Diario de Cuarentena: Nos devora el Estado.

 Los políticos “solidarios” le vendieron a la población la idea de que muchos de ellos tienen derecho a vivir del fruto del trabajo de los demás. La tensión que enseñan es que unos son pobres porque otros son ricos, por eso hay que aplicar un impuesto a las grandes fortunas. MK dixit.

Y así estamos después de muchos años de populismo, que puedo pensar que comenzó con el PAN de Alfonsín que ahora es entronizado como un Dios, llenos de gente acostumbrada y que cree tener el derecho a ser mantenida por otros. Entonces en esta cuestión ilógica, resulta que perseguir al que crece porque invierte, trabaja y se esfuerza, está muy bien visto. El clientelismo político en su máxima expresión, sustentado en el resentimiento social, hizo que el gasto público de nación, provincias y municipios. llegue a la mitad de nuestro PBI.

El Estado imparable y gigantesco avasallando los derechos individuales para quedarse con el fruto del trabajo ajeno y repartirlo entre gente que no tiene idea del valor de la dignidad laboral. Ni el mínimo sentido del esfuerzo y el mérito.

Estamos siendo fagocitados por este estado que no solo no nos cuida, sino que nos destruye para poder mantenerse y seguir sosteniendo un reinado basado en dádivas y en inmoralidad.

Diario de Cuarentena: Defender lo indefendible

Hoy quiero reflexionar bajo el sol fresco de la mañana sobre el gran aprovechamiento de este tiempo de pandemia de corrupción, por parte de aquellos que supuestamente desean el progreso y ya no pueden ni defender la mentira que aflora y se repite reiteradamente, cuando los propios actores caen en contradicciones que se evidencian, aún cuando sepamos que en política el cinismo es uno de los rasgos principales.

La impunidad y su maldita costumbre argentina, aparece como sombra mientras se realizan investigaciones de las Fiscalía y los procesos judiciales.que ya deberían haber concluido, contra altos y medios funcionarios públicos y también privados, vinculados a delitos contra los bienes públicos, es decir contra los que dicen proteger. Cuando los actores sociales que defienden este supuesto progresismo de pseudoizquierda sostienen una mentira tan grande con su discurso, tienen que elegir, entre reconocer y rectificar ante las evidencias claras de lo que acontece o, como hace la mayoría, sostener esa mentira a rajatabla tejiendo nuevos y falsos argumentos para mantener tanta falsedad en pie, aunque se ridiculicen por las incoherencias en las que caen.

Alexis Carrel, reconocido médico investigador científico y pensador francés, Premio Nobel de Medicina, analizó a las conductas personales en dos obras: La conducta en la vida y La incógnita del hombre. Habló de la reconstrucción del hombre civilizado, del individuo mal adaptado al clima moral, de la irresponsabilidad y el afán de confort . El afán del provecho, de la satisfacción de los apetitos materiales y la diversión. La cobardía, la intemperancia, la ausencia del sentido moral, la presencia de la mentira que lleva a más mentiras para tratar de sostenerla. Cada cual debe comprender la necesidad de hacer el bien y de evitar el mal y someterse a esta necesidad por esfuerzo de su propia voluntad. La autoridad que miente y persiste en la mentira termina siguiendo en su dinámica de embustero, tejiendo cada vez más falacias y allí caen en contradicciones, que poco les importa pero que se evidencian cada vez más.

Estos siniestros abogados de lo que no es, no sólo están entre políticos sino también entre funcionarios públicos,empresarios y ciudadanos que apoyan sin medir las consecuencias de su fanatismo. Se acostumbran a los sofismas para defender lo indefendible, sin pruebas de descargo sino con leguleyadas. Dejan pasar el tiempo para que continúe la impunidad y no se lleguen a ejecutar sentencias y para ello usan artimañas de todo tipo, utilizando las instituciones de la república . ¿Hasta cuándo vamos a sostener tanta hipocresía? Mientras hablan de cuánto les importa el pueblo, de lo único que se ocupan es de ellos mismos. Pero el resto del pueblo, aquel que no está ocupado en defender lo indefendible para mantener un ideal que parte de premisas falsas, ya no puede permanecer pasivo. Como enuncia Deepak Chopra: La pasividad es lo mismo que defender a la injusticia.

Diario de Cuarentena: Hacen falta límites.

