Vino el frío, como siempre. Pero éste año tiene aditivos, estamos confinados. Porque hay un virus que circula en el mundo. Y porque en nuestro país parece que nos quieren confinar para siempre. De paso la clase política se apropia de todo, se clava en el poder como si fueran cristo pero sin salvarnos.
Frases como «no existe más la normalidad» «el que sale es un asesino» salen de la boca de gobernantes y científicos con una liviandad que asombra, por ejemplo un ministro de salud aseguró que una ciudad capital «irradia» virus. Circula una pos verdad como mínimo dudosa, mientras la humanidad sigue con sus vidas y sus muertes, como siempre, porque no dejaron de existir otras enfermedades a pesar del coronavirus.
Eso no importa, lo único relevante es quedarte en casa. No jodas, digamos, que tenemos que salvar a procesados, estimular la ignorancia y volvernos todopoderosos. A mi, no me preocupa que estos políticos se enamoren de la autocracia que el miedo del otorga. Me asusta nuestro silencio.
¿Vos vas a ser cómplice por miedo? ¿O te vas a animar a resignificar los logros democráticos del 83? Nos dicen que estamos en peligro como especie, pero no tienen idea de como salvarnos. Nos dicen que nos van a cuidar, pero solo entienden el encierro y el silencio como cuidado. Es hora de ser ciudadanos de pie. Y eso no significa arriesgar la salud. Pero sin libertad ni república, ¿de que salud hablamos?
Me resisto a contar muertos y mirar para otro lado. Cuando otros países tenían 600 contagios estaban colapsando, parece que el nuestro no. Los medios pautan la información con el bolsillo y los oyentes quedamos expuestos a falsas premisas. Los que nos gobiernan se cuidan para seguir viviendo de la política mientras los trabajadores que pueden se arriesgan y los que no mueren de hambre. La igualdad no es lo que nos quieren hacer creer. Igualdad es educación y cultura, es libertad de expresión y oportunidad abiertas para todos, pero no quiere decir que a vos te vaya igual que a mi. Podemos tener deseos y capacidades diferentes, podemos esforzarnos más o menos, y no tenemos porqué tener los mismos resultados. Como sociedad nos aferramos a mentiras dichas por personas que hablan de patria enfundadas en trajes importados, pusilánimes.
Es hora de alzar la voz y no bajar los brazos. La comunidad científica no nos da respuestas. La política menos. La economía se destroza. No perdamos los valores, por favor.