acontece capítulo a capítulo, pero el humor negro rescata al lector cuando está llegando al abismo. La novela tiene un silencio presente que flota sobre los personajes y que es brutal. Y en la historia de estas primas, como en la historia argentina que subyace todo el tiempo, desde la última etapa de la dictadura militar hasta el 2000, los bordes entre el placer y el dolor son ínfimos.

-¿Cuál fue el origen del libro?

-Comenzó a gestar en mí el universo de Lili, cuando vi a un pibe revoleando un cuis cerca de una alcantarilla. Pensé inmediatamente: ¿una chica lo haría? ¿ cómo sería alguien capaz de despreciar la vida animal, la vida, de esa forma? Así durante meses pensé en Lili y luego escribí, una vez que logré el universo completo.

-¿Podrías describir una zona del texto que sea tu favorita?

-Amo la aparición de Lula, su espíritu avisando presagios, su voz fantasmal e iniciática dentro y fuera de la psiquis de su amiga, que no pudo imaginar su suicidio. También los hechos que transcurren en la circunvalación.

-Si tuvieras que elegir a un personaje literario con el cual te identifiques, ¿a quién elegirías y por qué?

-Sally Seton (Lady Rosseter) de La señor Dalloway de Virginia Wolf, un personaje mínimo pero que expresa la libertad.

-¿Por qué escribís?

-Escribo para no morir. Es mi oxígeno, mi sustento en más de un sentido.

-¿Un libro para recomendar?

-Todo queda en casa, de Alice Munro, cualquiera de Roberto Bolaño y Tierra fresca de su tumba de Gio Rivero

-¿Estás trabajando en algún proyecto de escritura actualmente?

-Tengo una novela que la está leyendo Hojas del Sur, y estoy escribiendo otra que protagoniza una descendiente de judíos polacos que vive en Villa Crespo.
En junio, con Agustina Caride, gran escritora y amiga, lanzamos una Maratón Epistolar, un proyecto de resignificación del valor de las cartas, con consignas y la publicación de una antología epistolar como premio

Biografía de la autora

Escritora y gestora cultural. Autora de la novela Sandalias Santas, amor y cerezos (Ed. De los cuatro vientos), No me cuentes que sos feliz (Hojas del Sur, 2023), y los libros de cuentos Una más una (Rama Negra) y Manos que sabrán (2023, La Palestra), publicada en antologías españolas, argentinas y mexicanas. Presentó libros en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires 2011/2015/2016/2017/2022 y Feria Internacional del Libro de Miami 2018. Miembro del Grupo Literario La Piara. Madre de dos. Participó de talleres con Betina González, Luis Mey, Agustina Bazterrica, Cynthia Matayoshi, Agustina Caride, Luciano Lamberti y Giovanna Rivero. Premio OEI 2022 con Poemiento, proyecto poético El mar y el campo son sus centros de gravedad y a pesar de ellos, la vida la sigue dando vuelta, por eso escribe, para poder estar de pie.

Sinopsis de la novela

Lili forma parte de lo sagrado. Los golpes le dan las piedras del Himalaya, los gritos suenan como chirridos masticados y las uñas sobre las paredes se vuelven charco. Un olor a orina no deja dudas. El borde entre placer y dolor es íntimo. El silencio, en cambio, siempre es brutal. Un globo fláccido flota, debe ser de un cumpleaños viejo, todos lo son. Nadie los ve. Nadie soy yo, apoyada sobre el banco del pasillo. Tengo esta cosa adentro.
Como si la solución para tanto fuera estar cerca. Elásticos y rondas en mi cabeza, un diente de leche tragado por Lili. Tres tornillos clavados en la cruz de madera en la que estaqueamos al grillo. Todo, de algún modo, encaja. Las veces que la vi gozar con hombres desconocidos en la ruta y las veces que lo hice yo. El sexo como magia. Necesitaba desgarrarme para ser virgen y restaurar mi cristal. Por eso estoy con Lili. Ella sabe. Y una alquimia entre nosotras hace que cada contracción tenga sentido

.https://www.lacapitalmdp.com/10-preguntas-a-escritores-soledad-vignolo-no-me-cuentes-que-sos-feliz/

Lo mejor (no) es que te vayas

«En este lugar, donde acontece lo que sigue, las mujeres perfilan las paredes con una delgada cenefa de nogalina. Aquí todos saben que la escritura es una cenefa… y que la cenefa es una escritura, virgen, ideogramática, secular, una escritura-surco. Si su cauce es indeciso y poco visible las historias se suspenden en un limbo de piedra sin desenlace claro.

