Purirú

Que bocanada de aire fresco es leer a Mariano Quirós. El autor chaqueño escribe con la periferia protagonizando la acción. Es maravilloso que un libro nos vaya dejando como si. Como si el tiempo se dilatara, se borrase y las cuestiones de la vida quedaran colgadas en un suspenso que flota, río abajo, río arriba, reflejando los días del un pueblo que no necesita ser fantasma de nada, más que de sí. Y en ese humo que deja el Purirú en los lectores está la trama, prensada.

El protagonista baja al río y con su perra inician la historia, la perra es la Cambá, compañera de tanto como si fuera parte de su vida, y se enloquece persiguiendo unos patos como si fuera un animal joven. Las páginas nos corren entre los dedos, muchas páginas y lo que narra Quirós es esa carrera entre el río, los patos y la Cambá y uno queda ahí también, colgado, ahumado en la trama de la perra y la historia que con fiereza provinciana Mariano Quirós deja entrever, una hermana, muchos hombres, una madre, alcohol, desidia, decadencia, pero también ternura. La vida del interior profundo aparece y nada con la perra en ese río, nada con nosotros, nos porrea y nos deja esperando más.

La prosa es de excelencia, y sabe como gran novelista, como intercalar la historia, distribuirla, pero como además de prosa hay poesía en este título, tambien sabe cuando condensar la acción. Purirú es una hermosa obra, que nos cuenta una historia trágica, es como si pudiéramos alcanzar la belleza en el dolor, algo de purirú que nos cosquillee, que nos invada, que nos deje para siempre en la atmósfera que crea el autor, meciéndonos en un mundo brutal y atontado que está al borde, entre realismo y fantasía.

Todo es chato, menos la prosa, que nos cachetea y nos expande como si la siesta de pueblo nos permitiese, de una vez por todas, soñar. Grandioso Quirós.Único.

Nuestra hermana de afuera

La novela de Mariano Quirós (Resistencia, 1979) transita un tiempo diferente uno que acontece pero también está en nuestra mente en la nuestra como lector y en la de cada uno de los maravillosos personajes que crea.

Nuestra hermana de afuera cuenta cómo Nadia y Clara, dos hermanas disímilles pero que son cara y ceca de una misma moneda, viajan hacia la capital por el taratamiento de cáncer de mama de Nadia. Son mujeres que parece estar en ebullición y, con más de sesebnta, no limitan su vida, los cigarrillos y las cervezas en exceso son habituales, el chisme y la corredilla de voces tampoco se limita a ellas dos ni a lo verbalizado y otra vez el mundo interior de las hermanas crea un tiempo maravilloso y propio a la novela, que tiene además una hermosa maroma familiar, sobre todo con los hijos de ambas, que vamos a enterarnos que tienen carencias, abusos, distancias y afectos, con los que lidian del mismo modo que sus madres, incómodos, erráticos, creíbles. La tercera persona se mantiene impoluta hasta que aparece uno de los hijos de Clara, el escritor, que descontrola la historia para que se desborde y se vuelva un coro de una exquisita afinación. En esta novela el autor no necesita de lo fantástico para brillar, la historia bruta, eficiente y verosímil que nos cuenta con tono de comedia, solo se desestabiliza al final con la aparición de la voz de Florencia la hija de Clara, militante, hija de un desaparecido, que perturba la historia, y quiebra la tonalidad anterior, es una mujer llagada por la vida y por lo que no fue, que busca refrendar una Buenos Aires que ya no es, y su voz es potente, «»vine a Buenos Aires a enfrentar a los zombis del paco”, nos dice,

Disfruté mucho esta novela que nos deja todas las historias abiertas, como están los personajes, destatalados en medio de una capital mundana y siniestra, garantista y feroz como Buenos Aires, narrada por mujeres del interior y por inmigrantes que cumplen el rol de marcar la soledad inefable de las protagonistas.

Qué bien escribe Mariano Quirós, léanlo.

Campo del cielo

El Chaco Austral se encuenta entre los ríos Bermejo y Salado, y entre las provincias argentinas de Chaco; parte de Santiago del Estero y Santa Fe, En el límite sur de las provincias argentinas de Chaco y Santiago del Estero, está la dispersión meteórica de Campo del Cielo.Se originó por el impacto de un meteoroide metálico de notables dimensiones, probablemente, hace unos 5800 años. Las características, como el tamaño y la alineación de los cráteres, la gran masa y el alto contenido de hierro de los fragmentos encontrados, vienen llamando la atención. Mucho se ha escrito sobre el fenómeno, y en particular siempre se menciona el conocimiento que poseían los aborígenes que habitaban la zona, sobre este hecho. El autor escribe sobre Campo del Cielo, pero los femómenos sirven solo como excusa para contar la vida de los seres, humanoides, aborígenos o extraños que habitan el lugar.

Mariano Quirós (Resistencia, 1979) construye este libro de relatos con el que viajamos a la localidad, casi una cápsula de tiempo donde lo mínimo protagoniza la vida. Los relatos, cansinos, sin apuro por finalizar nos van poniendo al día de los personajes y sus relaciones, de los miedos, las torpezas y los horrores del pueblo. El registro es de otra época, pero porque Quirós se vale de las relaciones personales, de los placeres prohibidos, de las traiciones sin precisar grandiosidad. Sus narraciones son muy sólidas por eso no requiere adornos. Están las historias suspendidas en el tiempo, como Campo del cielo, que desde los meteoritos, hace miles de años, no tuvo muchas novedades. Lo endógeno del lugar, su falta de aire, queda expuesto en las historias de estos personajes que no pueden irse, o que llegan. Son raros, de cualquier edad, difíciles de definir, como si otros seres se les inocularan en sus pieles a través de las píedras celestes. No es posible la norma en Campo del cielo, donde la fantasía es cotidiana y aquello ominoso es natural, en este pueblo de lúmpenes, Mariano Quirós rescata a la mayoría para volverlos interesantes, laberínticos, en esta obra que se vuelve sobre sí, se enrolla y crece.

Un Quirós impecable, puro, sin maniqueísmos, concreto y con la belleza de lo natural. Me encantó este libro, que recomiendo con aplausos.