La inocencia

“Un libro es una enfermedad de la que uno se cura escribiéndola”

Felipe Polleri

La inocencia tiene la suficiente molestia para incomodar al lector, esta novela feroz no se aparta de la meta: destruir la hipocresía de la clase media alta uruguaya, montevideana, pociteana, podríamos decir. Esas las familias en el borde que nos obligan a pispear y arriesgarnos.

Entrar en el universo de Felipe Polleri, es ponerse en riesgo, por similitud, o por envidia, su literatura arrincona, él mismo reconoce que intenta dejar contra las cuerdas a sus personajes para ver como encaran al mundo, si a las piñas o escondiendo la cabeza.

En La inocencia (Hojas del Sur) narra la vida de una familia de de clase alta de Montevideo, la típica familia del deber ser, del título profesional que es obligatoria descendencia, del parecer sobre todo. Y los hijos deciden escaparse hacia la locura, y se suceden bizarros hechos donde aparecen disfrazados frente al barrio, un cuidador los devuelve a las paredes que esconden esta herencia ominosa, pero algunos descienden al abismo arrojándose por el balcón, haciendo fila incluso. Hay tambien de los que se rebelan a los mandatos y deciden profesiones que ridiculizan el prosapio familiar. El ventrílocuo con sus muñecos nos presenta el segundo capítulo de la historia, en la que Polleri narra lo que pudo ser. Y es que este autor, solitario y costumbrista en su propia existencia, tiene una mordaz forma de ver la vida, y entiende a la literatura como un espacio donde hay que darlo todo, pero todo. Le debo a Debret Viana conocer este autor que merece ser leído, analizado, reseñado por no asirse a convenciones, por experimentar con estilo y lograr en su hacer una gran prosa, un manejo literario muy interesante que sale de los límites tan conservados en el mundo literario actual.

Nota Revista Veintitrés

https://www.veintitres.com.ar/cultura/Queria-hablar-de-la-hipocresia-social-de-los-miedos-de-la-muerte-de-la-impunidad-y-tambien-de-la-posibilidad-de-habitar-lo-sobrenatural-20240620-0034.html

CULTURA 23-06-2024 21:08 Hs.

«Quería hablar de la hipocresía social, de los miedos, de la muerte, de la impunidad, y también de la posibilidad de habitar lo sobrenatural»

 Soledad Vignolo acaba de publicar su novela No me cuentes que sos feliz.

Por Maria Helena Ripetta

«La novela tuvo una primera etapa donde solo fue deseo, nacido por ver a un niño con un cuis muerto que llevaba de la mano con tranquilidad, y comenzó a ser una intriga sobre cómo sería una niña con esa capacidad de aceptación de la muerte, así, de a poco, entre caminatas, fue construyéndose Lili, primero su cuerpo, luego sus características emocionales, tan particulares, tan impúdicas. Pero tenía que tener un contrapeso, y así decidí que la historia la contara María José, su prima, una niña/adolescente/mujer que en apariencia, sigue todas las reglas sociales de comportamiento, sin mucho esfuerzo y que responde al estereotipo de la época», dice la escritora Soledad Vignolo.

—¿Por qué el titulo?

—El título, que en la novela es una frase de Lili, representa la contradicción constante de una novela que elige ser políticamente incorrecta, que busca reflejar una realidad donde la sobrenatural está incluído y que además cuenta el fin de la dictadura y el inicio de la democracia, que telonean la historia de las primas. 

—¿En quien están inspiradas esta primas?

— Lili está inspirada en ese pibe callejero que me crucé, y María José es el modelo de chica de pueblo bien, pero bien rota también, con sus restos y sus bordes. No están inspirados en personas reales, aunque de algunas tome gestos, modos, o escenas

—¿Cómo definis a cada una de ellas?

—Lili forma parte de lo sagrado, es asquerosa, impune, cruel, terriblemente sincera, y capaz de trasmutarse. Lili es necesaria, es la que se atreve porque puede, la que no tiene miedo y pone a actuar los monstruos que ese mismo miedo construyó en nuestra niñez.  María José no sabe quién es. Para ser necesita a Lili, se pasó la vida buscándose y cuando llega a la juventud adulta sigue perdida. Sin embargo par. la sociedad, es una chica recibida y correcta que hace todo más o menos bien. Son lo mismo, en un sentido simbólico son la luz y la oscuridad.

