Cuando Sasturain, Piglia, de Sanctis y otros plasmaban la historia argentina en historieta en la revista Fierro, buscaban comprender el imaginario social. ¿Cuál es el nuestro hoy?¿qué contradicciones nos atribulan?
La serie “La Argentina en pedazos” presentó una reelaboración visual de textos del canon literario nacional.
Analizaban las construcciones discursivas de identidad/alteridad en el contexto de retorno de la democracia y es posible dar cuenta cómo los episodios, se proponen narrar “Una historia de la violencia
argentina a través de la ficción», en palabras de los autores. Las transposiciones a la historieta resultaban una manera de narrar la nación, de releer el pasado y de juntar los fragmentos para que los sobrevivientes lectores pudieran darle un sentido al presente.
La Argentina en pedazos efectivamente intenta refundar un canon con algunas características: En primer lugar equipara discursos disímiles, algunos de autores fundacionales como Esteban Echeverría, otros consagrados como Borges, Bioy Casares o Cortázar, abarcados como cronistas malditos de una Buenos Aires cruzada de acentos texturados como los de Arlt y Armando Discépolo, comprometidos con su presente ideológicamente como David Viñas o Rodolfo Walsh. Pero construir un canon siempre deja afuera las voces de otros sujetos, no por ello menores. En este caso el relato sobre la identidad nacional no tiene en cuenta el relato de otros sujetos que conforman la nación aunque si los representa, en general, como metáfora de otra cosa. Creo que eso nos pasa hoy, actualmente, es como si la lectura de la realidad fuera sólo la del poder de turno, y la de los ciudadanos, más del 50 por ciento que no lo avalan, no existiera.
La construcción de un canon, a pesar que el propuesto por Fierro es integrador de diferencias prncipalmente de clase, etnia y status, siempre excluye a determinados sujetos. En Fierro hay un explícito interés en igualar expresiones populares como el tango con la alta cultura de cuentistas como Cortázar o Borges.
Siento que hoy sí podemos hablar de una Argentina en pedazos, pero no por recomponer en fragmentos su literatura de excelencia, aún con las críticas posibles a Fierro sobre excluir lo que quisieron en especial las autoras femeninas. Está en pedazos porque nos desconocen como sociedad, porque hay una necedad manifiesta en el poder y un alejamiento de la argentina real. El trabajo original pretendía indagar en el desplazamiento, ruptura o continuidades en las construcciones identitarias con respecto al género en el imaginario sociosexual entre dos épocas: posdictadura y posneoliberalismo. Esta segunda época no fue
abordada pero se puede decir que se percibe un retorno al significante “Patria”. Podemos decir con Raymond Williams que éste se mantuvo por décadas de forma residual en los discursos sobre la nación y las formas de “argentinidad” que se plasman y que se ha reactualizado en el actual momento político. La
opresión, la falta de verdad y de justicia se vive hoy como resultante del populismo a ultranza, modificando lo que Fierro suponía al analizar la posdictadura, no se fue el mal llamado neoliberalismo el que despedazó la argentina sino la inconsistencia pragmática de un modelo obsoleto mundialmente que insistimos en perseguir. Las representaciones socioculturales del populismo atrasan, empobrecen y nos dejan esta Argentina en pedazos que supimos conseguir.
Que la crisis actual, que abarca todos los ámbitos nos provea de sabiduría para la elección de nuevos líderes, el reconocimiento de nuestros potenciales agroexportadores, el renacimiento de una nueva cultura de verdad inclusiva sin clichés y sin privilegios en la que los argentinos todos podamos crecer.