¿Quién es Loretta?

Un libro siempre es un descubrimiento, una nueva conexión, un encuentro, Quién es Loretta, es un hallazgo, redundante, fantástico, que se atreve a unir la distopía con el autodescubrimiento, que se vuelve introspección, esoterismo y ciencia oculta. Este conjunto de relatos enhebrados por Loretta y sus vidas, recorre géneros también, se vuelve poema, diálogo, escena teatral, es guión y silencio. Todo comienza cuando la protagonista Loretta surge de un pantano, ella se eleva y como lectores nos zambullimos en su mundo interior, en un subconsiente donde los recuerdos de vidas pasadas o futuras no son discriminados y se suceden con la naturalidad fantástica que la autora impone. Loretta se nos presenta desorientada, sin saber sobre su ser ni su historia, en un futura que desconoce, así empezamos a transitar la historia. La acompaña Pránuba, tal vez para no dejarnos solos ante la inmensidad propuesta. Con la compañía se inicia la búsqueda, ¿quién es Loretta?, de dónde viene, ese inconsciente ¿colectivo? que propone la lleva por diversos caminos del saber y como ocurre siempre, el conocimiento no pregunta y en cambio revela, acontece, y avanza sobre Loretta anunciándole lo que la vida le depara como final. Ella no se detiene, y sin tapujos comprende su sitio universal en la cofradía que el destino le propone.

Vamos leyendo y entendiendo que nos cuenta vidas pasadas, inconexos momentos de Loretta que van sucediendo inicialmente desencontrados para hilarse con las páginas y volverse sentido y cauce. Esta nouvelle es iniciática, apretadamente fantástica y llena de sorpresas, pero sin dudas está escrita por una autora que quiero seguir leyendo.

Muy interesante

Ceniza en la boca

«Europa me parecía aburrida y vieja y sola. Tantos europeos juntos, viajando, comprando, diciéndonos qué hacer y cómo hacerlo y todos viejos del alma y el cuerpo, y solos, bien solos»

Ceniza en la boca de Brenda Navarro comienza con el suicidio del hermano de la protagonista y sigue con ese suicidio en los hombros mientras cuenta sus vidas. Una vida de familia inmigrante, padeciente, que consiste en madre, hermanos, abuelos que se quedan, latinoamerica que duele, la pobreza y la resignificación del origen, entre otras cosas. Escrita en primera persona Navarro atraviesa en una sola familia todo el desarraigo y la violencia de las dos orillas del océano. Consta de cuatro partes, pero no tiene una cronología precisa. Transita Madrid, México y Barcelona, con todo el smog y la liquidez de las grandes ciudades lloviendo sobre pequeñas vidas. La soledad cambia de nombre y de país de origen, pero es la misma repetida en muchas mujeres, que limpian la basura ajena para comer. No hay horizonte ni destino donde huir, siempre el mañana es mas complejo que el ayer y la existencia es una sucesión de infortunios que las palabras que la autora le otorga a la protagonista fluyen entre el romance y la crueldad. No se puede duelar lo que no fue.

“No lo vi yo, pero como si lo hubiera visto, porque lo tengo taladrándome la cabeza y no me deja dormir”, dice Navarro y nos deja el trabajo de reconstruir la escena suicida, de taladrarnos con ese instante íntimo y final. «Diego cayendo y el ruido de su cuerpo al impactar contra el suelo”. Así nos pega en el lomo del libro y en la misma carilla que leemos una y otra vez. Las palabras se encadenan a imágenes y sonidos, y no hay lugar para evasiones. Se tiró, se reventó contra el piso, es un hermano, es joven, es un cuerpo que fue atajado por las marcas de las pisadas europeas que lo ignoraron. “Pum. No, así: pooom. No, así: crag. No, así: crag. No, así: drag, dragut. No, así: paaaam, clap. crash, bruuum, brooom, gruuum, grrr, grroooo…”

Aprovecha Brenda Navarro para contar un México donde lo no dicho mata tanto como lo escupido. El narcotráfico y el poder hasta en la médula misma de la sociedad mexicana, estafando, disolviendo, desentrañando lo amoroso y transformando todo en muerte y destierro. Nada queda en el origen y en España la muerte se llevó el sueño. No hay medias tintas, aunque se mienta, aunque se cree una vida, la irónica verdad esta en su piel, pegada con el moco de su hermano en el mar, con la sangre de su hermano en el piso.