—¿Qué es lo que las une?

—El hilo que construyeron cuando niñas, los miedos que las paralizaban, los juegos iniciáticos y el espanto ante una sociedad, padres incluidos, asquerosamente hipócrita.

—¿Por qué elegiste el humor negro para esta novela?

—Para que pueda soportarse. Si no tuviera esa cuota cínica, de humor negro, como bien decís, la historia que cuento sería inaguantable para el lector. Es necesario dejar que el cuerpo afloje ante tanto espanto, tanto dolor y tanta tragedia, y no hay mejor recurso que el humor oscuro, ese que nos sigue recordando que la historia horrible está ahí, pero que mientras tanto, nos relaja con una sonrisa, alejando la crueldad.



—Cuales eran los temas que querías tocar?

Quería hablar de la hipocresía social, de los miedos, de la muerte, de la impunidad, y también de la posibilidad de habitar lo sobrenatural, que nos acecha siempre en la vida cotidiana.

—¿Te costó dejarlas?

—Lili sigue ahí. Pero no me cuesta, porque soy muy prolifera, y estoy con varios proyectos ya que fueron corriendo a estas primas, sin embargo, estoy segura que Lili algún día volverá, pero dentro de mucho tiempo. Fue un personaje entrañable. 

—¿Qué te gustaría que el lector encuentre?

—Me gustaría que pensaran en mi novela como irreverente, que los interpele sobre algunas cuestiones que aceptamos dentro de la norma y que tal vez no nos pertenecen. Pero dejo libre al lector, como quiero ser libre escribiendo. Cada lector es un universo que lee nuestra historia con sus propias capas, y seguramente tendrán miradas plurales, muchas de ellas nuevas para mí, como ya me ocurre. Y está muy bien. 


—¿Cuándo supiste que querías ser escritora?

—Siempre escribí, desde los 12 años. Pero me asumí escritora a los 40, porque la vida se volvía pesada ejerciendo otras profesiones, así que me sumé a varios talleres de grandes escritores y empecé a tomarlo como una profesión. Ahora también dicto talleres en UNNOBA y en forma particular y me hace feliz nadar dentro de lo literario en el día a día. 

—Tenes rutina para escribir?

—Si. Me gusta escribir por la mañana. Varias horas, no siempre productivas, pero el mate y mi computadora, la ventana viendo verde y si es posible una brisa en la cara, forman parte de mi rito a la hora de escribir.

—¿Por que elegiste escribir?

—Porque sino moriría. No concibo mi vida sin letras, no solo escribir, leo mucho, más de cuatro libros mensuales, la literatura es mi oxígeno. Y el mar, cuando puedo escaparme. 



—¿Tenes otra novela en mente ?


—Tengo dos novelas terminadas, una leyéndose en editoriales y otra en corrección. Y estoy escribiendo dos más. Además tengo un proyecto de cuentos sobre la niñez vulnerada, desde los niños momias hasta hoy. Espero seguir con esta ansia productiva que me permite proyectar y poblar mi mundo de personajes y de preguntas. Para eso leo, para eso escribo

Foco Noticias Universidad de Lomas de Zamora 20/02/2024

https://foconoticias.com.ar/post/la-nueva-novela-de-soledad-vignolo-recurro-a-lo-fantasmagorico-sobrenaturall

Actualidad

Soledad Vignolo: «Recurro a lo fantasmagórico sobrenatural»

 Soledad Vignolo:  "Recurro a lo fantasmagórico sobrenatural"

Por Camilo Carbonelli

Soledad Vignolo es escritora vive en Junín, acaba de publicar su primera novela No me cuentes que sos feliz editada por Yorick Ruru un sello de Hojas del Sur. Además publicó cuentos Una más una. Libros de poesías Ángulos y Ferrogonía, entre otras obras.

 FOCO NOTICIAS: -¿Cómo surgió la novela?

