Adentro tampoco hay luz

“las hormigas…concentradas en el suelo, con la vista fija en el objetivo. No pueden mover el cuello. Son insectos diseñados para mirar hacia el futuro. Nunca dudan”

Adentro tampoco hay luz  comienza con una púber narrando los pies de su abuela, y así es la obra, cabeza gacha, agusanada, sin sol. Es también una novela donde la observación se vuelve historia, y entonces la autora puede jugar a clasificar gente, personajes, paisajes, animales, sexos, penes, pájaros, pozos y todo aquello con lo que esta adolescente se encuentra en un verano de campo forzoso.

“No entendiste nada”, le dice todo el tiempo la madre, que aparece para romper la voz crónica de la chica, y que trae una parafernaria de new age y un barbudo esquelético, Dios tal vez, que no hace nada. habla La abuela, en cambio, es bien campera, chismosa y llena de certezas prácticas y de las otras, de las que pululan en el campo. Es una novela iniciática, espero leer más de Leila, siento que aún nos depara otros escenarios, pero, en su primer obra, no nos deja en banda.Es una historia de familia, con todo lo no dicho a cuestas, con algunas profundidades que se dejan pasar, tal vez adrede, para que la primera persona se vuelva íntrínseca y nos agobie más. Es una novela de encierro, pero también de denuncia, de proclama, la femineidad, el lesbianismo, la menstruación, se vuelven puntos claves, sin eufemismos.

La casa de campo a la que cae la adolescente, la chancha con embarazo psicológico, el placard-escondite del lagarto, el auto, otra vez el pozo, todo, todo, nos llena de desazón y la soledad se abre paso para clavarse en el lector, para mostrarnos las roturas, la oscuridad.

La historia se diferencia en dos partes, que a su vez se dividen en tres partes cada una tituladas y con varios capítulos enumerados. Tal vez la forma que encontró Sucari para dar orden a lo imposible.En la segunda parte, la escuela aparece como parche ante la intolerancia de la vida familiar y no tarda en descubrir la erótica que entre niños también existe, como si esas historias justificar la prima calentona y sagaz. El dolor, la muerte, el sexo, son los pasos que da para entrar en la pubertad y dejar la inocencia y lo hace en un matriarcado donde aprenderá que el sexo opuesto no sirve para nada.

Lo más interesante de la novela está en que nos deja claro que el encierro, no pasa por no poder salir, sino por no poder irse. Me gustó su prosa feroz y la liviandad con que la crueldad se abre paso en la historia. No te la pierdas

Lo mejor (no) es que te vayas

«En este lugar, donde acontece lo que sigue, las mujeres perfilan las paredes con una delgada cenefa de nogalina. Aquí todos saben que la escritura es una cenefa… y que la cenefa es una escritura, virgen, ideogramática, secular, una escritura-surco. Si su cauce es indeciso y poco visible las historias se suspenden en un limbo de piedra sin desenlace claro.

Con el paso del tiempo, muchas casas y tierras se van quedando vacías y el trazo de la cenefa se va haciendo progresivamente más borroso e intermitente hasta casi desaparecer. Conforme esto sucede las familias dicen a sus hijas: «Lo mejor (no) es que te vayas». Algunas hacen oídos sordos y siguen pintando su cenefa, otras se marchan del todo y muchas «se van y se quedan».

En cualquiera de los casos se establece entre ellas un pacto implícito por el que acuerdan no hablar nunca más del tema y sí hablar de las pequeñas cosas. Se piensa en el lugar, que quien no se deleita con las pequeñas cosas es gente peligrosa»…

 Remedios Zafra, (Zuheros, Córdoba, 3 de noviembre de 1973) es una escritora, profesora y ensayista española, especialista en el estudio crítico de la cultura contemporánea, la antropología, el ciberfeminismo y la cultura digital.1​ Su obra ha sido reconocida con diversos premios, entre ellos, el Premio Anagrama de Ensayo en 2017 y el Premio Internacional de Ensayo Jovellanos en 2022.