No se pertenece. Y punto. No te dejan olvidarlo, Por eso las cenizas de su hermano terminan en su estómago, a ver si asi puede, al menos un día en la vida, respirar.

Las Indignas

Agustina Bazterrica, no es solamente la autora de la gran novela Cadáver exquisito, sino la gran autora distópica argentina, con una sensibilidad única, tiene la conciencia clara de que los humanos venimos destruyendo nuestra sociedad, y digo sociedad porque sus distopías no apelan en exclusivo a los recursos naturales, sino que nos muestra en ellas la vileza, la traición, la falta de empatía que los seres humanos venimos desarrollando como si fuera algo virtuoso. La compasión en esta nueva novela de Agustina Bazterrica viene de la mano del amor puro, de la luz, de la esencia y la naturaleza en un esplendor recordado y perdido, de la exquisita belleza de su texto que nos distrae de la cotidiana razón para insertarnos en un mundo probable y terrible, en el que una secta reemplaza la religión tradicional, con una inusitada crueldad. No han sido vanos los riesgos tomados, y todo lo que fue luz es ahora oscuridad, encarnada por un dios que no se deja ver, y que logra el control con miedo, abusos, y una Hermana Superior que se planta para ejecutar, bella y feroz.

«Nadie le dice que no a la Hermana Superior. Nadie que quiera seguir viva».

El planeta pasó querras y catástrofes ambientales. No hay agua, y la que se encuentra produce locura, o eso se cree. En el exóticoconvento, la Casa de la Hermandad Sagrada de Bazterrica, el aire pesa, huele mal y el cielo se pega a la tierra, gomoso y febril. Encerradas, las mujeres sobreviven hundidas en los designios de un culto que desprecia la divina trinidad. La Hermana Superior es la autoridad, por encima de quien se alza «Él».

La narración de la novela, es de una hermosura tal que sublima el horror, y ni los ojos cosidos pueden quitarle preciosura, la historia se narra en un diario con anotaciones que dan cuenta de los momentos de esa casa, las ceremonias, los intentos de redención o de castigo, es una historia escrita a escondidas y de noche. Sus páginas se ocultan en tablones levantados, hendijas, sitios privados, para asegurar que aún existen, que fueron cuerpo, que esas mujeres, Lucía, Lourdes, Circe, la protagonista, todas, estuvieron ahí.

Es muy difícil, después de una novela como Cadáver Exquisito, animarse a otra novela distópica, pero Bazterrica tiene con qué, tiene los recursos para emocionarnos, crear lazos con el lector, hablar de los miedos del mundo, narrarlos, hacerlo con riqueza, con preciosura y romper lazos con la fe.

Las Indignas es un novelón. Mil veces lo recomiendo, no es una historia para tibios, ni para aquellos que quieren que les endulcen la vista. Es una novela tremenda, maravillosa y única, como su autora.

Recuerden : «SIn fe, no hay amparo»

Manos que sabrán

La literatura de Soledad Vignolo es oscura, poderosa y necesaria. Nos hiere con una y más puñaladas, nos amordaza, nos lame con la «punta de una lengua hambrienta». Al recorrer estas páginas sentiremos «un dolor esencial», pero las palabras son de una belleza tan abrasiva que, inevitablemente, vamos a ingresar en un estado de gracia, aquel que, sabemos, solo producen los libros excepcionales.

Agustina Basterrica

https://www.lapalestranoticias.com/product-page/manos-que-sabr%C3%A1n

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No me cuentes que sos feliz

Lili forma parte de lo sagrado. Los golpes le dan las piedras del Himalaya, los gritos suenan como chirridos masticados y las uñas sobre las paredes se vuelven charco. Un olor a orina no deja dudas. El borde entre placer y dolor es íntimo. El silencio, en cambio, siempre es brutal. Un globo fláccido flota, debe ser de un cumpleaños viejo, todos lo son. Nadie los ve. Nadie soy yo, apoyada sobre el banco del pasillo. Tengo esta cosa adentro.