SOLEDAD VIGNOLO: La novela en particular surgió a través de una caminata por mi pueblo de Junín vi a un chico con un cuis (roedor) en la mano revoleándolo mientras caminaba al lado de una cantarilla. Me surgió la idea de qué pasaría si fuera una nena la que estaba haciendo eso en vez de una barón, que pasaría en la cabeza de una nena de 10 o 12 años que es capaz de agarrar un cuis para analizarlo y revolearlo. Una conducta masculina pasada a una femenina, entonces  ahí empezó a surgir Lili el personaje de la novela que es como todos los monstruos infantiles, vuelto en realidad trabajando con lo siniestro.  Tambien se logró este proyecto  gracias al apoyo de la editorial Hojas del Sur que creyó en la novela, ademas me sentí muy respetada.

 FN: -¿Cómo es la relación del personaje Lili con su prima María?

SV: Lili es todo lo sagrado, para María José a pesar de que es terriblemente su carácter de  sacralidad. Las dos primas son las dos caras de una misma moneda, una es la que cumple las normas de la sociedad y la otra es la que se anima a transgredirla.

FN: – Es una novela extraña ¿Hay una imposición por el concepto sobrenatural?

SV: Me gusta mucho la extrañeza en las novelas leo muchos autores del estilo de Samanta Schweblin. En este caso me pareció muy interesante que ante hechos terribles de la vida e institucional como pasó en la historia argentina, la novela habla  del fin de la dictadura. Recurro a lo fantasmagórico sobrenatural. Al espíritu de una amiga muerta, a Lili misma vuelta como fantasma a pesar de estar viva. Lo sobrenatural como lo siniestro esa es mi idea en la novela.

FC: -Hay una crueldad en los personajes que a veces son ingenuas o mal vistas.

SV: Lili es una niña que en su adultez pone en práctica lo que de niña no hizo, esos miedos, esos sueños, las premoniciones que todos sentimos de niños, ella los pone en práctica y eso la vuelve cruel pero no hay maldad per se, hay una perversión que tiene que ver con lo que fue en su niñez.

FN: – Hay una párrafo en un capitulo en donde uno de los personajes no comprende que es el amor ¿Para los personajes el amor es la felicidad?

SV: El amor para Lili es tragedia y para María José el amor apunta a la felicidad hasta que se da cuenta que se puede ser feliz con un amor más tranquilo, menos complicado.

FN: ¿Cómo es ser una escritora del interior de Buenos Aires sabiendo que un gran porcentaje del  mercado editorial se concentra en la Capital federal?

SV: Es todo un reto, en estos momentos estoy entrando en el mundo de los escritores capitalinos y sin embargo no quiero vivir en la capital, quiero seguir siendo del interior. Lo lúdico se pierde en la capital y lo sobrenatural tiene que ver con lo lúdico, esta cosa de lo aparecidos no es tan rara en el  interior, en el campo que te aparezca un fantasma nadie le tiene tanto miedo, tampoco la crueldad en el interior. En los pueblos esta menos crucificadas que en la capital. Es una cuestión factible no se cataloga como algo terrible, tiene cierto permiso la crueldad, es más real y se muestra más y en la capital eso se esconde porque hay que ser políticamente correcto. La novela no es nada políticamente correcta, ni pretende serlo, no muestra mujeres como víctimas, de hecho uno de los personajes es bastante cruel. Mi idea es poner al ser humano en un concepto que transciende el género que tiene que ver con lo que somos intrínsecamente.

FN: Hay un transfondo social de lo que fue la  dictadura ¿Por qué ese contexto?

SV: Uno siempre pone un ambiente en la historia porque tiene que haber un contexto. Quería hablar de la dictadura y contar también porque esa crueldad de Lili, ella fue niña en una sociedad en la que se aplaudía a Videla. En la cual transcurre la novela a  fines de los años 1970 hasta los 2000, desde su niñez hasta su juventud. Ella es cruel porque fue criada en un mundo cruel, no había los valores sociales que tenemos hoy.

FN: -¿Que roles deben de tener las librerías, las bibliotecas, los libros en la cultura?

SV: Creo que ninguna debe de dejar de existir, tienen que estar aun cuando el libro cambie de formato y se vuelva digital que es hacia lo que vamos, a mí no me da miedo los nuevos formatos creo que es normal y que tampoco está bueno talar árboles para publicar libros, van a quedar como un objeto mágico que va pasando por manos y que además va transmitiendo historias con esos olores.

FN: -¿Cómo se construye un escritor?