Remedios Zafra hace una recopilación literaria de situaciones en las que la mujer le resulta incómoda al hombre, por sus actitudes, por su forma de ser, por su actividad. Y todos son lugares cotidianos, lugares que apestan a domesticación. Este libro, Premio Mujeres del Medio Rural y Pesquero, 2007, nos adentra en historias de mujeres de pueblo, comunes, lógicas, bravas, soñadoras, sensibles, descoloridas, rayadas, muertas de miedo, atrevidas, estúpidas,mujeres que cambian, mutan, se mueven, establecen prioridades, tienen un eureka, o se dejan morir. Todas enredadas por la ruralidad de sus vidas, la precariedad de sus pueblos, las mentes estrechas, la magia de la naturaleza, contradicciones tambien diarias y serviles al reloj. Mujeres que se rebelan, pueden, no pueden, amenazan, son coartadas, y siempre pero se siempre tienen a un hombre incomodándoles la vida. Si sos feminista es un libro imperdible, y si no lo sos, es necesario, para reflexionar, para modificar, para comprender, para acomodar, tal vez, lo mejor (no) es que lo leas.

La sombra del mamut

.En “La sombra del mamut”, cuento que titula este libro, Morábito construye todo un universo alrededor de la conversación entre dos historias con tiempos paralelos y diversos, y va logrando que lo real sea mágico segun la historia, muy interesante manejo en capas que resuelve con un lenguaje impecable. “El clavo en la pared”,nos muestra cómo se rompe un matrimonio en el preciso instante que el narrador pone un clavo en una columna para colgar un cuadro, y se fascina con la perfección lograda, impidiendo que se cuelgue nada allí. Ese objeto insignificante da origen a toda una perorata filosófica que abre paso a un camino de análisis emotivo sobre las relaciones interpersonales. “La hierba de los aeropuertos” utiliza el pasto para plantear los lazos ontológicos entre naturaleza y hombre o humanidad, con el mismo criterio que el anterior cuento, y en “La llegada a la Luna” nos remite como lectores al momento familiar de ver a Armstrong en la tele, y lo confronta con lo que un nieto y su abuela hacen mientras los que esperan se fuermen, la pantalla y la realidad vuelven a conversar bajo la maestría del autor.

Son cuentos con una gran estructura interna, mínima a la vista, pero que se van anlazando con momentos y escenarios nuevos, o que los vemos como nueveos aunque formen parte de nuestro cotidiano por las historias que contruye el autor.
“Extras”, es el mejor ejemplo de esto, toda una historia hablando de las caraz fugaces que aparencen en los films, la voz narradora, en primera persona del plural, relata cómo Pencroff, un director que fue extra, filma la historia de vida de una pareja pero el foco está puesto en los extras. Las estrellas pasan a ser fondo en este cuento donde los bordes son lábiles. En “El carnero del rey”, el rey le cede el papel protagónico a su carnero, lo mismo hace con el pastor y por último a la naturaleza ( el cañón), eligioendo la falta de categorización casi como un rezo pleno de ideología.

Fabio Morábito cuenta historias maravillosas, en las que nos muestra la relevancia de lo secundario, de los bordes, de los márgenes, viendo en ello tal vez, la vida misma.

Carcoma

Carcoma, de Layla Martínez, ensayista, traductora y editora, es una novela que tuvo éxito editorial, y una obra que arremete contra los prejuicios de la brevedad. Escrita con un estilo cartográfico y con metamensajes y planos superpuestos, Carcoma se vuelve compleja y muy interesante, con una rica voz que puede y supera los límites de la realidad temporal.

La novela se vale de una historia de terror, para hablar de temas contundentes como la violencia hacia las mujeres, el del conflicto de clases y el rencor intrínseco que la Guerra Civil española y la dictadura franquista construyenron en España y que transciende hasta la actualidad. El resentimiento al que la marginalidad de ciertas comunidades no se resiste ​y la esencia hiperbólica e hipócrita de la humanidad, más alla del grupo social de donde se venga.

Es una breve novela de terror, pero no es el clásico terror, lo sobrenatural queda justificado por la historia que la atraviesa, y aunque pertenece al subgénero de «encantamiento», lo gótico es más claro y fuerte, un gótico hispánico que se le parece a Giovanna Rivero en algunos cuentos, o a Mónica ojeda en sus obras, está situada en un pueblo de Cuenca y en una casa humilde, y eso es novedoso. El encantamiento en la pobreza, los placares escondiendo basura de clase trabajadora, secretos prohibidos, que en general se les endilgan a palacios y clase dominante. El desarrollo en general es ameno, con algunas reiteraciones, tal vez debería haber sido más breve aún. Escrita en una primera persona de varias mujeres, abuela y nieta, manchegas, que a pesar de imperfecciones estilísticas nos deja como lectores, con el odio y la rabia en la piel, logra envenenarnos con el mismo rencor que padecen las protagonistas. El peso de tanta oscuridad se ve equilibrado por cierto humor desopilante.

