La cuarentena nos ha vuelto muchas cosas: todos limpiamos, todos somos capaces de cocinar algo, todos somos biólogos, todos apreciamos un rato al sol, todos cuidamos el planeta, nos acercamos a nuestras mascotas, nos volvimos musulmanes de tanto lavarnos las manos, hacemos gym en casa, vemos cine, series, programas de viajes, cocina, y noticieros. Todos nos tecnologizamos. Al fin de cuentas, la cuarentena nos volvió gloriosos y perfectos.
Hay otras variantes, también nos volvimos: irritables, quisquillosos, capaces de comer el doble, con cabellos de colores extraños, ya sea porque vuelven al natural sin aviso, o porque intentamos ser peluqueros, tenemos las manos secas, la cara blanca y las carnes fofas.
Pero algunos se vuelven violentos. Te pido acá que te detengas. Si hoy violencia, denunciala, casi ninguna victima es silenciosa, los callados somos aquellos que terminamos cómplices del agresor por oír sin empatía. Otros aprovechan la soledad de las calles para asaltar al prójimo. Y también hay otros, que se coronan con la gloria del poder para robar la libertad.
Que el miedo al corona no te vuelva indiferente, que las cuestiones domésticas no te achaten, cuidate, y cuidá a los otros, pero entre todos cuidemos la idiosincrasia de lo que nos dio la gloria, que tiene como base un juramento, en defensa de la independencia, de la república y de la grandeza que solo otorga el ser libres. Por supuesto que hay riesgos, pero esos los corremos siempre. Pensar, respetar normas, pero no callarse. Por vos, por nuestros hijos, por la patria. Qué triunfe la libertad.