«Si hay basura en el infierno, el amor es el perro que vigila las puertas»
Charles Bukowski
La reseña de hoy tiene manchas, no es vana para el lector y espero que lo deje pesado y sucio como a mí. Es una nueva compilación de cuentos de Anahí Flores, recién publicada por Desde la Gente, en la que la autora decide tratar un tema controversial, que solo leí como argumento en el libro homónimo de Héctor Abad, en el que un escritor abolla sus textos y son recogidos por un vecino de un piso inferior.
En estos cuentos la literatura no es tratada como basura. Y la basura no siempre es lo que pensamos. Etimológicamente, la palabra basura proviene del latín vulgar versūra, que es la ‘acción de barrer’, que a su vez deriva del verbo verrĕre, que significa ‘barrer’ y tiene todo que ver con lo que reza el cuento del gran Tomás Downey -confieso que lo considero garante de cualquier obra, por su claridad literaria para lograr extrañeza – cuando construye una vida en la que seis hermanos toman tan a pie juntillas la frase de su madre: «Si está en el piso es basura», al punto de sopesar la idea de barrerla de sus vida, en Dos Bolsas. La antología cierra con esta gran historia, trasciende el hecho de la basura per se. Nos inquieta, cada una de las historias propone un ritmo, una cuestión que incomoda, pincha y hasta duele. ¿Somos basura? Si es así, ¿somos la basura que generamos?
Para Mariana Travacio, los Escombros del derrumbe sobre su casa son la excusa para mostrar la soledad olorosa de la protagonista, su desesperación. Máximo Chehin la turbia cotidianeidad de una pareja en la que uno de ellos acumula, se quema en cajas, Cajas en casa de amigos, que son un imaginario de una vida que no saben si seguirá compartida. Muchas miserias en cajas, un cuento imperdible.
Desechable, de Maumy González, nos lleva con cadencia a un punto donde el cuerpo, el propio, puede convertirse en basura. Mientras que Luciana Czudnowski nos sacude en arena la vida y la muerte, la inocencia y el Premio de no ver, su cuento que tiene lo ecológico como excusa para mostrar sin eufemismos una historia de vida, es breve, cinematográfico y llenos de olas marinas. Maschwitz de Martín Hain se mete fuerte en la identidad, los mandatos, la enfermedad, el cinismo, cuestiones inherentes a nuestra basura privada, y en un paquete de panadería envuelve su historia inolvidable.
Dejé para el final el cuento de la autora que seleccionó y compiló los anteriores. Junto con el cuento de Downey, es el que me interpeló. Y creo que Anahí Flores hizo un gran trabajo en la selección y en el bocado de basura que nos va dando hasta llevar a su Souvenir. Su cuento tiene todo lo que podemos pedir con medida: Distopía, realidad, nostalgia, cinismo, prolijidad, desamparo y la certeza de un futuro al que podemos llegar antes de tiempo.
Todo en Basura es irremplazable. No te lo pierdas. Siete cuentistas para conocer. Nada que barrer.