Como si la solución para tanto fuera estar cerca. Elásticos y rondas en mi cabeza, un diente de leche tragado por Lili. Tres tornillos clavados en la cruz de madera en la que estaqueamos al grillo. Todo, de algún modo, encaja. Las veces que la vi gozar con hombres desconocidos en la ruta y las veces que lo hice yo. El sexo como magia. Necesitaba desgarrarme para ser virgen y restaurar mi cristal. Por eso estoy con Lili.

Ella sabe. Y una alquimia entre nosotras hace que cada contracción tenga sentido.

Delfines en Venecia

Leer a Moulia es como meterse en un volcán, las emociones no necesitan eclosión, la realidad que cuenta las hace nacer en el lector, y más aún en este diario donde un escritor argentino viaja a Italia a buscar a su novia para separarse (las paradojas maravillosas que crea), a Colellongo, un pueblo de montaña cercano a Roma. El hombre pretende ser frontal, pero también lo es el destino, la primera ola de Covid llega a Italia y todo se vuelve entre satírico y dramático.

Así la separación se ve postergada y tomada por conspiraciones, miedos, delirios, noticias, alarmas, desasosiego y en medio de eso, la deliciosa vida familiar de la novia del escritor en la casa de su nona y los increíbles personajes del pueblo, nos atrapan en historias entrañables.

El escritor termina confinado con la chica que quiere abandonar, y su familia en una casa pequeña que habla dialectos frente a su nariz. Ajeno y encariñado, por momentos odiado, humano hasta lo innombrable, el protagonista padece el desarraigo pandémico en el que lo verdadero, la vereda, la calle, el tránsito quedan prohibidos. No puede volver a su país, vive con extraños y con alguien que dejó de amar. Solo le restaba como opción escribir un diario donde narrar sus peripecias. Delfines en Venecia es el resultado. Y la novela trascienda la pandemia, la encasilla en lo vulgar, ¿o acaso es la primera que padece la humanidad? Al final de cuentas siempre nos llevamos, somos esa extraña ficción que desplegamos al mundo y el gesto íntimo que nos delata. En un pueblo tan paralítico que la pandemia no lo modifica, este escritor transita sus propios afanes y lo hace con la riqueza narrativa del autor.

Ver delfines nadando en Venecia, cuestión que sostiene Pietro, el astrónomo o afirmar que es una Fake News, como lo hace Luigi, el carnicero, es la excusa para un apocalipsis campesino. Animales muertos, un oso que pulula y una nona de 90 años que cuenta cada noche su amor por un espía inglés, su relación con soldados nazis que le revelaron un tesoro que eligió desestimar. Tal vez en un único cuento moral que se narra ante el fin de su vida. Una noche de alcohol, le dice al argentino, pareja de su nieta ypobre como son los escritores: al tesoro lo rodea de cerca el oso asesino.

Francisco Moulia afila sus garras y vuelve feroz a su novela, que por supuesto no develaré. Hay un tesoro, hay un virus, el invierno blanco es relieve y tiempo, todos son peligrosos, todos pueden ser más de lo que parecen en Delfines en Venecia, un diario de escritor que no pretende contar la realidad, sino la manera en que la literatura salva del olvido.

Muy buena, para leer en un fin de semana.  