La historia plantea la clásica cuesitón de conflictos de género y de clase de todos los tiempos, pero su trama apela al terror y la fantasía para que la obra se aleje de lo tradicional. Me pareció un acierto que las protagonistas que cuentan la historia no se planten solamente como víctimas y que muestren también sus pulsiones y cierta asquerosa ignorancia.

Es una novela inquitante, con la mancha del dolor arrepentido y con un odio profundo arrebatando sus páginas. Tal vez le falta construcción a cada una de las mujeres (abuela y nieta), a sus voces, pero también puede ser una elección esa ambigua voz, casi igual, de estas historias que repiten violencia y deseos como si fuesen una.

Gorda

Ana María Schua (Buenos Aires, 1951) es escritora, periodista, guionista y profesora en Letras por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. En 1980 ganó con su novela Soy Paciente el premio de la editorial Losada. Otras novelas son Los amores de Laurita (llevada al cine), El libro de los recuerdos (Beca Guggenheim) y La muerte como efecto secundario (Premio Club de los XIII y Premio Ciudad de Buenos Aires en novela). Sus libros para niños, que obtuvieron premios nacionales e internacionales, se leen en toda América Latina y en España. Parte de su obra ha sido traducida a quince idiomas.

Gorda es la historia de Marina Rubin que pasó su vida buscando alcanzar el cuerpo deseado, o al menos el que, se supone, debería tener. No lo consiguió a sus más de cuarenta años aunque probó casi todo. Se interna en La Espigas, un espacio estrictísimo y cerrado dirigido por un gurú que promete bajar de peso a través de métodos infalibles. Por supuesto que son falsos y llenos de perversiones. Hace firmar un contrato con cláusulas millonarias de rescición. Aunque este libro es una reedición, su actualidad impacta, en una época en que se supone, que hemos superado el concepto de gordo como enfermo, y en el que estamos mejorando los bordes entre obesidad y enfermedad y Shua vuelve para recordarnos que la tendencia a pensar la delgadez como meta estética, como sinónimo de élite y como marco de una supuesta salud perfecta, sostenida por instituciones corruptas que se mecen en la infelicidad de aquellos que no cumplen el sesgo cultural.

Un libro que lleva al debate, y vale le pena.

Amora

“Lo que sucede es que Bruna y yo somos una familia, pero tardé en entenderlo. Fue un día que me enfermé y pensé en la posibilidad de pasar la noche en casa de mis padres, y Bruna se enojó conmigo, y con razón. Era nuestra casa y yo podía sentirme bien y protegida ahí, fue así que empecé a entender”

Natalia Borges Polesso nació en Brasil en 1981. Es escritora y doctora en Teoría de la literatura en la PUCRS, y autora de Recortes para un álbum de fotografías sin gente, obra ganadora del premio Açorianos 2013 en la categoría cuento, del libro de poemas Corazón a Cuerda, de 2015, y de la tira La escritora incomprendida, que publica en Internet. En 2016 recibió el premio Jabuti por los cuentos de Amora y en 2017 fue elegida en la lista “Bogotá 39”, que selecciona cada año los mejores 39 escritores latinoamericanos menores de 40 años.

A lo largo de Amora (Odelia Editora, 2017), Polesso logra un collage de personajes que son íconos de una sociedad y aquí me aparto de pensar que sus personajes son solamente lésbicos, por el contrario son mujeres interesantes, fuertes, sufrientes, que protagonizan historias donde los hombres quedan atrás, debajo, en un segundo plano interesante desde lo literario. Estas mujeres, no se unifican en un colectivo homogéneo, por el contrario viven, sienten, acontecen de diferentes modos, pero sin dejar de plantarse con claridad en el mundo.

