Marina Perezagua nació en Sevilla (1978), donde se licenció en Historia del Arte por la universidad pública de su ciudad. Ha sido profesora de lengua y cultura españolas en Lyon y Nueva York. Actualmente se dedica a escribir, y desde hace quince años reside en Queens, New York. Y está trabajando en su doctorado por Stony Brook University. Su primera novela, Yoro (2015), ha obtenido el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, el principal galardón literario de literatura escrita por mujeres en lengua española. Ya ha sido publicada en traducción al portugués, y está en curso de traducción al inglés, alemán, italiano, polaco y húngaro. En septiembre de 2016 ha publicado una segunda novela, Don Quijote de Manhattan. Sus primeros libros fueron las colecciones de relatos Criaturas abisales y Leche. En Perú (Ediciones Peso Pluma) y Cuba (Ediciones de La Luz) se han publicado sendas antologías de esos dos volúmenes de cuentos. Y Leche ha sido traducido al japonés con el título de Little Boy. Toda su obra ha sido publicada originalmente por Lince, una editorial independiente de Barcelona.
Marina Perezagua obtuvo el Premio Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2016 con Yoro, su primera novela. Yoro nos zambulle desde su nombre, en lo ambiguo, en aquello que no tiene porque ser lo que creemos. Yoro es una reminiscencia de un nombre japonés, pero también nos remite al verbo llorar, desde su título la novela viaja entre las amplitudes oceánicas que propone la autora, y atrevesamos con ella hechos históricos, países, tiempos, nuevos géneros, identidades, mundos diversos e inexistentes que tal vez sí existan, que quizá no somos capaces de ver. Hay tal unicidad en su obra que llegamos a creer que podemos ser todo lo que deseemos, mezclándonos, fluyendo, primigenios y evolucionados llenos de coronas remanentes, capaces de cambiarnosla en la cabeza del animal que ese día a esa hora, deseamos ser.
La historia iniciad el día en que se lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima. El personaje principal pierde el sexo y a partir de alli su vida tiene una meta concreta: recuperarlo, por medio de operaciones, peregrinaciones, mutaciones, locura. Y a su propia búsqueda le suma otra, que no le pertenece, pero la adopta, tras una hija perdida que tal vez hubiera sido suya, o es ella misma niña, buscándose.
Los nueve capítulos, como la gestación, van desde 1942 hasta 2014. La historia de la humanidad nos violenta en cada uno de ellos, el ser individual pisado, la tortura, el horror contra el hombre y el horror del hombre, y violaciones de todo tipo, degeneraciones, abusos, descomunales trasgreciones hasta llegar a la propia Yoro expuesta en un zoológico, como ese otro raro al que observar. Yoro es un compendio de denuncias sociales, desde las minas de África a México, todas denuncias que arden como Hiroshima, pero escritas con tal talento literario que son homenajes en palabras a cada víctima. Desde el principio sabemos quién es, porque no hace falta principio ni fin, la obra es circular, la tensión de la trama y del texto nos vuela la cabeza para liberarnos, para reconocernos en lo andrógino, en lo hermafrodita, en la conciencia de cuan degradados nacemos y morimos, pero también cuan sagrados somos. La H de humanidad abruma y desconcierta, y nos trae a cuenta la pulsión erótica de la dupla vida y muerte, es difícil, distinta, única.
Es increíble la poesía de la autora para tan desgarrador texo, es un libro que late, está vivo, se atreve a todo, y de lectura obligada si te interesa la buena literatura.