La Anunciación

«Entonces me veo a mí misma, Humboldt. Me veo como en una secuencia de fotogramas, de tal modo acoplados, que parece una calesita mágica donde la vida aparece como lo que es, un mecanismo ilusorio que sigue sus propias reglas y trajo lo que tuvo que traer, tantas cosas, tanto ir y venir y volver a empezar inventándolo todo cada vez, el nombre, la biografía, los sueños»

La Anunciación, María Negroni

La anunciación (Seix Barral, 2007), es la segunda novela de la poeta argentina María Negroni, ensayista y traductora. Es muy atractivo el texto de Negroni, con la desaprensión que lo pulsa, directo a nuestro centro ontológico, a esa condición lectora que nos permite seguir esta trama que la autora misma despedaza, desmadeja para que la circularidad Borgeana se vuelva costumbre en sus páginas. «El 11 de marzo de 1976, tiene 22 años”, la fecha que elige, es nada más que un espejismo que nos envuelve y nos lleva y trae desde las paradojas que construye en una Roma propia al presente, al pasado mediano y por qué no, a un futuro que podemos ir construyendo juntos. . Pero nos trae pasado y presente en cada página, futuro tal vez. La novela esta construida con personajes que responden a los nombres de Vida Privada, la palabra casa, el ansia, el alma, lo desconocido o la voluntad, y de golpe nos pone en escena a Huidobro y aEmma,  así La anunciación  se vuelve una obra que nos da“la impresión de estar leyendo un libro en el cual, de buenas a primeras, se instala el sinsentido”. Negroni nos confirma que la verdad no es absoluta y se anima al pasado político de los 70 revolucionarios y la represión dictatorial pero lo hace con la conciencia de que un libro es un hecho estético, y en ese contenido que propone hay lugar para la duda, diría que constante, sobre las posibles verdades históricas. Todo con una prosa poética alucinante que nos lleva de las narices hasta en sus anuncios, como cuando dice: “en mi frente hay un cartel que dice Aquí se piensa. Aquí se piensa en contra. Esto incluye, claro, pensar en contra de mí mismo. Mi mismo es el que sueña; es también el desconfiado del poder, de cualquier bando que sea”. Y eso lo aplica la novela, no solo contra el poder sino contra sí misma, por eso el texto puede abordar la historia moderna de Argentina como un sueño colectivo y tal vez erróneo. María Negroni juega con el sinsentido con la solidez del que sabe de que va la literatura, y en  La anunciación la literatura es la ley. Es escritura pura, pulida, estética, sin que la trama desaparezca está lejos de ser lo trascendente en la obra. El ansia declara: “[p]ara escribir sin escribir, no escribo. Imagínate, quería que me transformara en fotocopiadora, como si lo que se escribe sucediera en algún lado”.

Aparece un homenaje Macedonio Fernández en el museo sin tiempo y netamente filosófico, por ende eterno, asi como reminiscencias a Pedro Páramo de Rulfo, esta obra dista de lo comercial para sostenerse en un ideario, tal vez el de la autora, donde ir y venir, desenlazar y atar, tiempo y destiempo pueden elaborarse entre ellos y silenciarse en sus páginas que uno consume voraz y enceguecido.

La anunciación puede resumirse en “la aparición, el saludo y el coloquio con el ángel”. El personaje femenino que habla en La Anunciación recuerda sin nombre, es una voz infinita que avanza como un poema, habla desde la Roma inconclusa, la que se vuelve salvación, como si el exilio inagotable fuera el beso amoroso de la muerte. La voz de esta mujer que recuerda es interpelada por otros personajes de su pasado, de sus libros, de los poemas de Negroni y desea, memoriza, y habla. Por eso el deseo , la palabra y la memoria no tienen respuestas, y siguen, interminables en esa voz que apunta a Humboldt, el nombre falso con el que un joven de apenas 20 años militó y fue desaparecido.

Negroni sueña esta novela casi como Athanasius, personaje del siglo XVII, fabrica su museo, Emma, vaya nombre, pinta una y otra vez el cuadro de La Anunciación, Humboldt es destinatario y a quien se le dedica el sueño y la voz repite busca un por qué. Nada tendra respuesta. Todo sigue siendo laberinto, expresión íntima del vacío. Silencio en letras, eso escribe María Negroni.

Al pie de la escalera

«El frío llegó tarde aquel otoño y a los pájaros cantores los cogió desprevenidos. Cuando la nieve y el viento empezaron a ser intensos, demasiados habían sido engañados para quedarse, y en vez de partir hacia el sur, en vez de haber volado ya hacia el sur, estaban acurrucados en los jardines de las casas, con las alas ahuecadas para conseguir un poco de calor. Yo estaba buscando trabajo. Era estudiante y necesitaba trabajo de canguro, de modo que pasé algún tiempo caminando por esos atractivos pero invernales vecindarios, de entrevista en entrevista, al tiempo que inquietantes multitudes de petirrojos picoteaban la tierra congelada, pardogrisáceos y desvalidos —aunque qué pájaro no parece, incluso en las mejores de las circunstancias, algo des

Moore, Académica de las Letras de América, intenta, en esta novela, mostrar el ser americano promedio en la vida de Tassie, una chica de pueblo del Medio Oeste que vive con sus padres y hermano; se marcha , a la universidad con sus valores a cuesta, quiere madurar y crecer. Allí conoce Sarah, que buscaadoptar a un hijo, la contrata como niñera hasta que el pasado lamentable de la mujer aflora y desestabiliza la adopción y el trabajo de Tassie. Los secretos de los personajes, su empleadora, su esposo, el chico con el que sale, dejan ver más que lo que la propia autora nos permite. Moore dejo claro que pretendía con esta novela “dar un pequeño golpe bajo a la vida estadounidense”. Y lo hace, es terriblemente crítica, con el humor interesante de la autora, tal vez repetitiva en sus descripciones contexturales, pero sin dudas hace pie con un criterio brillante y mordaz en el tema que aturde a la literatura norteamericana, que es el racismo. También utiliza el tema de la adopción y no escatima en dejar posición sobre el comercio subyecente.La peor hipocresía burguesa queda expuesta en la obra realista, descriptiva y concreta y en la magnífica prosa de la escritora que nos permite ver sin velos la miseria de la sociedad. Narra tan bien, utiliza el showing con maestría y así nos muestra escenas memorables.

Es una novela franca, y lastima, pero tiene un cariz humorístico que permite al lector no desfallecer ante la brutalidad de algunas conversaciones que acontecen. Las comparaciones son hitos en el texto y nos muestran como somos los humanos ante los otros de manera brillante. Es de lectura ágil, sin desperdicio, pero aún así siento que Lorrie Moore es mejor cuentista, las historias en sus relatos tienen un peso que no logra de la Sarah y Tassie, a pesar de los dimes y bemoles que las interpelan. Es una buena novela pero lo que muestra ya lo hizo Roth o Carver, la diferencia es su voz irónica, divertida que vuelve menos trágica la negativa realidad.

Un párrafo especial mereces las conversaciones del grupo de apoyo que están tan bien logradas que molestan, y nos interpelan como sociedad. La guerra, la muerte, el amor, la traición y la hipocresía. Tiene todo, Lorrie Moore no decepciona. Una buena lectura para iniciar el otoño.