Tarazona es narradora y ensayista. Estudió la licenciatura en Literatura latinoamericana en la Universidad Iberoamericana y su trabajo de titulación fue sobre la novela La hora de la estrella de Clarice Lispector. Realizó cursos de posgrado en Vanguardia y postvanguardia en la literatura española e hispanoamericana en la Universidad de Salamanca. Fue jefa de redacción del suplemento Hoja por hoja del periódico Reforma y ha sido colaboradora de las revistas Luvina, Letras Libres, Crítica y Renacimiento (Sevilla, España) y de los suplementos Laberinto del periódico Milenio Diario y El Ángel del periódico Reforma. En el periodo 1999-2001 fue becaria de la AECID y en el periodo 2006-2007 fue beneficiaria del programa Jóvenes Creadores del FONCA en la categoría novela.2
Es autora de dos novelas: El animal sobre la piedra, publicada en México por la editorial Almadía (2008) y en Argentina por la editorial Entropía (2011), y El beso de la liebre, publicada por Alfaguara, la cual resultó finalista del premio Las Américas (Puerto Rico) en 2013. En 2009, Nostra Ediciones publicó su ensayo titulado Clarice Lispector, bajo la Colección Para Entender.
Durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en 2011, fue reconocida como uno de los 25 secretos literarios de América Latina. En el periodo 2011-2013 fue parte del Sistema Nacional de Creadores de Arte en México.
Pero hablemos de la reseña que nos ocupa, El animal sobre la piedra: Irma, cuando muere su madre comienza un viaje, en el que los cambios de su cuerpo son notorios, extraños, sin explicación, paralelos al dolor tal vez. d
Su piel es diferente, su color, su textura, sus sentidos se vuelven agudos, desarrollados, incluso los jugos cambian, sus extremidades, le crecen cuernos, le asoman bultos, se mueve de otra forma. Ella se extraña hasta que comienza a reconocer el animal en el que se está convirtiendo. La autora nos hace vivir el proceso que va de la extrañeza a la aceptación de una metamorfosis mutante que la transforma a la protagonista en otro animal.
El historia está narrada en primera persona pero además es un diario personal, capitulado, cada capítulo tiene además sus propios intersticios, la protagonista se mueve en el tiempo y espacio entre una y otra página y requiere de los lectores una atención extrema. Hasta que también mutan con ella, se adhieren a sus nuevas formas y la lectura fluye.
En la playa conoce a un hombre que pasa a ser su compañero sin explicaciones y que tiene por mascota un oso hormiguero (también sin más) se hospeda con ellos. La relación con él no es lógica, ni explicable, es.
Un detalle maravilloso son las pequeñas ilustraciones cuando hace mención a algún cambio en su cuerpo, como si nos hicieran falta para entender. Irma es un personaje particular y bien trabajado con una pluma eficaz, las relaciones con su familia están muy logradas, el afrontar la muerte, los pesares y los pensares de la protagonista, el futuro como incógnita, en fin, la vida.
Lo siniestro es el cambio en sí. La profundidad del dolor, la vivencia en lo físico, y deja de importar si es un delirio o es verdad, porque nos invade lo incierto, que también es posible.
Es una obra interesante, fuerte, descriptiva, que no minimiza lo metamórfico ni lo ensalza. Para pensarnos en otra piel, para sentirnos parte de, para ser otros.