Y la simpleza de la narración pasa por la verdad, entonces encontramos a una niña pregunta qué significa “marimacho”, cuando escucha ehablar a una vecina. Una niña que se identifica con la persona criticada, que siente que algo está mal en la cabeza de los otros. En “Abuelita, ¿usted es lesbiana?, otra vez un niño dispara la cuestión y hace que la abuela cuente su verdad: la amiga con la que vive es su pareja. Así la inefable sinceridad de la infancia devela las relaciones entre mujeres, nos obliga a repensar cuan violentos hemos sido o somos como sociedad, y cuántos secretos familiares nos pasamos por alto. Los cuentos y las prosas poéticas de Amora son fuertes, inquisidores y conforman una obra potente que no hace perder individualidad a sus partes.

Las verdades se revelan atávicas, y lo no dicho se vuelve protagónico, para hacernos pensar, reformular las estructuras, y seguir cuestionando las tradiciones impuestas. Muy interesante.

Cameron

“La huella es la memoria de una ausencia”

Cameron  es una novela narrada desde una ciudad indeterminada que posee clases marcadas por la altura de sus barrios, contrapuestos, los pobres en el barrio Alto, los de vida cómoda en el barrio bajo de este lugar atravesado por un río y por un puente que soportanla historia. Julio Cameron es el último de una estirpe otrora galardonada que nace con un General patriótico y termina en un viejo con una pierna ortopédica, decrépito y solo, una historia prohibida, llena de pertenencias y nubes de nombres pretéritos en su cabeza. Mita, Juan Silverio, Elda Cook, Orsini son los que lo rodean en un presente delirado en el que Cameron intenta contenerse. Mita es unamujer que vuelve todos los inviernos, Silverio un locutor nocturno y borracho, Eda una cantante de jazz, y Orsini un financista que trabaja con horario oriental y múltiples pantallas, y juntos son el ancla temporal de Cameron, o tal vez no, porque el tiempo no siempre es tal. Cameron es como novela, una muestra breve de una buena historia policial , negra, trascendente, con la potencia suficiente como para referir nuestra historia argentina, tal vez a la altura del deseo del autor, un deseo que es base y cimiento. Es excelente la verosimilitud argumental de la historia, que se abre en múltiples relatos que nos construyen un mundo que deseamos seguir leyendo.

Hernán Ronsino propone lalgo nuevo, un nuevo lenguaje que sin embargo nos remite a otros textos del autor, porque las relaciones de Cameron con la historia, a diferencia de otras obras de Ronsino, tienen más que ver con lo simbólico, con lo que hace ruido, hay rastros de un eje histórico pero no hay obviedad. Nos propone un lenguaje de lo mejor de la literatura negra americana, con hombres rudos, hostiles. Y los personajes del pasado, como en un sueño, quitan los velos de la historia. En el final, Mita, la mujer que vuelve con el frío, vuelve a la casa, acechando un destino.

En la novela de Ronsino, como reza en su texto un muro, no hay olvido ni perdón.

Nuestra hermana de afuera

La novela de Mariano Quirós (Resistencia, 1979) transita un tiempo diferente uno que acontece pero también está en nuestra mente en la nuestra como lector y en la de cada uno de los maravillosos personajes que crea.

Nuestra hermana de afuera cuenta cómo Nadia y Clara, dos hermanas disímilles pero que son cara y ceca de una misma moneda, viajan hacia la capital por el taratamiento de cáncer de mama de Nadia. Son mujeres que parece estar en ebullición y, con más de sesebnta, no limitan su vida, los cigarrillos y las cervezas en exceso son habituales, el chisme y la corredilla de voces tampoco se limita a ellas dos ni a lo verbalizado y otra vez el mundo interior de las hermanas crea un tiempo maravilloso y propio a la novela, que tiene además una hermosa maroma familiar, sobre todo con los hijos de ambas, que vamos a enterarnos que tienen carencias, abusos, distancias y afectos, con los que lidian del mismo modo que sus madres, incómodos, erráticos, creíbles. La tercera persona se mantiene impoluta hasta que aparece uno de los hijos de Clara, el escritor, que descontrola la historia para que se desborde y se vuelva un coro de una exquisita afinación. En esta novela el autor no necesita de lo fantástico para brillar, la historia bruta, eficiente y verosímil que nos cuenta con tono de comedia, solo se desestabiliza al final con la aparición de la voz de Florencia la hija de Clara, militante, hija de un desaparecido, que perturba la historia, y quiebra la tonalidad anterior, es una mujer llagada por la vida y por lo que no fue, que busca refrendar una Buenos Aires que ya no es, y su voz es potente, «»vine a Buenos Aires a enfrentar a los zombis del paco”, nos dice,

Disfruté mucho esta novela que nos deja todas las historias abiertas, como están los personajes, destatalados en medio de una capital mundana y siniestra, garantista y feroz como Buenos Aires, narrada por mujeres del interior y por inmigrantes que cumplen el rol de marcar la soledad inefable de las protagonistas.

