Diario de Cuarentena: Pérdidas

Te fuiste de madrugada,con los tres rodeándote. Tengo en mi palma la sensación de tu mano dejando la vida. Nueve años atrás. Tan joven. SIn embargo, con el tiempo comprendí lo eterno. Cuando la angustia primera cedió y el llanto dejó paso a la resignificación. Tanto vivido, tanto aprendido tras la muerte.Hoy puedo sentarme a sonreir mirando tus verdes, viajar por Córdoba recordando tu risa, amar a tu familia, la del Líbano, esa que nos inculcaste, de la que nos apropiamos desde niños, y recibirlos en casa y festejar la vida en común.

SIn embargo, el mundo no es lo mismo sin vos. Perdió patria, no en vano naciste un 9 de Julio, perdió frases grandilocuentes, perdió pedidos para el que lo necesitara, ropa comprada para otros, perdió kebbe, niños envueltos y dulces árabes, perdió ñoquis de papa amasados entre juegos y tanta pero tanta fuerza, que hoy, te prometo que solo hoy, me voy a permitir aflojar un rato, para que la madre que soy hoy, tome fuerza, respire, te recuerde y se acerque un poco a la madre que fuiste. Te mando al cielo que hayas elegido mi sencillo poema.

Llevo tu cedro clavado en mi sien

Acaricio con manos que se te parecen

Y sostengo desdichas que enjuago siempre

En un coral que plantaste en mi patio una vez.

Desde antes, antes de los olores envueltos en parra

Fuiste niña de trenzas y silencios,

te anunciaste con piruetas de milhojas

para abrirte como un lirio ante esos ojos

Supe de tu voz entre otros ruidos,

En un eco amniótico que era síntesis

Y  me aferré a tu falda tantas tardes

De soles concéntricos y miedos.

Me comí tu tiempo, con la voracidad infante

Te enojé, te mentí, te enaltecí, te sucedí,

Te necesité, te cuidé, te maté, te amo.

Te amo asiendo lo inefable y eternizando

El sentimiento en mí. Por eso te llevo.

Diario de Cuarentena

Diez días con diez mañanas, diez tardes y diez noches. Exponenciales y largas. Diez miedos, diez soles, diez sueños y podría seguir como desquiciada entre física cuántica y la lógica cartesiana. Pero la realidad apunta a muchos calendarios más. Así que, mientras oigo a mi hijo aspirar su búnker me atornillo a la silla para contar en mi diario de cuarentena el cotidiano de una madre. Con sus bemoles.

Madre porque es como me gusta definirme, las madres damos origen, somos inicio, pero soy más que eso. Soy una mujer aburrida, interpelada por la realidad del mundo. Que siente que tiene más para aportar que lo que ha hecho. Pero después me miro otra vez y me digo: ¿qué carajo vas a cambiar vos? si a veces te cuesta en tu propio reino.

Y así transitamos este encierro voluntario e impuesto que tenemos. Para alguien que se considera libertaria, es muy terrible aceptar la falta de libertad. Morir como hamster o vivir con riesgos, sin dudas elijo el riesgo. Ahora si se trata de mis hijos…

Y ahí me toca la humana contradicción de una reina de corazones. Partida entre los ideales y el pánico en un momento histórico universal. Que la lleva desde la pura razón al trapo blanco contra la peste colgado en la puerta. Variada. Polifacética. Mujer. Eso soy, y así me quedo.

entre todas

La tumba de mi madre, usted sabe

Es una más, igual a otras tumbas.

Tiene el mármol grabado porque

Le robaron el bronce

Y tiene una lata de tomates perita

Como florero.

El pasto se sumerge en sus esquinas

Y rompe los ángulos que la nombran

La tumba de mi madre, le digo en serio

Se reconoce por el dolor que la baña.

Conserva mis lagrimas clavadas en cada hueso

Y largos pensamientos que hacen memoria.

No tema usted acercarse, venga, suspire,

No es una tumba diferente,

No hay oro en sus manijas,

ni esta hecha en madera de nogal,

No propone epitafios que la lloren,

Es de mi madre, nomás.