Diario de cuarentena

Leo posteos que cuentan que lo cotidiano se vuelve mágico entre harinas integrales que vuelan como estrellas y cuerpos celestiales tallados por el gimnasio en casa. Y el sol por las ventanas los transforma a todos en seres zen.

No estaría pasando eso en casa. La convivencia ya se llevó puesto al padre de familia que se las tomó a la quinta para no matarnos, y con hijo de veinte pasamos del amor al odio en dos segundos y diez décimas. Limpiar la casa no sería una tarea gimnástica sino un embole cotidiano como siempre, al que le agregamos excesivo olor a lavandina y alcohol. Padre tecno de más de ochenta quiere que lo tecno sea manual y que venga escrito, lo que implica que no entienda las diez mil respuestas a veinte mil preguntas diarias.

Pero el amor es más fuerte, dicen, y yo sigo esperando entre tanta rutina espantosa que eso pase. Que el amor sea más fuerte, de lo contrario las familias van a volverse mafiosas y a suspender las cuestiones hogareñas para arañar paredes en pos de la paz.

La peste no es sencilla. Ni gratis. Nos vamos a fundir. Algunos morirán. Los grandes países seguirán grandes. Los tercermundistas, como nosotros, pasaremos a un cuarto mundo infradotado lleno de gente que creyó en frases como «al virus lo derrotamos juntos» o «nadie sale campeón solo».

Mientras, en el mundo real, la angustia cede paso a la bronca antes de llegar a una resignación frustrante. Pero no importa, total «lo mejor está por venir».

Porque si sos de los que necesitan la posibilidad de muerte para comprender que tu hijo es lo más valioso en tu vida, es que ya sos un muerto, y si necesitas el encierro para disfrutar de tu casa, sos una persona miserable. Ahora, si como yo, sabés que la vida va por un lado y la plata por otro, y hasta la salud por otro, porque hay placeres que matan,; convengamos que la cuarentena es la pérdida de las libertades bananeras que teníamos. Y en un país como el nuestro, siempre tardamos más de treinta años en recuperar libertades.

Así que no esperen recetas de cocina en mi diario, ni buenos o malos dichos populares. Intento pensar y que piensen. No importa si piensan opuesto. Pero piensen, no les regalemos nuestro único espacio sin control a nadie. No nos volvamos serviles a los poderes de turnos. Mucho menos a un diario de cuarentena que tiene una cyberpatrulla tras él. A domani.

4 comentarios en “Diario de cuarentena

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