Un nueva normalidad dicen algunos, aunque lo más novedoso son las reuniones de Zoom, claro que el zoom existe casi desde los Lumiére, y mi fotógrado infantil me explicaba que el zoom de una cámara de fotos permite tomar imágenes a diferentes distancias sin desplazarse. Me parece que eso estamos haciendo, vivimos de fotos que tomamos a distancia sin desplazarnos.
Y entonces me pregunto, ojalá coincidas, si estas fotos son confiables, zoom con amigos y con grupos de gestión, de ayuda, de posgrado, de estudio, les vemos lo que nos muestran. A veces que imagino que tienen abajo. Y así en mi mente aparecen pijamas floreados, calzoncillos con corazones y algún desnudo también.
Me asombra también esto de maquillarse y plancharse el pelo para los zoom, tal vez la nueva normalidad podría ser, tras algo tan serio como una pandemia, la grata experiencia de lo verdadero. Y entonces salir como vivimos la cuarentena, con raíces crecidas, y cabello al viento, un poco demacrados por la falta de aire y sol y sin labial.
Pero es un zoom, entonces igual, en ese acercamiento atrevido y a pesar de posar para la foto, las miradas aparecen y nos develan lo verdadero. El hastío y la preocupación, el brillo perdido, la sonrisa impuesta, la arruga atrevida y vos, él, ellos, yo, nos convertimos en seres estaqueados que no podemos más con la sensación de que la vida se quedó sin hoja de ruta.
Te invito a realizar un zoom directo al corazón para que cuando la normalidad, que no va a ser nueva, vuelva, algo de basura y de ruido hayamos quitado a los sentimientos, y así tal vez, construyamos paradigmas que mejoren nuestra sociedad.