Que nadie duerma

 Juan José Millás es uno de los autores más laureados por los lectores y por la crítica. Que nadie duerma es una novela que utiliza a un personaje impresionante, Luicía, para romper las barreras entre lo cotidiano y lo sobrenatural. Lucía, una «falsa delgada», es el eje de toda la novela, su infancia, sus extrañezas, su psiquis y porqué no, su cartografía creada para soportar la realidad madrileña transformandola en Pekín. Lucía inicia la novela siendo una informática cuya vida no dista de un algoritmo más. Pero enseguida nos cuenta que de pequeña, vio cómo un pájaro negro caía sobre su madre mientras hacía pis en el jardín de la casa familiar. De allí a la muerte materna hay un paso y un suspiro que destruye la corporalidad de la madre y la convierte en una en una mujer pájaro. Ahí comienza la historia, una maravillosa serie de reflexiones, fantasía y lírica interesantísima que nos transporta toda la novela en taxi. El que compra Lucía al ser despedida. Las vidas de sus pasajeros, pequeñas, inmensas, tensas, terminales, tejen una trama entusiasta que logra que lo onírico y lo tremendo sean paralelas interminables. Algo va a suceder, dice la protagonista, y ahí quedamos jadeantes esperándolo. Millás, poco a poco, construye una narración que se arremolina en el surrealismo sin perder contacto con la realidad. El punto de partida de esta historia es un beso fugaz que se le escapó a Lucía, la protagonista. Una vez despedida de su trabajo, llora en su baño, por los conductos de ventilación le llegan fragmentos de Turandot de Puccini, que escucha su vecino. La ópera late en su cuerpo y se transforma en su obsesión. Bajar a ver quién es el sujeto que la oye y que canta , allí comienza a gestarse este actor de mala muerte como su Calaf.

Millás  rompe los límites entre la realidad y la ficción, se anima a delirar y nos deja inquietos, desesperados buscando de donde asirnos como lectores, yendo a escuchar la ópera «Turandot»que en su argumento se vuelve Lucía, de Millás.

«Que nadie duerma» hibrida pájaros y ópera, dentro de un taxi, que se transforma en el espacio donde la historia explota, entre la ficción y la realidad, entre Pekín y Madrid, con Lucía vuelta pájaro, vuelta china, vuelta aire, humo espeso, madre tal vez. Los pasajeros, como oyentes de las historias de Lucía, sin espantarse las convalidad, y la fantasía acontecer.

Una novela cautivante, de esas que nos obligan a leer sin respiro.

Oso

Oso es la novela más interesante de Marian Engel; una obra que obtuvo el Governor General’s Literary Award for Fiction en 1976, y es recomendada por Alice Munro o Margaret Atwood por su construcción delicada y temible. Es una oda al paisaje a a la naturaleza, incluyendo la humanidad en ella, pero no deja de lado un perfil erótico, transgresor, refinado y con la belleza de la buena literatura. Narra una vuelta a la naturaleza, lo hace con tal estilo que nos metemos en ella: bosques inmensos, ríos amplios, extensas praderas, islas donde la joven urbana se halla, en medio de la paz que la rodea.

Oso es protagonizada por Lou, una tímida mujer de 27 años, bibliotecaria en el Instituto Histórico de Toronto, su trabajo lo realiza en el sótano, entre el calor de la caldera y la fiebre de sus pilas y pilas de libros. Pero una frase cambia su destino: “—Será mejor que hagas las maletas, Lou, y te encargues del asunto. El cambio te hará bien— dijo el director”.  
El Instituto  Histórico había recibido una carta de un bufete d de Ottawa en la que les comunicaban que un tal «Coronel Jocelyn Cary» entre otras muchas cosas, incluida la isla, les donaba una gran biblioteca que documentaba la vida de los pioneros del lugar. La historia transcurre entonces, en un viejo edificio octogonal, en la La isla de Cary . La casa y la finca, «Pennarth» (en galés «Cabeza del oso«), tiene ese trazado en octógono por los escritos de Orson Squire Fowler, su biblioteca tiene libros del siglo XIX. Y en el cobertizo, vive un gran oso manso y viejo.  El animal se convierte en compañía, y la relación entre ellos se vuelve humana y animal por igual, en una vuelta niestcheana, Hay un giro animal en Lou, hay una busqueda de placer en esa complejización que abruma a la protagonista y al animal, una tensión sexual e íntima que puede inquietar, pero que es contundente. Lou ve al oso como el compañero ideal, que la completa y la hace encontrarse. Ser.

“El oso lamía. Buscaba. Lou podría haber sido una pulga a la que él estaba persiguiendo. Le lamió los pezones hasta que se le pusieron duros y le relamió el ombligo. Ella lo guio con suaves jadeos hacia abajo.

Movió las caderas: se lo puso fácil.

