Diario de Cuarentena: La débil mental

A casi 180 días de esta cuarentena que nos impide circular con libertad, y que está siendo utilizada con fines políticos y desprecio por nuestra salud, me siento con la mente obnubilada por el deseo diezmado y la alienación a la que me veo sometida. Y nadie como Ariana Harwicz para representar esa situación de locura y de arrebato en la que la vida nos somete. Aquí va mi libro recomendado este domingo: La débil mental.

Esta novela de la autora de Mátate amor, es un viaje a las entrañas profundas de los vínculos familiares, en especial a la aciaga relación entre madre e hija. Ariana Harwicz es profundamente perturbadora, leerla se transforma en una experiencia con intensidad extrema. En La débil mental , Harwicz nos arrastra a las entrañas más radicales de los vínculos de familia, a una relación casi animal entre madre e hija.

Escrita como un flujo de consciencia que recuerda la mejor tradición de la literatura moderna -Virgina Woolf, Nathalie Sarraute- se entremezcla con una violencia que se desata inevitable y que no vemos en la narrativa argentina. La débil mental es el relato de una continua pulsión sexual , del desamparo de una infancia llenas de preguntas irresolutas, de la historia contada de un cuerpo donde todo recuerdo se entierra.

La débil mental también inscribe el lugar de la escritura en ese lugar de la debilidad mental, de la carencia de suficiencia como el lugar propio de escritura. Hay en la obra una necesidad de elaborar otras representaciones, otras ficciones y otros imaginarios que permitan un despliegue como sujeto en
diferentes relaciones y fuerzas de la dependencia.

Narrada a través de desgarradoras escenas breves : madre con hija en clubes, con hombres, con whisky pero también madre e hija jugando , divirtiéndose, amándose; la novela a pesar de lo contado se aleja magistralmente de la sordidez, en cambio a pesar de la temática se acerca a lo poético y nos interpela respecto a la condición humana, a nuestro propio deseo, y la vida supeditada a los incumplibles mandatos familiares. No se la pierdan. La autora y la obra merecen lectura.