Supe que, convertida en prejuicio, la fe se descalifica. Ganada por el frenesí de la intolerancia, ya no expresa lo que un hombre tiene sino lo que a un hombre lo detiene, lo avasalla y paraliza su entendimiento.
Si hay en nuestro tiempo una modalidad desfigurada de la fe a la que Occidente aún se aferra con la desesperada tenacidad de un náufrago a su madero es la fe en un progreso ilimitado y aplicable a todos los órdenes de la vida
Santiago Kovadloff.
Licenciado en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires, Santiago Kovadloff es doctor honoris causa por la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES), profesor honorario de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro del Comité Académico y Científico de la Universidad Ben-Gurión del Néguev, de Israel. Participó como profesor invitado en la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar de la ciudad de Guadalajara, México, en el año 2013.
Actualmente, es profesor privado de filosofía y conferencista. Es colaborador permanente del diario La Nación de Buenos Aires.
Su obra literaria —ensayo, poesía y cuentos— incluye títulos como Zonas e indagaciones, 1978; Canto abierto, 1979; Ciertos hechos, 1985; Ben David, 1988; El fondo de los días, 1992; El silencio primordial, 1993; República de evidencia, 1993; El tobillo abandonado, 1994; Lo irremediable, 1996; Hombre en la tarde, 1997; Sentido y riesgo de la vida cotidiana, 1998; La nueva ignorancia, 2001; Agustina y cada cosa, 2001; Ensayos de intimidad, 2002; Una biografía de la lluvia, 2004; Natalia y los queluces, 2005; Los apremios del día, 2007; El enigma del sufrimiento, 2008; Ruinas de lo diáfano, 2009; El miedo a la política, 2010; Líneas de una mano, 2012; La extinción de la diáspora judía, 2013, y Las huellas del rencor, 2015.
Además, es suya la primera versión completa al castellano del Libro del desasosiego, de Fernando Pessoa (2000). Asimismo, es autor de la traducción de Ficciones del interludio (2004), del citado Fernando Pessoa. También tradujo textos de los poetas brasileños Carlos Drummond de Andrade, Manuel Bandeira, Ferreira Gullar, João Cabral de Melo Neto y Murilo Mendes, entre otros.
Kovadloff ha recibido las siguientes distinciones: la Faja de Honor en Poesía y Ensayo, concedida en dos oportunidades por la Sociedad Argentina de Escritores; el I Premio Internacional de Ensayo Común Presencia de Bogotá; el I Premio Nacional de Literatura de la República Argentina (1992), como ensayista; el Premio Konex a las Letras Argentinas de la década 1984-1994 en la categoría de ensayo literario; el Premio Esteban Echeverría por su labor como ensayista; el I Premio de Poesía de la ciudad de Buenos Aires (2000), y el VII Premio Internacional de Ensayo Pedro Henríquez Ureña, otorgado por la Academia Mexicana de la Lengua.
Pero hoy los invito a conocer al poeta en un libro personal, y al decirlo, digo todo. Un libro de poemas que incluyen el detalle, el instante, esa sensación efímera de lo que nos pasa ahí, y nada más. Cada poema nos deja con la anunciación de un final. No sabemos cuando, no sabemos cómo, pero está.
Los convido con este cuadernillo poético de un pensador incorrecto, transcendente, que propone la crítica como modo de vida o como modelo de crecimiento, y que en su voz poética se acerca a nuestros miedos y soledades: les dejo uno de sus textos como aperitivo:
Ante el espejo donde no me miro
el agua lava mis manos.
Se cierran mis ojos, suspiro;
el martes se acabó.
¿Cumplí con algo, con nada?
¿Qué ha sido de mí en el día?
¿Por dónde anduvo este martes
el alma que tanto pide?
Dije, desoí, propuse temas.
El agua de la noche corre ahora
por mis manos;
froto, brota espuma,
una grata lentitud me trae de lejos.
Hubo sueños, nombres
que ya no son de nadie,
palabras que amé alguna vez
y hoy golpean a mi puerta.
Fui mi día como pude, a los tropiezos.
Un mortal, digamos, ocupado.