Diario de Cuarentena: Mejor no hablar de ciertas cosas.

En un mundo selectivo, donde se habla sólo lo que conviene, es difícil ser libre. La conciencia no importa, la verdad no importa, solo el metarrelato construido para parecer. Y entonces, para hablar de la ciudad, podemos comenzar diciendo que no importa el otro. Una joven desaparecida pero el comentario pasa por su vida, si era licenciosa o no, si esto, si lo otro. Y no hablo de las autoridades, hablo de nosotros, sus vecinos. Tiene que aparecer, después veremos si actuaba bien o mal, o de qué vivía. ¿O estamos libres de pecado?. La vida es de lo que debemos hablar. Pero no. Nos empeñamos en hablar de muerte. Mientras, les roban a nuestros abuelos, nos amedrentan, cada vez tenemos menos poder adquisitivo. Y mientras tildan a un vecino de antipatria, acuerdan con cualquiera con tal de ganar una elección.

Me asusta tanta traición y tal falta de valores que podemos lastimar y hasta cuestionar al que enferma. ¿Nos creemos superiores? Todos podemos contraer la enfermedad COVID y deberíamos abrazarnos en la solidaridad que tanto pregonan. Al fin de cuentas somos humanos, nada más. Y en vez de crear mensajes perversos, de una depravación tal, que hace que ante la desaparición de una joven de 29 años, nos ocupemos de rotularla y no de su situación. Porque venimos hace muchos años así, con un lema que nos vuelve cada vez más hipócritas y que la pandemia, y esta insoportable cuarentena parece haberlo convertido en dogma, con un tapaboca como símbolo, y si: mejor no hablar, de ciertas cosas.

Diario de cuarentena: No tan distintos

Parece que el otoño se empecina en regalarnos luz. Afuera todo cambia. La gente se mueve más, pero lo hace tan despacio. ¿Adónde van? En casa la vida cotidiana está suspendida, o tal vez supeditada a la media de los profesionales independientes. Nico estudia virtual agronomía, con la falta de compromiso docente que no responde ni consultas ni mail. Yo me enojo y le pido me deje levantar quejas. Él, con una sabiduría milennial me responde que no sirve, para qué.

Y entonces recuerdo mis épocas de militante universitaria, y le cuento para qué. Para cambiar las cosas hay que moverse hijo, hay que pelearla. Nadie te regala nada. También recuerdo al resto de mi generación mirándome como si estuviera loca, pegando carteles y gritando en plazas por la libertad. También pensaban para qué. Claro que la vida nos demuestra que hay un status quo clavado en el poder de turno que no se quiere mover, y que es lo mismo aunque los nombres cambien.

Al fin de cuentas, tantas TICS, tanta transformación, tanto bicho suelto y no somos tan distintos a los del 89, y Burruchaga es un pescado, digo en voz alta. Todos en casa me miran, nadie conoce mucho a SUMO, mi amor me lleva más de una generación y con mis hijos diferimos en tres. Pero hay algo que nos une como familia: no queremos más guerras.

Me levanto y como si fuese un himno les canto sin la voz de Luca, pero con su fuerza:

People moving every day
You know they move so slow
Do they know why they are going?
Do they know why they go?
Look into the book of rules
And tell me what you see
Are you all that different
Are you just the same as me? Waiting for 1989
We don’t want no more warLove is slipping away
It slips away so fast
I always thought that it would
Last and it would last
Look into your book of rules
And tell me what you see
Am I all that different?
Are you just the same as me
Waiting for 1989
We don’t want no more warWaiting for 1989
Burruchaga es un pescado
And shut that door.