Enrique Estrázulas, nacido Montevideo en 1942, publicó seis novelas, tres libros de relatos, dos ensayos, algunos libros de poesía y una obra de teatro. Fue traducido a varios idiomas. Periodista, cronista y diplomático, apreció el viajar y lo utilizó en su obra. Un autor que sostuvo la cultura, y que fue agregado cultural en Roma, París, Buenos Aires y embajador en Cuba.
Aunque me jacto de ser un lectora abnegada llegué a Estrázulas por un compañero de la Licenciatura en Gestión Cultural, Luis Nogueira a quien le agradezco su recomendación. Un escritor al que Cortázar, Rulfo y el mismo Juan Carlos Onetti, consideraron indispensable. Su obra teatral «Borges y Perón: entrevista secreta» se estrenó en Buenos Aires. Y varias ediciones se hicieron en Cuba. La antología de cuentos «La cerrazón humana» reúne algunos textos fundamentales y el libro que nos ocupa «Pepe Corvina», es uno de sus clásicos publicado por primera vez en 1973.
Se trata de una historia alucinada, escrita en dos meses, propia de la narrativa uruguaya, esas vidas mínimas y enloquecidas que Estrázulas volcó en el mundo de la escritura. Tal vez por sus ambiguas condiciones, esta novela que no podemos definir dentro de género alguno, tiene toda la magia y la potencia para ser estandarte de la obra del autor.
La historia, instalada en las costas uruguayas, nos muestra todos los matices propios de la literatura costumbrista, se nos viene el Macondo de Gabriel García Márquez, tal vez la verdadera esencia de un Rulfo. Es que el autor de una cuestión ínfima, local, despliega toda su narración con tal potencia, en esta novela desde varios protagonistas cuentan la misma historia desde sus diversas miradas, y lo hace de modo tal que nos envuelve, y nos sentimos responsables de esa narrativa naufragada, tan responsables como los personajes que la cuentan. Pepe Corvina, el caracter, es una excusa para secuenciar situaciones y desvíos. Este pescador, castigado por el hambre, la soledad, el clima de la costa y un desgarrador desamparo, se aferra a la búsqueda del paraíso encarnado en una fragata hundida en la que yace cierta extraña pieza de cobre olvidada que tiene ese secreto, el que nos vuelve seres dignos del paraíso perdido, donde la felicidad es una posibilidad; y él sabe que el mapa lleva al lugar exacto del naufragio.
La locura, el delirio, o tal vez la demente idea de ser felices contagia a otros habitantes tan desolados como Pepe, ensimismados en una vida opaca, miserable. Un psiquiatra, tal vez testigo y loco a la vez, sostiene la utópica visión. La historia del hallazgo y de la ubicación del paraíso, atrae aun grupo variopinto denominado «Sociedad de Amigos de la Arqueología». Son tres personajes, pseudo intelectuales, que deciden avalar la historia que Pepe Corvina no logró. Las metáforas son contundentes en su simpleza, la descripción avezada del autor lo acerca a los grandes, es despojado pero a la vez tiene lo inefable de Onetti.
Enrique Estrázulas retrata la realidad, una que subyace bajo la forma de un pueblo de pescadores, en el que se sumerge a reflexionar, y lo hace con ironía, fabulando con los propios, con los suyos, esos uruguayos que amo en lo personal y a los que es difícil considerar verosímiles, cuando relatan historias como éstas. Tal vez porque no nos atrevemos a los paralelos de la imaginación.
Sin dudas, la recomiendo.