La verdad que me define, sin pruritos, es la maternidad. Y en una época donde todo lo tradicional está revuelto en medio de una transición de paradigmas, quiero contar con claridad mi posición frente a la maravillosa oportunidad que la maternidad nos da. La maternidad elegida con más razón. Ser madre es comprender la idea de sinergia, de continuidad, de movimiento, de luz, de amor en su esplendor perfecto.
Ser madre es superar el miedo y el orgullo, el asco y la desidia, es postergar el dolor, atravesar mil mares por una sonrisa y reconocerse en otro. Es poblar, es dar tu sangre, tu alimento, tus sustancias vitales, Montar carpa en tu panza sin prejuicios. Es elevar tu nivel a lo divino.
También es resignación y tolerancia, alumbramiento y abandono, es dejar ir, soltando a quien creaste, cuidaste, alimentaste y protegiste para que se aleje. Es aceptar que es diferente y ser empático y comprender que amar no es poseer.
Ser madre es ser feliz con la sonrisa ajena, estar orgulloso del logro de otro y entender que es mucho más importante que vos. Es que cuando naciste, hijo mío, hace 21 años hoy, me diste otra dimensión. Sin vos, no soy. Gracias por el camino y el aprendizaje. Te amo.