Buen día, aunque nos falte sol, en el día de hoy decidí echar luz sobre algunas cuestiones relacionadas con el orden moral, porque por muy elevado que tengamos en lo discursivo el sentido altruista que adorna a los humanos, incluyo a todas las personas, etnias y subgéneros locales, debemos tomar en cuenta que las tentaciones existen y que un número bastante numeroso al encontrarlas,no hacen lo que dicen y aprovechan lo que se les presenta. Hay una gran hipocresía en la critica a la corrupción. De no ser así no nos gobernarían corruptos. Por eso es  conveniente que existan mecanismos eficaces de control que limiten el poder de aquellas personas que ocupen puestos públicos, y que por si su voluntad no resiste la tentación, al menos teman el castigo. Pero no, en Argentina la justicia teme a quien debe castigar. Estamos ante dilemas morales.

No existen seres perfectos. Toda investidura de poder debe vigilarse, todo sistema político, más allá de las personas deben estar restrictivamente estructuradas. Limitados.Es un principio fundamental de los sistemas liberales- parlamentarios – occidentales, que está vinculado con la esencia de las constituciones, pero este principio básico, fue asaltado por ideologías más intervencionistas, no entro aquí a valorar sus méritos,  que se ven fortalecidas por los actuales avances tecnológicos, otorgándole a los personajes públicos un  poder de controlar y corromperse que supera al que tenían antes de la era del conocimiento. En nuestro país están interviniendo justamente las redes.

Entonces,  si el estado es cada vez más poderoso, con más cuotas de poder y engorda sumando más y más personas dependientes de él en todos sus niveles,  implica que hay cada vez más individuos que puedan aprovecharse de su puesto, personas con sus debilidades y flaquezas, expuestas a la tentación de administrar la “cuestión pública” como mejor les parezca a sus intereses.  Debemos confiar en una moral pública, sería la pregunta. Para respondernos, debemos tener en cuenta que la capacidad de controlar informáticamente a las personas puede llegar a ser total, y estos poderes fácticos, nacionales e internacionales, controlan cada vez un mayor porcentaje de la riqueza colectiva, por vía impositiva directa, indirecta y mediante tributos especiales, con lo cual los ciudadanos efectivamente pierden en su mayor parte la capacidad  de  decidir sus preferencias en favor de esa maquinaria estatal, y si esa cesión de su independencia, económica y social, se tradujera solamente en un sistema de gastos controlados, donde claramente se viera que el producto de su sacrificio tributario se tradujera en bienes que favorecen exclusivamente a la sociedad, aun estando en contra de los teoremas socialistas,  habría una lógica, pero si a lo que asistimos es que todos, y cuando me refiero a todos es que son todos los partidos, están infectados de corrupción congénita, simplemente porque su propio funcionamiento requiere de las contribuciones que mantienen sus megas estructuras sin las que no pueden funcionar, estamos en problemas. Nuevamente éticos o morales.Siento entonces, que  las ideologías ya cuentan poco, estamos ante juegos de ambiciones e intereses personales, por ente más corruptos, sin la fibra moral en esa ecuación de poder.

Vemos hoy restringida dramáticamente la libertad de las personas, por un inmenso poder coercitivo que plantea una disyuntiva de baja calaña, si no hacés lo que digo sos la muerte. Es lo que el Estado ordena o sos asesino. La bajeza moral en su máxima expresión, partiendo de un gobierno que no acierta y que nos ha dejado librados a nuestra suerte porque sus preocupaciones y ocupaciones no responden a la realidad social. Para que todo eso no vuelva a ocurrir a nuevas generaciones hay que replantearse bases impositivas proporcionales a la hora asignar recursos por parte de la autoridad fiscal así como unas normas de privacidad de cara a la autoridad gubernativa para respetar la libertad de las personas sobre todo cuando los recursos de estado parten de los recursos obtenidos individualmente por los pocos habitantes productivos que van quedando. Hay que pensar en una moral fiscal.

Si de verdad se busca  sanear el sector público y eliminar tentaciones, redimensionar este modelo de estado, cada vez más poderoso y controlador, una situación de la que se deriva una corrupción inevitable, pues la naturaleza humana, salvando excepciones honrosas, es vulnerable al halago del poder y a la corrupción,. Los partidos políticos, todos, acaban por enrocarse en una endogamia corporativa que degenera y acaba pudriendo el sistema.