Con el paso del tiempo, muchas casas y tierras se van quedando vacías y el trazo de la cenefa se va haciendo progresivamente más borroso e intermitente hasta casi desaparecer. Conforme esto sucede las familias dicen a sus hijas: «Lo mejor (no) es que te vayas». Algunas hacen oídos sordos y siguen pintando su cenefa, otras se marchan del todo y muchas «se van y se quedan».

En cualquiera de los casos se establece entre ellas un pacto implícito por el que acuerdan no hablar nunca más del tema y sí hablar de las pequeñas cosas. Se piensa en el lugar, que quien no se deleita con las pequeñas cosas es gente peligrosa»…

 Remedios Zafra, (Zuheros, Córdoba, 3 de noviembre de 1973) es una escritora, profesora y ensayista española, especialista en el estudio crítico de la cultura contemporánea, la antropología, el ciberfeminismo y la cultura digital.1​ Su obra ha sido reconocida con diversos premios, entre ellos, el Premio Anagrama de Ensayo en 2017 y el Premio Internacional de Ensayo Jovellanos en 2022.

Remedios Zafra hace una recopilación literaria de situaciones en las que la mujer le resulta incómoda al hombre, por sus actitudes, por su forma de ser, por su actividad. Y todos son lugares cotidianos, lugares que apestan a domesticación. Este libro, Premio Mujeres del Medio Rural y Pesquero, 2007, nos adentra en historias de mujeres de pueblo, comunes, lógicas, bravas, soñadoras, sensibles, descoloridas, rayadas, muertas de miedo, atrevidas, estúpidas,mujeres que cambian, mutan, se mueven, establecen prioridades, tienen un eureka, o se dejan morir. Todas enredadas por la ruralidad de sus vidas, la precariedad de sus pueblos, las mentes estrechas, la magia de la naturaleza, contradicciones tambien diarias y serviles al reloj. Mujeres que se rebelan, pueden, no pueden, amenazan, son coartadas, y siempre pero se siempre tienen a un hombre incomodándoles la vida. Si sos feminista es un libro imperdible, y si no lo sos, es necesario, para reflexionar, para modificar, para comprender, para acomodar, tal vez, lo mejor (no) es que lo leas.

La sombra del mamut

.En “La sombra del mamut”, cuento que titula este libro, Morábito construye todo un universo alrededor de la conversación entre dos historias con tiempos paralelos y diversos, y va logrando que lo real sea mágico segun la historia, muy interesante manejo en capas que resuelve con un lenguaje impecable. “El clavo en la pared”,nos muestra cómo se rompe un matrimonio en el preciso instante que el narrador pone un clavo en una columna para colgar un cuadro, y se fascina con la perfección lograda, impidiendo que se cuelgue nada allí. Ese objeto insignificante da origen a toda una perorata filosófica que abre paso a un camino de análisis emotivo sobre las relaciones interpersonales. “La hierba de los aeropuertos” utiliza el pasto para plantear los lazos ontológicos entre naturaleza y hombre o humanidad, con el mismo criterio que el anterior cuento, y en “La llegada a la Luna” nos remite como lectores al momento familiar de ver a Armstrong en la tele, y lo confronta con lo que un nieto y su abuela hacen mientras los que esperan se fuermen, la pantalla y la realidad vuelven a conversar bajo la maestría del autor.

Son cuentos con una gran estructura interna, mínima a la vista, pero que se van anlazando con momentos y escenarios nuevos, o que los vemos como nueveos aunque formen parte de nuestro cotidiano por las historias que contruye el autor.
“Extras”, es el mejor ejemplo de esto, toda una historia hablando de las caraz fugaces que aparencen en los films, la voz narradora, en primera persona del plural, relata cómo Pencroff, un director que fue extra, filma la historia de vida de una pareja pero el foco está puesto en los extras. Las estrellas pasan a ser fondo en este cuento donde los bordes son lábiles. En “El carnero del rey”, el rey le cede el papel protagónico a su carnero, lo mismo hace con el pastor y por último a la naturaleza ( el cañón), eligioendo la falta de categorización casi como un rezo pleno de ideología.

