Diario de Cuarentena: Salud

Los anteojos, la colita, el mate, el celular y la crema antiarrugas sobre la mesa de apoyo. En la silla cuelgan dos abrigos y un bolso gigante gris. El espejo devuelve la pálida imagen de lo que fui. De lo que fuimos. Afuera el sol brilla más, la naturaleza emerge y se cobra lo que le debemos. Me imagino los diálogos entre garzas y cocodrilos. Nos tienen como antes estaban ellos, encerrados. Pero nos encerraron otros hombres. En el silencio de las multitudes sanas reside el poder de los tiranos.

No puedo negar que el encierro, para una escritora o para un persona que milita el intelecto significa producción. Pero tiene límite. Y está cerca, porque cuando la asfixia crece, la mente se anula.

El sombrero de plaza me ve desde arriba del mueble y añora mis rulos. Como si él y la playa supieran que pasará tiempo sin vernos. Por otra parte, mucha gente sigue su vida normal, porque así lo decidieron hombres que no sé si tienen idea de lo que hacen. ¿Por qué unos pueden trabajar y otros no? ¿Por qué vemos a comerciantes, a trabajadores del delivery y a cobradores, al canillita por ejemplo, pero no a nuestra familia. ¿La familia, la unión, el amor es una amenaza? ¿Nos quieren débiles, sin inmunidad afectiva? ¿sin recursos emocionales?

Me miro las manos, ya no tienen la piel tersa, porque la lavandina y el alcohol las lastimaron, soy alérgica a ellos, al barbijo, a las decisiones absurdas, a los pueblos sumisos, a la falta de horizonte y de límite, a la vida eterna pero sin libertad. La salud es mucho más que un respirador si te estás muriendo, mucho más que un virus, mucho más que el cuidado físico. La salud es poder elegir, sentir, expresar, trabajar, decidir como cuidarte. Voy a cerrar con las palabras de nuestra canción patria, es hora que le demos ¡al gran pueblo argentino salud!

Diario de cuarentena: Salud Mental

¿Cómo va el confinamiento?, ¿sos de los priveligiados que tienen una vida casi normal con barbijo, o te toca el arte del aburrimiento y el encierro como a mí? Me parece interesante esto de las inequidades, es casi como una continuidad de las castas, pero aceptadas por todos.

Una supuesta casta de sabios, que nos cuidan y protegen y se encargan de nuestra salud, una casta comercial que elige que sólo consumamos comida y medicamentos. Otra casta empresarial que se aboco a los tapabocas con mayor o menor grado tecnológico o si no muere, y los comunes. Hay otras en el medio, como los educadores, que en general luchan contra una tecnología para la que no estaban preparados.

Los comunes, aquellos que de vivir en libertad pasamos al encierro y al miedo. Los que nos quedamos sin la posibilidad de trabajar, los que cercenamos nuestras mentes para no morir. En este universo de la posverdad se olvidan de la salud mental. Y de eso quiero hablar hoy, ¿cómo la llevás?

Porque la mente, la salud de nuestra mente, es fundamental para tener defensas, para estar íntegros, para ser dignos, para luchar contra aquello que pretenda dañarnos. Pero también, si está debilitada, nuestra mente nos enferma, nos transforma en sometidos, nos aísla, nos aterra y nos traiciona.

¿Cómo cuidar nuestra salud mental? porque en una época donde supuestamente nos quieren cuidar, está terriblemente abandonada. Por eso te invito a que la cuides vos, con lo que quieras, gimnasia, yoga, terapia online, un diario, oración. Lo que te sirva, porque la salud mental es nuestra mayor defensa, es la que nos provee la posibilidad de pensamiento crítico y la que no podemos dejar que la afecte el virus de la impunidad. Expresemos lo que sentimos, lo que pensamos, lo que somos, a pesar del miedo, del control y de la crítica, cierro con una frase que me parece pertinente de Sigmund Freud: Las emociones no expresadas nunca mueren. Son enterradas vivas y salen más tarde de peores formas.