No soy tan simplista como para pensar que por ser los estados más reducidos y sencillos vaya a desaparecer la corrupción, siempre habrá ocasión para el uso indebido de fondos entre aquellos que ejercen el poder y sus tributarios, pero será más fácilmente controlable, fiscalizable,  será menor, no este despropósito que nos ahoga, para financiar al sistema. Adam Smith decía que cuanto más recursos manejen las particulares mejor le irá al conjunto, con ciertos controles necesarios. Hoy vivimos en la vereda opuesta. Todo lo maneja un sistema corrupto, ajeno a la moral pública, cuestionado y cuestionable que nos avasalla para poder engullirse el producto de nuestro esfuerzo y que miente a diario, seguro de que los ciudadanos, cada vez más dependientes, temen. A un virus respiratorio que los ahoga, y si no, los asfixia el gobierno.

Diario de Cuarentena: el Ogro filantrópico

Hoy para escribir mi diario, me basé en uno de los autores mexicanos que me ayudan a pensar y al que releo en cuarentena,Octavio Paz, que obtuvo el premio Nobel en 1990, fue también un premio al ensayo hispanoamericano. Si bien compuso poemas de gran factura, como ‘Piedra de sol’, su fama radica particularmente en el ensayo ‘El laberinto de la soledad’. Publicado en 1950, un ensayo pionero e inquisidor. Lo traigo a colación porque el autor, explorando la identidad de sus colegas, desmitifica el nacionalismo de los países hispanoamericanos, demostrando cómo lo que países que hoy nombramos México o Colombia fueron construcciones políticas y militares de oligarquías locales del siglo XIX.

Dos siglos después, nos dice Paz, “nadie puede explicar satisfactoriamente en qué consisten las diferencias nacionales entre argentinos y uruguayos, peruanos y ecuatorianos, guatemaltecos y mexicanos”. Y luego subraya: “la mentira política se instaló en nuestros pueblos casi constitucionalmente. El daño moral ha sido incalculable y alcanza zonas muy profundas de nuestro ser. Nos movemos en la mentira con regularidad”. Si Octavio conociera nuestra Argentina de hoy comprendería la premonición de sus palabras.Trataba de interpretar el paisaje mexicano entendido como construcción social,y hablaba de la centralidad de su patria: “(…) Se levanta entre dos mares como una enorme pirámide trunca: sus cuatro costados son los cuatro puntos cardinales, sus escaleras son los climas de todas las zonas, su alta meseta la casa del Sol y de las constelaciones”.

‘El ogro filantrópico’ publicado en 1978 es el más brillante de sus ensayos políticos. Denunció que el Estado mexicano –y lo extiende al de los países hispanoamericanos– ha sido tan contradictorio y tan ambiguo que, parece precipitarse en el totalitarismo, bajo la imagen de un monstruo con varias caras, a veces generoso otras despótico, siempre paternalista . El autor pedía en ese ensayo dejar de imitar modelos ajenos de otras realidades y sociedades, para construir nuestra propia modernidad. Recomendaba despojarnos del complejo de inferioridad de ser latinos dado que solo en la observación de las formas de vivir, trabajar, gastar y gozar de nuestros pueblos está el secreto del Estado adecuado. Por eso insistía en la observación de la realidad. La crítica y la imaginación, si nacen de una mirada límpida de la realidad, nos desintoxican de las ideologías y los fanatismos de nuestros tiempos. Sus palabras reflejan aún hoy, más de cuarenta años después la realidad de la mayoría de los países de centro y sudamérica y pone a prueba la función de estado paternalista que nos quieren imponer.

Octavio Paz en el Ogro filantrópico afirma que los liberales creían que gracias al desarrollo de la libre empresa, florecería la sociedad civil y simultáneamente, la función del Estado se reduciría a la de simple supervisor de la evolución espontánea de la humanidad. Los marxistas, con mayor optimismo, pensaban que el siglo de la aparición del socialismo sería también el de la desaparición del Estado. Esperanzas y profecías evaporadas: el Estado del siglo pasado se mostró como una fuerza superior, y se transformó en el nuevo siglo al que no visualizó en su obra, en un amo sin rostro,que obra, esto sí lo supuso. que actúa como máquina .

