Los partos siempre nos marcan, y en ésta novela de Elsa Osorio hay varios. Algunos en circunstancias terribles y también nos muestra el parto de la propia Luz, que, a los veinte años, con la llegada de su primer hijo, en una especie de revelación de la memoria, comienza a dudar sobre su identidad.
La memoria emotiva sale a la superficie y siente que debe iniciar una búsqueda, en el camino comienza a pensar que podría ser uno de los niños nacidos en cautiverio en la última dictadura militar argentina.
Es entonces que Luz se lanza a una carrera incesante en pos de la verdad. La autora utiliza la investigación de la protagonista para contar las vidas y las peripecias de muchos personajes, la madre verdadera, una presa política secuestrada en 1976, su padre Carlos exiliado en España, Miriam, la amante de uno de los torturadores, y sin embargo alguien que lucha por ella.
Cada persona formó parte de la construcción tipo rompecabezas de un pasado personal que cuenta la historia argentina de los 70, tal vez sin la rigurosidad necesaria y tornándose por momentos en una densa y laberíntica justificación.
Lo interesante de la novela es ponerle voz a los niños no buscados, atreverse incluso a algunas críticas, que ella le hace al padre biológico en nombre de todos los chicos que nacieron sin que nadie sepa de ellos.
Continuas referencias a Abuelas de Plaza de Mayo y a los derechos humanos nos recuerdan que el amor y la justicia son búsquedas insoslayables.
A veinte años, Luz fue escrita antes de que algún nieto apropiado buscase su origen y fue publicada en España en 1998, al mismo tiempo que en Argentina una joven encontró su propia identidad. Terminó siendo una novela clásica en latinoamérica, por el tema de relevancia extrema, sin embargo, es innegable la escritura con matices de policial que Elsa Osorio logra, y que atrapa más allá de la conciencia social.
Valen la pena sus páginas. Ficción con historia siempre es atrayente. Ficción con historia reciente lo es más.