Diario de Cuarentena: Un nuevo contrato social

La idea de naturaleza humana de Locke donde el hombre es una criatura de Dios, por lo que el hombre no puede destruir su vida ni la de los demás hombres pues no le pertenece, sino que le pertenece a Dios. El hombre tiene el derecho y el deber de conservar su vida. Así mismo, el hombre no es súbdito de ningún otro hombre, sino que es libre, parece haber perecido en los aguantaderos de la política. Pero, dado la tremenda crisis social que padecemos, es probable que hay llegado la hora de resignificar todo esto.

Si la naturaleza humana lleva inserta el derecho y el deber de preservar su vida, ¿para qué hace falta una comunidad?

Para Locke podía darse que nadie cumpliera ese derecho y ese deber, y en caso de conflicto en su cumplimiento la naturaleza humana no cuenta con la existencia de una autoridad que lo dirimiera, por lo que la comunidad trataría de suplir esas carencias del estado de naturaleza: la existencia de una autoridad que juzgue en caso de conflicto.

Se trataba entonces, de hacer un contrato que funde un orden social o civil que atienda exclusivamente a suplir esas carencias del estado de naturaleza, es decir, aplicar una justicia o una autoridad que diga, en caso de choque entre dos individuos, qué se debe hacer. Por consiguiente, siempre que cierta cantidad de hombres se unieran en una sociedad, renunciando cada uno de ellos al poder ejecutivo que les otorga la ley natural en favor de la comunidad, allí y sólo allí habrá una sociedad política o civil. Lo que nos ocurre hoy es que no creemos en la aplicación de justicia y que hemos roto nuestro orden social.

En el pacto social se dictan unas normas que sean la continuidad de las leyes naturales y que consistirán en el reconocimiento de los fines de la naturaleza de hombres libres e iguales, a asegurar los derechos de la libertad, la igualdad, la vida y la propiedad. Exactamente son todos los derechos que hoy ya no están sintiéndose inalienables sino cuestionados.

Sólo una sociedad será civil o política cuando cada uno de los individuos renuncia al poder de ejecutar la ley natural. Lo ejecutará la comunidad y los órganos de la comunidad. En el estado de naturaleza es cada individuo quien juzga las leyes de la naturaleza. En la sociedad civil, por el contrario, es una autoridad, un juez, quien las juzga y quien dictamina quién se ha saltado las leyes. Y esa autoridad ha de ser un parlamento  como un conjunto de representantes de la comunidad. Como crítica principal a Hobbes, si hubiera un poder absoluto por encima de la comunidad, para Locke, realmente no se habría salido del estado de naturaleza, pues en la monarquía absoluta, al confundirse los poderes, no hay imparcialidad por parte de éste y no hay manera de apelar o recurrir su sentencia, con lo que su existencia es incompatible con la existencia de una sociedad civil. Para que haya sociedad civil tiene que haber un juez separado del poder ejecutivo (al considerarse todos los hombres como iguales, se entiende como el poder de ejecutar de cada uno de los individuos, considerándose al monarca absoluto como otro ejecutor más de poder) que sea imparcial respecto a los mitigantes. Bueno, en nuestra vida actual, en la Argentina se quiere trasgredir esa autoridad, se la descalifica y hasta se la pretende dirigir desde el gobierno, desconociendo la independencia de poderes.

To lo que ocurre actualmente es  incompatible con la sociedad civil, y, por tanto, que no es una forma de gobierno civilizada. El fin de la sociedad civil es evitar y remediar los inconvenientes del estado de naturaleza que se siguen precisamente cuando cada hombre es juez y parte en sus propios asuntos, y ese remedio lo busca en la instauración de una autoridad reconocida, a la que cualquiera pueda recurrir cuando sufre una injuria, o se ve envuelto en una disputa, y a la que todos los miembros de la sociedad deben respetar. Cuando, como se pretende hoy día, no se respetan las decisiones de autoridad es que todavía estamos en el estado de naturaleza. Y eso es, precisamente, lo que ocurre con cualquier absolutismo.

Tenemos que reformular nuestro contrato social para tener un estado justo que no castigue al ciudadano. sería bueno recordar los dos procesos que Locke distingue en la formación del contrato social:

1º Contrato de la formación de la sociedad, donde se crea la comunidad que supera el estado de naturaleza;

2º Contrato de la formación del gobierno, donde se crea la relación entre gobernante y gobernado.

Ambos están fallando. El segundo en especial se quiebra día a día. La política debe dar respuesta. Los ciudadanos debemos exigirla.

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