Qué bien escribe Mariano Quirós, léanlo.

El entenado

El entenado, publicado en 1983; fue editado en España antes que El Aleph y lo merece, qué maravila la prosa de Saer, con que maestría viaja por el pasado y el presente de este hijastro que conquista indias como quien fluye en la propia existencia íntima. Narra en primera persona las peripecias de un grumete adolescente inmerso en una de las tantas expediciones españolas al Río de la Plata, la historia, situada en el siglo XVI, nos hunde de cabeza en la historia, El chico cae presa de los qindios colastinés, que matan a todos sus compañeros y a él lo alojan y atienden con cortesía durante años, convirtiéndolo en el testigo necesario de las luces y oscuridades de una civilizavción perdida en la naturaleza. Los colastinés son antropófagos y el muchacho, que no comprende el idioma inicalmente, comienza a descifrar los modos, los gestos, las actitudes de las personas que lo rodean y a veces los ignoran, sin saber cuándo será comido. Esto es un gran recurso para el autor, que embellece la historia con mucha filosofía, la existencia y la realidad se ponen en suda con excelencia. Juan Villoro cuando comenta el libro sugiere que este joven protagonista va comprendiendo por qué era necesario para ellos, y tenía que ver con la idea que vierte Saer: «Lo exterior era su principal problema. No lograban, como hubiesen querido, verse desde afuera.» La otredad, ese otro que uno necesita para ser, un oytro distinto que no debe parecerce a ellos,, se tiene que sentir otro y mantenerse ahí. Lo mágico aparence en pos del conocimiento, en una reyerta entre quienes son y como quieren ser vistos. Los aborígenes saben que ellos tampoco entenderán como los ve, pero que los vea les alcanza. El mundo de los indios es casi efímero, todo puede desaparecer de un momento a otro, y entran en juego las supersticiones y los ritos para sostener, para permanecer. Por eso se vuelve necesaria la escritura de este historia, diría Villoro, “El testigo obligado procura a los indios el consuelo de la versión ajena. Si ese entorno se derrumba, sólo sobrevivirá lo distinto, la mirada del huésped. La novela ofrece el trasvase de una cosmogonía (contar el mundo) en una singularidad (contar un mundo): del mito a la literatura”.

Saer nos obliga a pensar en la memoria y en lo real de la misma, en la importancia del lenguaje, en la civilización y la barbarie, y con un tono incríble y de lectura voraz, como si fuéramos parte de la aventura en tierras de los colastinés, nos adentra en la incomodidad de un texto que trata sobre las cuestiones de la conquista, que invade los géneros y ensaya con filosofía propia la gesta europea, una gran obra este llibro, que asume postura frente a las historias de Indias, sin poses, sin mentiras, pensando al otro con la fiereza y la verdad que un otro tiene. Piglia sostiene que “decir que Juan José Saer es el mejor escritor argentino es una manera de desmerecer su obra. Sería preciso decir, para ser más exactos, que Saer es uno de los mejores escritores en cualquier lengua y que su obra -como la de Thomas Bernhard o la de Samuel Beckett- está situada del otro lado de las fronteras, en esa tierra de nadie que es el lugar mismo de la literatura”.

El entenado cuestiona saberes, tradiciones, silencios, nos va a dejar expuestos, desnudos, como indios, frente a la historia que nos convoca y en la voz de un genio de la escritura que no tiene parangón, es una maravilla su prosa y además es acequible, logra todo con recursos simples porque es verdadero.

