La presa

La presa, una de las mejores novelas de Kenzaburo Oé, logra amalgamar el realismo crudo y olorosos de los ambientes del autor, con lo simbólico y las capas poéticas de la historia, la humanidad expuesta que propone sin eufemismos, está tan bien plasmada que lo perverso, la edad de transición, donde perdemos la mirada inocente y la ridícula conducta adulta descuidando la infancia hacen daño. Porque Oé tiene una magnífica prosa que nos hace estrellarnos como ese avión en la guerra del Pacífico. Nos volvemos primates, niños, negros de su mano y nos suelta de golpe para que caigamos en cuenta. La adoración de los niños por el soldado negro, no exenta de crueldad, lo vuelve totem, ídolo, animal dios.

Esta obra de pocas páginas, habla de la Segunda Guerra Mundial, cuando un avión americano se estrella en un pueblo rural en Japón. Es una zona sin tiempo, aislada por las lluvias, y al soldado lo encierran en un sótano que pasa a ser sitio de juego, de miedos, y a la vez de aprendizaje. Kenzaburo Oé (Oshe, 1935) es una de las voces imperdibles de Japón y Premio Nobel de Literatura 1994, que se le otorgó con la siguiernte argumentación: «la fuerza poética con que ha creado un mundo imaginario, donde la vida y el mito se condensan en una imagen estremecedora de la situación del hombre en el mundo contemporáneo». Deberíamos leer toda su obra, para aprender de la belleza de sus textos, de la disciplina especial de sus construcciones y de la solvencia con la que escribe.

La presa es un claroscuro entre lo rural y lo urbano, en el que la naturaleza sobresale poéticamente y a la vida cotidiana de un pueblo que a pesar de su aislamiento cumple con honrar cada jornada. La distancia que crea entre los dos mundos, el adulto y el infantil, vuelve brusco el paso de uno de los niños de un mundo a otro, producto de la experiencia que vive con el soldado negro, simiente del cambio y de otros probables y no descriptos. La guerra envejece, sin dudas, y Oé lo describe en forma impecable.

El autor plantea un juego de emociones, la excitación, el miedo, el recelo y la confianza que mata la niñez. Todo contado en forma virtuosa, con imágenes sutiles, con la prosa justa, sin tomar posición ni reflexionar, narrando.

La presa  es una novela corta, que cuenta una anécdota para hablar de la vida, de la muerte, de la discriminación y de los sueños, una gran obra, que espero lean muchos escritores, porque es modelo a seguir. Recomiendo la novela, y descarto el interminable y explicativo prólogo.

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