“las hormigas…concentradas en el suelo, con la vista fija en el objetivo. No pueden mover el cuello. Son insectos diseñados para mirar hacia el futuro. Nunca dudan”
Adentro tampoco hay luz comienza con una púber narrando los pies de su abuela, y así es la obra, cabeza gacha, agusanada, sin sol. Es también una novela donde la observación se vuelve historia, y entonces la autora puede jugar a clasificar gente, personajes, paisajes, animales, sexos, penes, pájaros, pozos y todo aquello con lo que esta adolescente se encuentra en un verano de campo forzoso.
“No entendiste nada”, le dice todo el tiempo la madre, que aparece para romper la voz crónica de la chica, y que trae una parafernaria de new age y un barbudo esquelético, Dios tal vez, que no hace nada. habla La abuela, en cambio, es bien campera, chismosa y llena de certezas prácticas y de las otras, de las que pululan en el campo. Es una novela iniciática, espero leer más de Leila, siento que aún nos depara otros escenarios, pero, en su primer obra, no nos deja en banda.Es una historia de familia, con todo lo no dicho a cuestas, con algunas profundidades que se dejan pasar, tal vez adrede, para que la primera persona se vuelva íntrínseca y nos agobie más. Es una novela de encierro, pero también de denuncia, de proclama, la femineidad, el lesbianismo, la menstruación, se vuelven puntos claves, sin eufemismos.
La casa de campo a la que cae la adolescente, la chancha con embarazo psicológico, el placard-escondite del lagarto, el auto, otra vez el pozo, todo, todo, nos llena de desazón y la soledad se abre paso para clavarse en el lector, para mostrarnos las roturas, la oscuridad.
La historia se diferencia en dos partes, que a su vez se dividen en tres partes cada una tituladas y con varios capítulos enumerados. Tal vez la forma que encontró Sucari para dar orden a lo imposible.En la segunda parte, la escuela aparece como parche ante la intolerancia de la vida familiar y no tarda en descubrir la erótica que entre niños también existe, como si esas historias justificar la prima calentona y sagaz. El dolor, la muerte, el sexo, son los pasos que da para entrar en la pubertad y dejar la inocencia y lo hace en un matriarcado donde aprenderá que el sexo opuesto no sirve para nada.
Lo más interesante de la novela está en que nos deja claro que el encierro, no pasa por no poder salir, sino por no poder irse. Me gustó su prosa feroz y la liviandad con que la crueldad se abre paso en la historia. No te la pierdas