De lectura imprescindible

La carretera

«Caminó hasta la carretera y en cuclillas estudió la región que se extendía al sur. Árida, silenciosa, infame»

Un padre y un hijo caminando por una carretera. En un mundo postapocalíptico donde apenas quedan supervivientes. Con frío y sin comida. En el 2007, McCarthy recibe el Pulitzer por La carretera, una obra narrada en tercera persona que se desarrolla tras un padre y un hijo que atraviesan una carretera interestatal, camino del sur, en un mundo destrozado por un holocausto nuclear. Sin embargo, lo importante pasa por las charlas entr5e ellos, la relación padre hijo, la desazón, las preguntas inevitables, todo lo terrible que no desapareció con las bombas. Las descripciones del paisaje y las pequeñas posibilidades de lo pudo causar el desastre acopañan la relación humana. McCarthy apoya en esa estructura desolada el desarrollo de una de las obras más interesantes de la modernidad.

Escogieron aquel sitio simplemente porque era el punto más elevado del itinerario y desde allí tenían una vista de la carretera hacia el norte y del camino por donde habían venido. Extendió la lona sobre la nieve mojada y envolvió al chico en las mantas. Vas a tener frío, dijo. Pero quizá no estaremos aquí mucho rato.

En La carretera, McCarthy tiene el recurso de informarnos de todo lo que encuentran, al detalle, sin contar que es lo que realmente sucedió, con sus exhaustiva descripción de lo que ven, lo que tocan, lo que esquivan, como lectores comprendemos que hace tiempo pasó algo terrible y que ahora vivir implica cuidarse de los que comen humanos, habitando un paisaje ceniciento y helado, con ríos negros y leves momentos de sol. El origen de la catástrofe jamás se revela. McCarthy no busca la verosimilitud en una justificación, porque la encuentra en la relación padre hijo, es un mundo sencillo a pesar de la devastación, todo es simple, es poco lo que acontece, dos o tres situaciones de tensión para marcar el peligro de vivir en ese mundo, pero lo lo importante es la búsqueda desesperada de un padre por mantener con vida a su hijo, y hacerlo sin perder la humanidad. Esa conciencia es el valor agregado de La Carretera. McCarthy utiliza dos elementos: las descripciones e interacciones de los protagonistas con el entorno, y la relación entre ellos. Los diálogos entre el padre y el hijo —excelentes— nos dejan ver el caracter de los personajes, como el padre se empeña en protegerlo y ese es su único propósito y el chico tratando de entender y darle un sentido humano y moral al mundo de hambre, frío y miedo extremo en el que vive

El andamiaje de La carretera es simple pero tiene sus ambiciones, el hijo es el Bien en todos los sentidos, el mundo es el Mal supremo y el padre es el que lucha para que ese enorme Mal no gane, aún a costa de su priopia vida. Hay un juego platónico en esta relación, al que se le suma la tradición cristiana buscando siempre un bien que no sabemos si es tal. El padre insistiendo en que están del lado de los buenos y que tienen que esquivar a los malos y el niño cuestionándolo, para ver si siguen siendo buenos a pesar de los actos que el padre hace para salvarlo, cuestionables desde lo moral. El deseo del chico de alimenta, compartir y ayudar a los necesitdos con los que se cruzan, y la explícita comparación que el padre hace entre su hijo y la verdad de Dios, a pesar del mundo en el que habitan:

Cuando mueres es como si todo el mundo se muriera también (dice un viejo).
Supongo que Dios sí lo sabría ¿no? (dice el padre).
Dios no existe. […] Ni le cuento las cosas que he llegado a comer. Cuando vi al chico creí que me había muerto.
¿Pensó que era un ángel?
No sabía qué era. Pensaba que nunca volvería a ver un niño. No sabía qué iba a pasar.
¿Y si le dijera que es un dios? […]
Por la mañana en la carretera él y el chico discutieron sobre qué darle al viejo. Al final no obtuvo gran cosa. Unas latas de verdura y de fruta. […] Debería darle las gracias al chico, ¿sabe?, dijo el hombre. Yo no le habría dado nada.

Esta estructura no es original en la literatura, ha sigo repetida muchas veces, el bien y el mal. Lo que logra McCarthy es una honda mirada trágica del mundo, y con ella, con esa oscura contienda que es la misma de todos los tiempos, nos trae La carretera, atravesada por su prosa feroz, por la inmersión que hace el lector en sus propias carreteras, esas en las que la oscuridad no necesita de lo nuclear para ponerlo frente al discernimiento fundamental entre el bien y el mal. Una novela única. Imperdible.