Este Estado del siglo XX que nos mostró Paz no es exclusivo de ciertos Estados totalitarios; se refiere, también, a lo que en las democracias occidentales se ha llamado Estado de Bienestar. Por Estado de Bienestar se entiende a un Estado que redistribuye la producción otorgando subsidios principalmente para ciertos servicios de educación y de salud. De aquí que sea filantrópico. Pero es ogro porque muchas veces la distribución la hace independientemente de las necesidades, deseos y preferencias de los ciudadanos. SI el gran autor mexicano pudiera ver el Estado argentino de hoy, que lejos de la filantropía en educación y salud, avanza gigantesco subsidiando todo aquello que le asegure un voto clientelista, sin visión más que la idea perpetuarse en un continuo desarrollo de la burocracia populista. Cada vez que pienso en el papel de Estado de Bienestar me pregunto qué tipo de intervenciones estamos dispuestos a justificar. ¿No te parece que hoy, con este Estado que pretende ser nuestro padre, decidir por nosotros, abolir nuestros representantes, simular protegernos; se nos está eliminando de la acción democrática? Yo no quiero un estado padre. El problema político y filosófico del paternalismo en el siglo XXI que Paz no llegó a cuestionar, aparece para destruir democracias en Latinoamérica.No se cumplieron los sueños de los marxistas ni de los liberales, que intuitivamente buscaban dar solución a ciertas contradicciones que se presentan en la relación gobernantes-gobernados.

Es necesario establecer ajustes a un sistema que en Argentina al menos, donde tendemos a el Pater Estado por derecha o por izquierda, tenemos que conquistar una nueva visión política y social. Una que nos de más poder a los ciudadanos, para enfrentar los arrebatos locos del poder de turno. No necesita la ciudadanía un Estado Ogro filantrópico, sino ideales de justicia e igualdad de oportunidades. Los logros después dependerá del trabajo y del esfuerzo individual. Con brindar condiciones igualitarias es suficiente para el ciudadano. Claro que esto implica un cambio cultural que necesitamos debatir. Nos debemos una discusión social que proyecte un consenso a cincuenta años, para no seguir viviendo de emergencia en emergencia.

Escribo y leo y estudio para pensar, para pensarnos. Para crear en mi diario una búsqueda, con preguntas que no pretenden ser definiciones pero si reflejo de lo que acontece, en esta cuarentena que nos agota y nos deja parados mirando un solo aspecto de la realidad. Insisto. Es momento de estar atentos.

Diario de Cuarentena: Gente que no

Resulta complicado mantener este diario después de más de ciento cincuenta días largos. Más aún si a diario estamos contando la gente que se enferma y la gente que muere. Estos hechos ocurren desde el inicio de la humanidad, pero no nos pasamos la vida contabilizando sus datos. Lo cierto es que hay gente que enferma y gente que no. Gente que muere y gente que no. Y como ocurre desde que el mundo es mundo, nos puede tocar a todos, en especial durante una pandemia, que no es la primera, y no va a ser la última mientras exista la humanidad. Vivir aterrado no es vivir. Estamos en una estación del año, donde todos tosemos, o nos resfriamos, pero en 2020 eso parece sinónimo de asesinato, y así anda la humanidad desconociendo rostros porque no nos vemos detrás de los barbijos. Desconociendo sueños y alegrías. Si quisiéramos terminar con esto, bastaba con políticas de test masivos que por supuesto no fue realizada. ¿Ahora bien, como vamos a salvarnos como sociedad si no somos libres? No podemos transitar, no podemos viajar, no , no, no. Somos gente que no.

Es muy difícil no ser autoreferencial en un diario personal, pero lo voy a intentar. Como liberal, he soportado desde mis 17 años muchos agravios. En un país en el que el populismo nacional es vedette, soy considerada hereje. El liberalismo arrastra el sambenito de que su afirmación de la libertad y la responsabilidad individual, como pilares fundamentales de la sociedad, y de la primacía de mercado sobre el estado, en la asignación de los recursos y la distribución de los bienes y servicios, supone desentenderse de la suerte de los pobres y los menos afortunados.Pero nada más contrario a la verdad. En el corazón del pensamiento liberal está, como lo señala Bertrand de Jouvenel, “la idea de que los que sufren necesidades apremiantes deben ser atendidos es inherente al concepto mismo de sociedad”. No debe haber ninguna duda al respecto. La discusión tiene que ver con sobre la forma en atender esas necesidades: por la familia, la acción solidaria de la comunidad o la coacción del estado. Esa atención solidaria de los necesitados, que hoy en día son millones, gracias a planes que dicen defenderlos, no puede confundirse con el ideal, rechazado ese sí por cualquier liberal, de igualación de rentas y patrimonios por la acción del estado, por obra del asistencialismo ilimitado del estatismo parasitario que aqueja a la argentina y gran parte de américa latina.

