Una casa llena de gente es una historia en coro, que narra la historia de una relación madre hija Charo-Leila en la vida cotidiana que se desarrolla entre citas muy atractivas, muchos libros, un ambiente intelectual que choca con vecinos opulentos o perdidos, y entrelaza a Musil con Sting, a Vila-Matas con Perec y a una Granny intolerante que pretende de su hija lo que no es ni desea ser.
Charo, que es dramaturga en su adultez, recibe de su padre el legado de Leila, escritora frustrada, que usa su pasión literaria para escribir su voz en esta historia, una voz que acabó en el sótano hasta su muerte, empaquetada en cartón. Los diarios, cartas, fotografías y películas que deja su madre le abren la puerta al alma de esa mujer que la marcó pero que recién ahora podrá conocer.
Es interesante como Sández utiliza los testimonios alternado los personajes de la historia, como si nuestras vidas y las de los Almeida y su familia y vecinos fuese una crónica. Termina siendo una sutil metáfora de la casa, la vida, la muerte, el amor, la familia, las infidelidades, pero por sobre todo la novela honra a esa madre, y con ella a la literatura.
“Una casa llena de gente «crece y avanza, a veces silenciosamente en las voces de los personajes, en las cartas de Leila a Charo, que nos devuelve el pasado rompiendo el orden temporal; y cierto grado de tensión que trae a la novela algo más que cuestiones afectivas, para volverse, sobre el final, una historia que nos atrapa, con suspenso incluido en lo que de verdad pasa entre las paredes mal construidas de un edificio que por momentos se vuelve de papel.
La relación madre y su hija, primero con Leila y Charo, y luego con Leila y su propia madre “la Granny” se lleva la parte más interesante de la novela, pero también es clara la tensión entre las familias del llamado “sandcastle”, muy particularmente entre y los Vilendi, destaco la voz de Gloria, bien lograda y construida como personaje en todos los aspectos.
Mariana Sández (Buenos Aires, 1973) es también autora de Algunas familias normales, pero hoy recomiendo “Una casa llena de gente” (Impedimenta), que nos va a hacer presenciar cómo una hija adulta, pone a prueba su memoria perceptiva infantil para pararse sobre la herencia de una mujer, su madre, que fue más importante de lo que ella y su hija misma pensaban. De a poco, la novela, sin estridencia, nos va tomando como lectores para resolvernos las dudas en las treinta páginas finales, que hacen las veces de justificación y sostén de tantas voces, tantos recuerdos y de una historia mínima, que al fin de cuentas, es universal.