Diario de Cuarentena: Nadie sabe que estoy aquí

«Muchos aspectos de la vida moderna están diseñados para tratar de convencernos de que estamos completamente seguros, protegidos y en control de todo lo que nos rodea. Y eso simplemente no es cierto. evidentemente el mundo atraviesa por una situación que está impulsando ese mensaje»

Katie Mack

Un día más. Pero cada vez son menos vanos. Cuando la comprensión de que no hay control posible sobre la mayoría de las cuestiones de nuestro universo, el personal, el social comunitario, el mundial, y el cósmico, los días se vuelven interesantes. Por eso siento que es un tema necesario para compartir hoy.

Nos cuentan en los medios, en especial durante la pandemia mundial y particularmente en la espantosa cuarentena nacional que estamos seguros, que nos cuidan, que tienen todo bajo control. No es cierto. Pero además de la mentira es científicamente imposible. Tanto la cosmóloga que cito en el acápite, como la mayoría de los estudiosos de la ciencia que merecen el nombre de científicos reconocen sus límites de comprensión y lo que sí saben es que todo en el universo es impredecible. No hay posibilidad de saber cómo terminará la existencia universal, mucho menos la terrestre, y muchísimo menos la pequeña existencia humana dentro de los reinos animales. No somos los más resistentes y si juzgamos muchas de nuestras acciones, que tienden al exceso, somos los más destructivos.

Entonces un día cualquiera, se transforma en un día importante. La mirada de mi hijo, es la mirada divina. La mano cálida de mi amor, una bienvenida y acariciar la cabellera blanca de papá una fortuna. Claro que tanta dulzura se me corta al leer los diarios, ver el dolar, escuchar que llevamos más de 4000 muertos y que no tenemos plan sanitario ni económico, que un virus ínfimo nos amenaza desde hace tiempo y que viviendo en un país lleno de posibilidades, los gobiernos lo empobrecen. No soy inmune a la insoportable levedad moral de la realidad cotidiana argentina. Pero puedo elegir ser permeable al hoy, a la vivencia única de mi paisaje emocional, que me puebla en el afecto, en las caminatas bajos mis álamos plateados, acariciando mis dos perros y mis dos gatos, jugando con una rama seca, abrazando amigos con palabras, y buscando un sentido mucho más exponencial a los valores, que son, en última instancia, los únicos bienes con los que poblamos el mundo. Al fin de cuentas, nuestras vidas son tan mínimas, la mía es tán insignificante que nadie sabe que estoy aquí.

Aquí vengo, no tardaré
Sólo para preguntar
Lo que deberías saber
Hay una tierra en lo profundo

No hay esperanza en mi corazón
No hay sentimientos
Este mundo es muy frío
Aquí me acuesto y miro las estrellas

Siento que estoy soñando toda mi vida
Acá está el amor que olvidé
El brillo danzante de mi corazón
Algo anda mal
No pertenezco, oh no

Nadie sabe que estoy aquí
Yeah, yeah, yeah
Nadie me está hablando
Nadie puede liberarme

Nadie sabe que estoy aquí
Yeah, yeah, yeah
Algún día las estrellas sobre mí
Sentirán lo que necesito sentir

Escucha mi voz más allá de mis ojos
Siente el amor, siente el viaje
No hay nubes en el cielo
No hay razón para llorar

Sólo las estrellas que brillan adentro
No volveré, estoy afuera de vista
Polvo cósmico inunda la noche
No escucho sonidos, no veo la luz

Olvidé quién soy
No puedo encontrar mi hogar
No pertenezco, oh no

Nadie sabe que estoy aquí
Yeah, yeah, yeah
Nadie me está hablando
Nadie puede liberarme

Nadie sabe que estoy aquí
Yeah, yeah, yeah
Algún día las estrellas sobre mí
Sentirán lo que necesito sentir

Autor:Carlos Cabezas

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