Diario de cuarentena

Hace mucho tiempo que corrí el ego de mi vida. Pero no siempre logro que se quede ahí. ¿A vos te pasa? Cuando creés que vas bien, que aprendiste y estás creciendo, vuelve el señor ego a mostrarte que te falta.

Y es lo que nos pasa como sociedad, todos queremos tener razón, somos tan volátiles y tan inconsistentes que nos enfrentamos una y otra vez con las calamidades para darnos cuenta que no aprendimos nada. La vida cotidiana, que los gobiernos nos hacen cada vez más complicada. Llena de impuestos, trastornos, intereses, pagos y más pagos y retenciones y provincia y nación y municipal y la mierda que los tiró.

Entonces comprendo que nos merecemos todo. Porque esa gente que tiene el poder emerge de nosotros. ¿el ego es tan terrible? Lo es. Por eso resigno el mío cada que vez que me atraviesa y me cruzo en tensas discusiones en las que a veces gano. Cuando gano, y aflojo tensiones, y dejo en el cajón de las tonteras a mi ego entumecido, me siento valiente. Cuando perdono soy valiente. Cuando cedo soy valiente. Cuando me importa más el otro soy valiente. Y cuando soy valiente soy valiosa. Y lo valioso no tiene precio en moneda.

¿Dónde estás vos en ésta guerra? ¿de qué lado? Tirá tu ego por la borda y tal vez así ganemos la batalla. Mañana puede ser el día donde el valor se apodere de tus sueños, y puedas cumplirlos. Te espero en mi mundo, donde me quito los zapatos del ego, y elijo el amor.

Diario de cuarentena

Y se abrirán las aguas. Qué profecía, Corre el día nueve y ya no pensamos todos igual en casa. La necesidad tiene cara de hereje, reza un dicho popular. Y parece que mi amor tiene más necesidades externas. que tengo una urgencia, que soy sanitarista.

Y mi egoísmo empieza a aflorar. No me quiero enfermar. No quiero que mis hijos se enfermen. No quiero que pase nada. Lo odio cuando resuelve salir a cubrir urgencias veterinarias y ponernos en riesgo. Y lo amo por lo mismo.

Cuánto del ego para trabajar en estos días de encierro. El de él, por creerse todopoderoso y salvador de los caniches del mundo. Y el mío y el de todos nosotros, por suponer que estar adentro nos va a salvar de algo. La razón me indica que debo seguir las normas sanitarias. Y la misma razón me dice que si seguimos encerrados y sin trabajar nos vamos a morir, pero de hambre, de miedo y de ineptitud. ¿Cuál será el justo medio ? Dónde estará la verdad, si es que hay una.

El problema más serio es la credibilidad de uno con el otro. La credibilidad entre nosotros, los que habitamos esta pequeña muestra social, ya está en ciernes. Y ni hablar la credibilidad hacia los gobiernos y la OMS. Es que los humanos nos traicionamos tanto que ya no sabemos quiénes somos.

Cuestión a resolver. Si se dividen las aguas, ¿ en que costa te quedás? ¿Cruzás o no?