Nada puede ir contra el valor más relevante de una sociedad liberal: la responsabilidad de cada uno de su propio destino.

En nuestro país hace décadas que vamos por la gente que no. La que vive de ayudas o empleos poco demandantes del gobierno que sin dudas socava la dignidad personal y el sentido de libertad, y predispone a la aceptación de la sumisión y la servidumbre. Los ideólogos totalitarios son los ideólogos del asistencialismo, que busca hacer a las personas dependientes del gobierno porque esa dependencia moldea también, las actitudes políticas.

La idea no es transformar el diario en clase de economía que tampoco podría dar, pero si defendernos un poco de una política brutal que nos está desprotegiendo en todos los sentidos y desmitificar la historia vieja de que ser liberal o capitalista es odiar al necesitado, o destruirlo, por el contrario, creemos que hay que propiciar la movilidad de clases y la educación para que eso se logre. los liberales tenemos que atraer a la gente a nuestros ideales. La seducción del populismo en su forma moderna de expropiación de los resultados de la producción, mediante la acción de un estado parasitario, clientelista y corrupto es muy grande y seguramente se avivará en esta crisis.

No debemos temer enfrentarla si queremos un país mejor. No es cuestión de partidismos, es hora de ser racionales y emocionales a la vez. Podemos seguir con la historia nefasta de revictimizar al pobre, o ayudarlo a crecer, con esfuerzo, con estudio, con mérito. Basta de contar enfermos o muertos. Hay que luchar por la libertad, que no significa dejar de cuidarse, pero sí, rechazar esta cuarentena espantosa que nos cercena la mente, el cuerpo y el corazón. No quiero ser gente que no. Que no puede ir a ver a sus hermanos. Que no puede ir de una ciudad a otra. Que no puede moverse en el país con libertad. Que no puede trabajar. Que no puede proyectar. Que no puede visitar una provincia. Que no puede salir del país. Que no puede elegir cómo vivir. Estamos en una pandemia. Se manejó mal, nos burlábamos de paises que estan mejor que nosotros. Seguimos soberbios. Incompetentes. 300000 contagiados que debemos multiplicar por diez como mínimo. Y no producen cambios, ya se equivocaron, el virus circula, basta de ineficacia. Déjennos vivir eligiendo quienes queremos ser. Decía Einstein:

Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes

Diario de Cuarentena

¿Sabés que es lo que me tiene preocupada? La quietud intelectual del país. Te cuento mientras me tomo un mate, le paso a LT20 una recomendación por el día internacional del libro y me acomodo las almohadas en la espalda. Hoy decidí escribir en la fiaca del cuarto.

Esta quietud de la que hablo se refleja en las direcciones de cultura calladas, en las instituciones silenciadas y en la calma falsa que genera el miedo. Deberíamos estar aprovechando la introspección obligada para pensar en la terrible dependencia estatal que vamos a tener. Y en el clientelismo que va a generar. La verdad es que no hace falta la olla popular si el estado funciona. Pero cuando planteo cuestiones similares en mi grupo de amigos o de confianza, me responden que no entiendo.

No es novedad para mí ir contra la corriente, porque la comodidad que genera la dependencia pública hace más de medio siglo en mi país hace que las personas hayamos pasado a ser gorriones que comen de la mano del salvador.

¿No te pasa que la mayoría de la gente que te rodea vive del estado? ¿Y entonces que futuro tenemos? Me siento con una bota en la cabeza, una llena de mentiras progresistas que pisa igual que la militar. Y me da mucha tristeza hablar de ésto en el día internacional del libro, siendo lectora compulsiva que en en mi mesa de luz, acá, pegado a mí, tengo a La china Iron de Cabezón Cámara, el amor es una catastrofe natural de Betina González, Décadas de Neuman, los cuentos de Cheever y Todo queda en casa de Alice Munro, abajo como siempre, Borges, todo para recomendarte.

Sin embargo, prefiero invitarte a la rebelión, y a exigir república y derechos y libertad. No te tortures con un bicho la posibilidad de vivir, porque te quedás sin vida. Cuando otro te cuida por vos, la garantía es el abuso. Dudemos de todo, como decía el gran Jorge Luis Borges: La duda es uno de los nombres de la inteligencia.