“Hablan de la cosecha y no saben que para entonces ya no habrá remedio- piensa Nefer-, todos los que están aquí, y muchos más, van a saberlo, y nadie dejará de hablar.”
Escritora y periodista, Sara Gallardo (Buenos Aires, 1931- 1988), publicó 1950 y 1960 cuando en la Argentina se amplió la aparición de nuevas voces femeninas en las letras. Fue injustamente olvidada, una voz que habla de campo, del paisaje, de los silencios de la tierra, hoy es reivindicada por escritores como Ricardo Piglia y Samanta Schweblin. Lo adictivo de Gallardoreside en la universalidad temporal de sus textos que incluso denuncian cuestiones de género con exquisita sutileza, como Quiroga, logra plasmar con detalles atentos los rasgos de algunos sectores sociales, que marcan las relaciones entre clases, las costumbres, los modos, así como la hipocresía reinante, tal vez escapando de la debilidad real que existía en algunas grandes estancias argentinas.
Enero es su primera novela y Sara Gallardo nos muestra la tensión campo ciudad en relaciones humanas, pero por sobre todo descubrimos la llanura, la pampa, el campo con su geopoética. Nos interpela, porque la quietud no es precisamente propia de ese campo que nos muestra. Pero además habla de amor, un amor no correspondido, adolescente, doloroso, en la voz de la agónica Nefer, hija de un puestero de estancia en la provincia de Buenos Aires. Fea y corta respecto a sus hermanas, Nefer se ensimisma y ve correr la vida a un costado de su propia existencia. Su secreto es haberse enamorado, y a sus 16 años es secreto y convicción. Pero además es violentada y “un hongo negro se hincha en su interior» La naturaleza calma el miedo y el dolor, ella puede ser quien es entre pájaros, su perro Capitán, las vacas, las crines de sus caballos, el campo y el sol.
Acotada en su íntimo pesar, la angustia se vuelve campo. La conciencia es protagonista, sus devaneos entre el deber y el hacer, la imposibilidad de actuar con libertad, la necesidad de que ese otro dentro se esfume. La culpa , producto del prejuicio, se enjaula en su alma niña, es poco lo que Nefer sabe, es mucho lo que siente.
Gallardo juega la carta del monólogo interior y el libre decir para confundirnos, para quitar certeza, y lo hace con maestría, entonces logra esa adolescencia consciente en la voz privada de Nefer, que busca escapar a un conflicto que no sabe definir. Y nos volvemos Nefer cuando piensa, recuerda, establece comparaciones y usa el paisaje como referente, ella es paisaje, ella también, como la naturaleza, esta desamparada.
“Las ricas son otra cosa. Piensa en Luisa que a esta hora se sentaría en el comedor de la estancia. Su madre había dicho: éstas son todas iguales, se revuelcan con cualquiera pero nadie se entera, se las saben arreglar”.
El Negro, de quien está enamorada sin decirlo, termina siendo en su fiebre joven el responsable de su desgracia. Sin él no habría deseado, sin el no se hubiera dejado, sin él…
Enero es una novela de registro y lectura obligada, la primera novela argentina de amor adolescente que da voz al aborto en primera persona femenina. Pero es más, es el amor hecho pedazos, la decencia y el miedo, la irremediable fuerza de la vida en un cuerpo casi niño que no puede más que rebalsar.
Va para Enero una fuerte recomendación.
Gran novela y espléndida reseña. Tengo pendiente Los galgos. Eisejuaz me fascinó.
Un saludo,
Francisco
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