Diario de Cuarentena: Oda

Oda a los mártires de un sol fundido,

a los inmóviles que soportan tanto dolor.

Al silencio posible, a la falta de sueños,

al proyecto prohibido de vivir sin permiso.

Oda al libre sentido y a la marcha continua,

de la gesta inconsciente.

Al ciclo fecundado, al simiente, la estrella

y a todos los que buscan más allá.

A los incomprendidos, los follantes, los guarros

y a los que se esconden para poder amar.

Oda a la libertad humeante

enfurecida de una primavera por descollar

a las manos entrelazadas en canciones

y al recóndito pensamiento lateral.

A los mejores porque desearon, a los idiotas,

oda a la madre tierra cuando mancha

al revuelco posible y a las malezas, que me obligan a superar.

A la patria, y a otras patrias, oda a mi madre muerta.

A Bolaño y a Simone de Beauvoir,

oda a los pensamientos que no mostramos

a los inicios todos, a las tintas chinas, una oda al mar.

A cada muerte, a cada estela, cada noche de cuentos y de verdad,

Oda sangrante, que extraña al mundo, a la inocencia y a la igualdad.

Oda abstenida, mediocre, odiada. Oda aromada con un día más.

En este día de la primavera, la poesía me invadió y ante la imposibilidad material de cantar, me atreví a escribir una oda que imagino sinfónica y espectacular. Festejá como puedas, solo tenemos el presente. Y el sol.

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