«Cualquier madre a la que le cortan las manos de los hijos o los llevan del otro lado del muro, hubiera hecho esto y más. No digo madre porque no es una prueba de amor. La ley no entiende, los jueces no entienden»
Ariana Harwicz, escritora argentina que reside en Francia, finalista del premio Man Booker Internacional con ‘Mátate, amor’, es una escritora con la que no podemos permanecer ecuánimes, despierta pasiones con su modo destronado y único de escribir. ‘Perder el juicio’ es, nada menos que la historia del y el desamor de una mujer, enceguecida, que en el fragor de la lucha pierde la custodia de sus hijos y decide incendiar la casa paterna para recuperarlos. Los secuestra. Pierde los dos juicios, el de custodia, y el propio, en el devenir de esta novela corta, narrada por la protagonista, con un aporte único del presente, aunque las digresiones crean a veces un clima atractivo de pasado feliz, o al menos, tranquilizador, y cuenta con diálogos negros entre los esposos y los suegros.
La autora le da a la narradora una contundencia feroz, y no teme expresar su descontento con la hipócrita progresía contemporánea, se atreve a comparar el secuestro de niños,xon el robo de los mismos en dictadura, dice: que igual robo es en una dictadura que en una democracia, que alegar que se hace por el bienestar de los niños, no quita que el robo siga siendo un robo. Opiniones como ésta vuelven la novela mucho más que una historia, es un grito a la conciencia, al rescate de la lógica, a dejar atrás la falsa expectativa de que porque hablemos lindo somos buenos, vuelve una y otra vez a la contundencia de los hechos para recordarnos que son los que valen. Palabra, vaya paradoja, sobran.
La autora en esta historia se involucra como sombra, es casi una dúplica de la narradora y así nos hace partícipe del trágico momento de la misma, al punto de que nos pone en situación de pensar qué es lo que nosotros haríamos en su lugar.
Es una obra a lo Harwicz, inquietante, molesta, que nos hace replantear posturas y nos cuestiona, siendo la moral una duda constante entre los que hacemos y lo que decimos, y el precio que ser paga por la hipocresía. La imagen como necesaria para que la justicia nos crea es otro de los aciertos de la autora, que susa a la abogada de la narradora para mostrarnos la cáscara de la justicia. Esta jurista no ve a la mujer que defiende, ni siquiera tiene el tiempo para ocuparse de su caso, pero le da tips de vestimenta y gestualidad necesarios como si fuera una receta milagrosa, mientras que su cliente, la narradora es una mujer extranjera reconcomida porsus hijos que trabaja en un viñedo y que asiste a las visitas supervisadas con un cuchillo escondido,
El libro nos muestra la maternidad como el acto más trascendente de lo humano, la fecundidad, los tratamientos de fertilidad, la inmigración, los conflictos religiosos, políticos, es decir nos muestra el mundo, pero se detiene en la injusticia presente en aquellos divorcios en los que las denuncias mutuas y acusaciones destrozan lo único valioso: los hijos.
Despupes del secuestro y del incendio, la huida es épica, y nos hace replantear cuanto se hace por amor a los hijos o por necesidad de lastimar a los que nos hieren. En todo caso la narradora muestra las dos versiones, las caras del dolor y el amor, la locura y la coherencia para poner todo el sistema de vida actual en tela de juicio.
‘Perder el juicio’ es un desborde, y se derrama aun más cuando nos hace saber que la narradora es una escritora indaptada, que según su pareja fracasa por contar la realidad como irreal. Es muy interesante que narra quien agrede, quien secuestra, quien intenta matar y narra una madre, y lo más espeluznante es que tendemos a justificarla, pero estamos tan atravesados por lo cultural que, si el narrador fuera hombre, sin dudas los crucificaríamos. La inequidad de la época y Ariana Harwics, que atravesó un proceso de puntos de vista a la hora de escribir esta historia, una vez escrita, nos enjuicia a nosotros. ¿Hasta donde la moralina ideológica del progresismo nos impide revisar, ajustar nuestros juicios? Harwicz nos propone el pensamiento crítico, para reveer la versión oficial de la historia, ser capaces de ver más allá de lo que quieren que veamos. Es una ejercicio muy interesante para poner en práctica con casos que seguro, nos rodean.
Dice Harwicz: «No se decide nada a lo largo de una vida, uno va siguiendo con debilidad la propia vida por los caminos que te van indicando, la vas tratando de alcanzar sin firmeza siempre a unos pasos de caer en un barranco, pidiendo ayuda a la persona equivocada, haciendo autostop en una carretera peligrosa, huyendo de donde había que quedarse, quedándose por error».
Y para qué agregar más.









