Lo más natural del mundo

Está agotada pero el sueño quedó lejos, tal vez se lo dejó al nivel del mar.

Anahí Flores

No es casual que haya dejado la novela que leía y tomara el libro de cuentos que hoy reseño, uno que me llegó dedicado, directo de autora a lectora y que terminé de leer hoy, 6 de marzo, Día de la mujer.

Digo que no es azaroso porque es un libro que tiene a Roberta por protagonista, una joven mujer que puede atravesar las barreras de la mirada lineal de la vida, para transformarse en rama, para contar lo indecible, para jugar y reír y amar y dejarnos tocar lo intocable con sutileza. El libro tiene además una portada que nos pone en camino, esa vía que tomamos a diario para llegar a nuestros destinos, tiene con Roberta otro peso, otra cadencia, nos envuelve en momentos oníricos, sin definirse, nos permite vivir lo fantástico como cotidiano, con un prosa tan cuidada que acaricia .

Los primeros siete cuentos, bajo el nombre de Una distancia prudente, fueron escritos tras siete años de haber tramado los últimos once, que están nombrados como Todo lo que Roberta quiere. Ese tiempo se hace presente en la obra, Anahí es otra y también lo es Roberta, capaz de sombras profundas en cuentos como Cerezas o Telegramas, que pueden dejarnos quietos en la antesala del próximo cuento, procesando un humor particular que se apodera de nosotros, una extrañeza construida por el especial empeño de la autora en los detalles , en esas mínimas cosas que vuelven verosímiles sus cuentos. De la segunda etapa, que es la primera de la autora con Roberta, recomiendo Sin nombre, un cuento entrañable, repleto de magia y Té de Menta, cuya construcción impecable me llenó de aromas.

Como regalo, el prólogo de Luis Mey es una maravilla, me sorprendió encontrar a mi maestro y cófrade, como a é le gusta llamarse, anunciando este libro. Una clase de cuento en un prólogo, un encuentro fortuito con la escritora que crea una historia, así, como son las historias de este libro, que saborean, que miran, que nos cuentan la soledad, el agobio, la falta de empatía, y la terrible incomunicación del mundo que deja a Roberta, aún respecto a su amor, aislada y extrañada, siempre esperando otro cosa. Un final declarado que ningún cuento nos da.

No puedo dejar de lado la increíble fusión de naturaleza y literatura que logra Anahí Flores, ambientando sus cuentos en recorridos que comparte con nosotros. Mares, verdes, cielos, paisajes helados nos van ahogando y nos pesan hasta quitarnos el aliento. Muy buen trabajo, mejor resultado.

Conocí a la autora por otra de las mujeres de mi vida, María Silvia Biancardi, una de la que continuo aprendiendo, tomé un taller de cuentos de parto con Anahí, a la que no conozco personalmente por cuestiones pandémicas, pero a la que siento una mujer de esas que engalanan la vida, no sólo la literatura, y es clara la femenina mirada de la autora en sus historias, cargadas de momentos únicos, reales o no, de sueños precisos, de silencios montañosos y de glaciares en letras que se vuelven nube cuando leemos.

Para prepararse un té y leer de un tirón, este libro de Editorial Desde la Gente que consta de dos partes pero con un Intervalo que la misma Anahí propone. Les aseguro que es necesario.

Basura

«Si hay basura en el infierno, el amor es el perro que vigila las puertas»

Charles Bukowski

La reseña de hoy tiene manchas, no es vana para el lector y espero que lo deje pesado y sucio como a mí. Es una nueva compilación de cuentos de Anahí Flores, recién publicada por Desde la Gente, en la que la autora decide tratar un tema controversial, que solo leí como argumento en el libro homónimo de Héctor Abad, en el que un escritor abolla sus textos y son recogidos por un vecino de un piso inferior.

En estos cuentos la literatura no es tratada como basura. Y la basura no siempre es lo que pensamos. Etimológicamente, la palabra basura proviene del latín vulgar versūra, que es la ‘acción de barrer’, que a su vez deriva del verbo verrĕre, que significa ‘barrer’ y tiene todo que ver con lo que reza el cuento del gran Tomás Downey -confieso que lo considero garante de cualquier obra, por su claridad literaria para lograr extrañeza – cuando construye una vida en la que seis hermanos toman tan a pie juntillas la frase de su madre: «Si está en el piso es basura», al punto de sopesar la idea de barrerla de sus vida, en Dos Bolsas. La antología cierra con esta gran historia, trasciende el hecho de la basura per se. Nos inquieta, cada una de las historias propone un ritmo, una cuestión que incomoda, pincha y hasta duele. ¿Somos basura? Si es así, ¿somos la basura que generamos?

Para Mariana Travacio, los Escombros del derrumbe sobre su casa son la excusa para mostrar la soledad olorosa de la protagonista, su desesperación. Máximo Chehin la turbia cotidianeidad de una pareja en la que uno de ellos acumula, se quema en cajas, Cajas en casa de amigos, que son un imaginario de una vida que no saben si seguirá compartida. Muchas miserias en cajas, un cuento imperdible.

Desechable, de Maumy González, nos lleva con cadencia a un punto donde el cuerpo, el propio, puede convertirse en basura. Mientras que Luciana Czudnowski nos sacude en arena la vida y la muerte, la inocencia y el Premio de no ver, su cuento que tiene lo ecológico como excusa para mostrar sin eufemismos una historia de vida, es breve, cinematográfico y llenos de olas marinas. Maschwitz de Martín Hain se mete fuerte en la identidad, los mandatos, la enfermedad, el cinismo, cuestiones inherentes a nuestra basura privada, y en un paquete de panadería envuelve su historia inolvidable.

Dejé para el final el cuento de la autora que seleccionó y compiló los anteriores. Junto con el cuento de Downey, es el que me interpeló. Y creo que Anahí Flores hizo un gran trabajo en la selección y en el bocado de basura que nos va dando hasta llevar a su Souvenir. Su cuento tiene todo lo que podemos pedir con medida: Distopía, realidad, nostalgia, cinismo, prolijidad, desamparo y la certeza de un futuro al que podemos llegar antes de tiempo.

Todo en Basura es irremplazable. No te lo pierdas. Siete cuentistas para conocer. Nada que barrer.