SV: Se necesita mucho tiempo, un escritor va generando sus propias capas, las historias tienen capas y los escritores también. No soy la misma escritora a los 20 años que a los 40 años y espero no ser la misma dentro de 10  años. Porque vas creando colchones a tu texto y nuevas experiencias de vida. La literatura para mí es muy importante, además leer para ser escritor y por otra parte creo que es un oficio, hay que trabajar y aprender mucho.

FN: -¿A qué publico apunta la novela?

SV: Es para un público adulto de ficción con intereses en la comedia negra en lo sobrenatural, no es una novela romántica, es oscura porque creo que la vida es crueldad y humor.

Tapa novela. Editorial Hojas del Sur

No me cuentes que sos feliz

Lili forma parte de lo sagrado. Los golpes le dan las piedras del Himalaya, los gritos suenan como chirridos masticados y las uñas sobre las paredes se vuelven charco. Un olor a orina no deja dudas. El borde entre placer y dolor es íntimo. El silencio, en cambio, siempre es brutal. Un globo fláccido flota, debe ser de un cumpleaños viejo, todos lo son. Nadie los ve. Nadie soy yo, apoyada sobre el banco del pasillo. Tengo esta cosa adentro.

Como si la solución para tanto fuera estar cerca. Elásticos y rondas en mi cabeza, un diente de leche tragado por Lili. Tres tornillos clavados en la cruz de madera en la que estaqueamos al grillo. Todo, de algún modo, encaja. Las veces que la vi gozar con hombres desconocidos en la ruta y las veces que lo hice yo. El sexo como magia. Necesitaba desgarrarme para ser virgen y restaurar mi cristal. Por eso estoy con Lili.

Ella sabe. Y una alquimia entre nosotras hace que cada contracción tenga sentido.

Delfines en Venecia

Leer a Moulia es como meterse en un volcán, las emociones no necesitan eclosión, la realidad que cuenta las hace nacer en el lector, y más aún en este diario donde un escritor argentino viaja a Italia a buscar a su novia para separarse (las paradojas maravillosas que crea), a Colellongo, un pueblo de montaña cercano a Roma. El hombre pretende ser frontal, pero también lo es el destino, la primera ola de Covid llega a Italia y todo se vuelve entre satírico y dramático.

Así la separación se ve postergada y tomada por conspiraciones, miedos, delirios, noticias, alarmas, desasosiego y en medio de eso, la deliciosa vida familiar de la novia del escritor en la casa de su nona y los increíbles personajes del pueblo, nos atrapan en historias entrañables.

El escritor termina confinado con la chica que quiere abandonar, y su familia en una casa pequeña que habla dialectos frente a su nariz. Ajeno y encariñado, por momentos odiado, humano hasta lo innombrable, el protagonista padece el desarraigo pandémico en el que lo verdadero, la vereda, la calle, el tránsito quedan prohibidos. No puede volver a su país, vive con extraños y con alguien que dejó de amar. Solo le restaba como opción escribir un diario donde narrar sus peripecias. Delfines en Venecia es el resultado. Y la novela trascienda la pandemia, la encasilla en lo vulgar, ¿o acaso es la primera que padece la humanidad? Al final de cuentas siempre nos llevamos, somos esa extraña ficción que desplegamos al mundo y el gesto íntimo que nos delata. En un pueblo tan paralítico que la pandemia no lo modifica, este escritor transita sus propios afanes y lo hace con la riqueza narrativa del autor.

Ver delfines nadando en Venecia, cuestión que sostiene Pietro, el astrónomo o afirmar que es una Fake News, como lo hace Luigi, el carnicero, es la excusa para un apocalipsis campesino. Animales muertos, un oso que pulula y una nona de 90 años que cuenta cada noche su amor por un espía inglés, su relación con soldados nazis que le revelaron un tesoro que eligió desestimar. Tal vez en un único cuento moral que se narra ante el fin de su vida. Una noche de alcohol, le dice al argentino, pareja de su nieta ypobre como son los escritores: al tesoro lo rodea de cerca el oso asesino.

Francisco Moulia afila sus garras y vuelve feroz a su novela, que por supuesto no develaré. Hay un tesoro, hay un virus, el invierno blanco es relieve y tiempo, todos son peligrosos, todos pueden ser más de lo que parecen en Delfines en Venecia, un diario de escritor que no pretende contar la realidad, sino la manera en que la literatura salva del olvido.

Muy buena, para leer en un fin de semana.