Me teñí. No soy mujer de peluquería así que no es un gran cambio en mi vida. Siempre lo hago sola. Mientras cubría algunas canas en las raíces, pensaba en las nuestras. En las de nuestra patria. Una patria que desde sus inicios temió la grandeza, la prosperidad, la riqueza. Nunca comprendí porqué dividimos en vez de multiplicar. Éramos un todo que nacía en el Alto Perú, con salida bioceánica, ¿se imaginan que potencia? Pero ya ahí se pensó con divisionismo. Luego vendría la época de Unitarios y Federales que sigue hasta hoy disfrazada de otros colores. ¿Por qué tenemos que pensar todos iguales? ¿Por qué deberíamos resignarnos a la pobreza? ¿Por qué tenemos que aguantar atropellos de gobiernos que mienten? Una y otra vez.
Me pregunto si vos que estás leyendo, tenés tan claro lo que pasa hoy, si yo lo tengo. Hay una posmetafísica continua que nos envuelve. Y no avanzamos si no resignificamos. Si no releemos el pasado, si no somos capaces de madurar. Siento que el miedo, que siempre paraliza, en este caso debería ser impulsor. ¿Porqué insistimos en creer que alguien va a venir a salvarnos? Para los amantes de cada gobierno de turno les preguntaría qué los vuelve indiscutibles.
Creo, porque no hay verdad en lo mío sino pensamiento crítico, que es hora de sincerarnos. De dejarnos de joder con los discursos cool y la linda idea de una revolución progresista hipócrita. Las villas no nacieron con la pandemia. La falta de trabajo tampoco. La ignorancia del pueblo menos. Y a esos gobiernos de las provincias que expulsan a los ciudadanos hacia las áreas metropolitanas porque no tienen oportunidades, ni siquiera agua, y que están con el culo en el poder hace décadas, hay que enjuiciarlos. No sólo desde el criterio personal, sino desde la justicia, que hoy no existe. Y a la capital, que reúne todos los privilegios, como pagar menos luz, menos gas menos todo, y retiene cánones unitarios, hay que equilibrarla al resto. Pero para eso, hay que poder mirar sin partidismos. Pensando en grande, en un país pujante. Con una historia que demuestra la receta a la que los actuales intentan destruir.
No puedo hablar de tintura y de recetas cuando nos estamos muriendo de hambre, cuando los medios nos muestran camas de pino berreta para meternos miedo, cuando los líderes callan, es nuestra hora, la hora del pueblo. El pueblo debe hablar.