Fabio Morábito cuenta historias maravillosas, en las que nos muestra la relevancia de lo secundario, de los bordes, de los márgenes, viendo en ello tal vez, la vida misma.

Carcoma

Carcoma, de Layla Martínez, ensayista, traductora y editora, es una novela que tuvo éxito editorial, y una obra que arremete contra los prejuicios de la brevedad. Escrita con un estilo cartográfico y con metamensajes y planos superpuestos, Carcoma se vuelve compleja y muy interesante, con una rica voz que puede y supera los límites de la realidad temporal.

La novela se vale de una historia de terror, para hablar de temas contundentes como la violencia hacia las mujeres, el del conflicto de clases y el rencor intrínseco que la Guerra Civil española y la dictadura franquista construyenron en España y que transciende hasta la actualidad. El resentimiento al que la marginalidad de ciertas comunidades no se resiste ​y la esencia hiperbólica e hipócrita de la humanidad, más alla del grupo social de donde se venga.

Es una breve novela de terror, pero no es el clásico terror, lo sobrenatural queda justificado por la historia que la atraviesa, y aunque pertenece al subgénero de «encantamiento», lo gótico es más claro y fuerte, un gótico hispánico que se le parece a Giovanna Rivero en algunos cuentos, o a Mónica ojeda en sus obras, está situada en un pueblo de Cuenca y en una casa humilde, y eso es novedoso. El encantamiento en la pobreza, los placares escondiendo basura de clase trabajadora, secretos prohibidos, que en general se les endilgan a palacios y clase dominante. El desarrollo en general es ameno, con algunas reiteraciones, tal vez debería haber sido más breve aún. Escrita en una primera persona de varias mujeres, abuela y nieta, manchegas, que a pesar de imperfecciones estilísticas nos deja como lectores, con el odio y la rabia en la piel, logra envenenarnos con el mismo rencor que padecen las protagonistas. El peso de tanta oscuridad se ve equilibrado por cierto humor desopilante.

La historia plantea la clásica cuesitón de conflictos de género y de clase de todos los tiempos, pero su trama apela al terror y la fantasía para que la obra se aleje de lo tradicional. Me pareció un acierto que las protagonistas que cuentan la historia no se planten solamente como víctimas y que muestren también sus pulsiones y cierta asquerosa ignorancia.

Es una novela inquitante, con la mancha del dolor arrepentido y con un odio profundo arrebatando sus páginas. Tal vez le falta construcción a cada una de las mujeres (abuela y nieta), a sus voces, pero también puede ser una elección esa ambigua voz, casi igual, de estas historias que repiten violencia y deseos como si fuesen una.

Gorda

Ana María Schua (Buenos Aires, 1951) es escritora, periodista, guionista y profesora en Letras por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. En 1980 ganó con su novela Soy Paciente el premio de la editorial Losada. Otras novelas son Los amores de Laurita (llevada al cine), El libro de los recuerdos (Beca Guggenheim) y La muerte como efecto secundario (Premio Club de los XIII y Premio Ciudad de Buenos Aires en novela). Sus libros para niños, que obtuvieron premios nacionales e internacionales, se leen en toda América Latina y en España. Parte de su obra ha sido traducida a quince idiomas.

Gorda es la historia de Marina Rubin que pasó su vida buscando alcanzar el cuerpo deseado, o al menos el que, se supone, debería tener. No lo consiguió a sus más de cuarenta años aunque probó casi todo. Se interna en La Espigas, un espacio estrictísimo y cerrado dirigido por un gurú que promete bajar de peso a través de métodos infalibles. Por supuesto que son falsos y llenos de perversiones. Hace firmar un contrato con cláusulas millonarias de rescición. Aunque este libro es una reedición, su actualidad impacta, en una época en que se supone, que hemos superado el concepto de gordo como enfermo, y en el que estamos mejorando los bordes entre obesidad y enfermedad y Shua vuelve para recordarnos que la tendencia a pensar la delgadez como meta estética, como sinónimo de élite y como marco de una supuesta salud perfecta, sostenida por instituciones corruptas que se mecen en la infelicidad de aquellos que no cumplen el sesgo cultural.

Un libro que lleva al debate, y vale le pena.