Campo del cielo

El Chaco Austral se encuenta entre los ríos Bermejo y Salado, y entre las provincias argentinas de Chaco; parte de Santiago del Estero y Santa Fe, En el límite sur de las provincias argentinas de Chaco y Santiago del Estero, está la dispersión meteórica de Campo del Cielo.Se originó por el impacto de un meteoroide metálico de notables dimensiones, probablemente, hace unos 5800 años. Las características, como el tamaño y la alineación de los cráteres, la gran masa y el alto contenido de hierro de los fragmentos encontrados, vienen llamando la atención. Mucho se ha escrito sobre el fenómeno, y en particular siempre se menciona el conocimiento que poseían los aborígenes que habitaban la zona, sobre este hecho. El autor escribe sobre Campo del Cielo, pero los femómenos sirven solo como excusa para contar la vida de los seres, humanoides, aborígenos o extraños que habitan el lugar.

Mariano Quirós (Resistencia, 1979) construye este libro de relatos con el que viajamos a la localidad, casi una cápsula de tiempo donde lo mínimo protagoniza la vida. Los relatos, cansinos, sin apuro por finalizar nos van poniendo al día de los personajes y sus relaciones, de los miedos, las torpezas y los horrores del pueblo. El registro es de otra época, pero porque Quirós se vale de las relaciones personales, de los placeres prohibidos, de las traiciones sin precisar grandiosidad. Sus narraciones son muy sólidas por eso no requiere adornos. Están las historias suspendidas en el tiempo, como Campo del cielo, que desde los meteoritos, hace miles de años, no tuvo muchas novedades. Lo endógeno del lugar, su falta de aire, queda expuesto en las historias de estos personajes que no pueden irse, o que llegan. Son raros, de cualquier edad, difíciles de definir, como si otros seres se les inocularan en sus pieles a través de las píedras celestes. No es posible la norma en Campo del cielo, donde la fantasía es cotidiana y aquello ominoso es natural, en este pueblo de lúmpenes, Mariano Quirós rescata a la mayoría para volverlos interesantes, laberínticos, en esta obra que se vuelve sobre sí, se enrolla y crece.

Un Quirós impecable, puro, sin maniqueísmos, concreto y con la belleza de lo natural. Me encantó este libro, que recomiendo con aplausos.

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