Y llegó el domingo de ramos. Sin ramo. El olivo de éste momento histórico en el mundo no va a poder salvarnos. Y aunque circulen oraciones que intenten hacer coincidir el libro sagrado con las fechas que nuestro gobierno piensa como límite de cuarentena, la realidad es que estamos en el horno, y no somos rosca de pascua.
La comunidad científica mundial no da o no quiere dar respuestas a un virus corona, parecido a otros ya existentes, y nuestro miedo nos hace creer cualquier cosa. Menos mal que los creyentes sabemos que la fe no es moneda de intercambio. Cualquiera sea la fe que profeses. Porque hoy todo parece moneda de cambio.
Y así leemos que desde lo hecho en la fiebre hemorrágica hasta la ivermectina nos van a salvar. Todas cuestiones viejas. Y los organismos pagos de investigación científica en el mundo y en argentina, ¿qué hicieron todo este tiempo sin coronavirus? ¿ en manos de qué lideres mundiales estamos?. Me atrevo a cuestionar y a preguntar aunque desde idiota a sacrílega me han dicho de todo los últimos días. Parece que hay que ser miembro de alguna sociedad sectaria para opinar o disentir. Me advierten que no genere miedo. ¿O les da miedo que invite a pensar? Cuidemos nuestra libertad.
Porque si el virus no pasa, todo termina, pero cuando pase, y así lo creo, ¿a quién le vamos a tener que pedir permiso para ser?
En todo caso, hoy, domingo de ramos, aquellos que creemos en que Cristo vino a liberarnos, hagamos honor a su lucha.
Una vez dicho todo esto, recomiendo una ensalada para Pascuas: trigo burgol, sin retenciones, tomate fresco de una huerta sin contaminantes, cebolla de verdeo bien picada, de nuestra bendita tierra productiva, mucho aceite de oliva mendocino extra virgen, hinojo, cebolla común y una gran cucharada de sal gruesa para evitar la caza de brujas.
Y como decía el gran Albert Camus: La única manera de lidiar con un mundo sin libertad es llegar a ser tan absolutamente libre que tu misma existencia es un acto de rebelión.