—Oso, oso— susurró, acariciándole las orejas. La lengua, no solo musculosa sino también capaz de alargarse como una anguila, encontró todos sus rincones secretos. Y, como la de ningún ser humano que hubiera conocido, perseveró en darle placer. Al correrse sollozó, y el oso le enjugó las lágrimas”. [Pág. 112]

Escribe con tanta belleza el encuentro animal que no deja dudas de la contundencia emocional que significa. El simbolismo se corre ante la verdad. Pero en el momento de partir, cuando el trabajo había sido realizado, el animal presiente, y termina dándole un zarpazo en la espalda. Algo se rompe, la relación se vuelve otra vez iniciática, y es allí que y Lou dejala isla. Claro que no es la misma que llegó. Una novela polémica, llena de mensajes que pueden interpelar no solo al lector particular, sino a la sociedad, con una impecable traducción.

No es una novela sexual o zoofílica sino una historia que analiza las conductas humanas y animales en el encuentro solitario que la isla desata. Engel narrar sin pesar y con absoluta libertad una novela que se las trae, y que deberíamos leer sin prejuicios.

Muy bien escrita, diría que es sublime.

La flor del eucaliptus

“—¿Conocés la flor del eucaliptus? —le preguntó. Mirta movió la cabeza de lado a lado —. Sus flores suelen pasar inadvertidas, son blancas y solitarias. Mirá —le dijo y sacó una flor de algún costado—. E-u-K-a-l-y-p-t-o, —dijo deletreando— significa bien cubierto en griego. El árbol se adapta a cualquier tipo de suelo, resiste vientos, podría haber un mar acá nomás y estos árboles aguantarían, no se morirían. Estas flores son como campanillas, son hermosas y nadie las conoce”.

Las mujeres tenemos capas, muchas capas, que Mariela Dorfman supo reconocer, transpirar, diría que cocer mientras escribía su primer libro, de género indefinible, porque como novela sus capítulos saben a cuentos, pero las mujeres de las historias van y vienen y se entrelazan feroces, triste, desgarradas, como cáscaras o carne, pero siempre verdaderas, para componer una novela. Ese es el sabor de esta autora intuitiva, sagaz que vuelca pequeñas vidas en La flor del eucaliptus. Y quiero determe en el nombre que tiene el libro: Todos conocemos las hojas del eucalipto famosas debido a las propiedades curativas que posee, desde expulsa, calma, permite respirar, las flores del eucalipto, por lo general blancas, y digo general porque cambia camaleónica segun la especie y pueden ser amarillas o rojas, son una especie de paraguas abierto desplegado hacia arriba, brotan de a una, solitarias, sobre el tallo y suele acompañarlas el fruto del árbol que simula mucho a una baya. Si nos acercamos, los pétalos de esta flor sson como cerdas que concluyen en una ínfima bola amarilla. Es hermosa, es amarga, es distinta.

Lus, Virginia, Sandra, Patricia, Ana, Mirta, Flor, todas las mujeres de la obra son como esas flores: tienen historias bestiales o lastimosas, dan o no fruto, se vuelven madres o amantes, vivientes o voyeures porque no están sanas, se han quebrado, han tenido rajaduras que no cicatrizan. Estas historias son seres que pululan por nacimiento o adopción en la ciudad de Mercedes. Y una puede sentir las veredas y los comentarios bajo los pies. No se sabe si todas se conocen, no entendemos todo de ellas, pero cuando cerramos la novela, tenemos en claro que son flores contenedoras y lo que llevan es : dolor, miseria, amor, pasión, culpa, desdicha y una increíble humanidad.

La escritora Mariela Dorfman es una realidad, es una alegría que haya sido publicada, y espero seguir leyendo sus futuros textos. Muy buen libro. Para leer y releer.

 

El gato negro

El taller se dictará los viernes de julio 19.30 H (Argentina), se trabaja con material que recibirán para lectura anticipada, libros, cuentos, ensayos sobre el gato negro. Se analiza en clase la lectura y de allí surgen consignas de escritura. Los textos enviados por mail tienen devolución personal. s. La temática rondará los mitos, leyendas, percepciones populares referidas a los gatos negros. Duración 1.30H

Costo 25 dólares  o su equivalente en pesos argentinos.

Pago por medio de Pay pal, transferencia o mercado pago.

Consultas: vignolomansur@gmail.com