Diario de Cuarentena: Patria

La patria (del latín patrĭafamilia o clan) suele designar la tierra natal o adoptiva a la que un individuo se siente ligado por vínculos de diversa índole, como afectivosculturaleshistóricos o lugar donde se nace. Hoy es el Día de la Patria en nuestra Argentina. Un día de Revolución, controvertida, cuestionada, como todas las revoluciones fueron. Las lecturas históricas varían de acuerdo a las significaciones que deseamos dar los historiadores, los gestores culturales o los ciudadanos.

Yo siento mi patria por casi todos los motivos. Es el lugar donde nací, me ligan a ella su cultura, su historia que como muchos en la juventud primero, y en la vida adulta después, he ayudado a construir, con la fortuna de haber sido un componente social activo en la facultad, y en la vida social de mi país. Y afectivo porque es la patria que adoptaron mis abuelos, en la que nacieron mis padres, la que elegí para mis hijos. Y espero sea la patria donde viva para siempre. Por eso la cuido y cuido sus libertades y sus valores.

¿Cómo te sentís vos hoy? Me importa el otro, porque la patria, como la familia, no la forman las personas con las que acordamos en las cuestiones principales de la vida, la patria la hacemos todos. Los que piensan como yo y los que no, los que me quieren y los que me detestan, los que ven la vida desde un ángulo similar y los que odian mi mirada. La familia es igual, no somos afines a todos los que la componen, somos familia. Me gustaría que un 25 de Mayo de 2020 nos demos cuenta de una vez y para siempre, que estamos juntos en esto de la Patria. Y que, aunque nos separen matices, en este momento delicado hay que ser amplios, y comprender que la lucha excede colores, que quede el celeste y blanco en nuestros pensamientos, para seguir siendo libres, soberanos y republicanos. Por nuestra familia, por nuestra patria.

Diario de cuarentena

Domingo de Pascua, comemos con nuestros hijos. La vida parece normal, y todo está bien hasta que la perra se lleva el vacío de la parrilla y toda armonía se desarma como si estuviera quebrada de antemano. M. decide comer la carne mordida por el perro igual, la limpia un poco y la vuelve al asador. Yo lo odio, aparte de morir de asco. Pero¿quién tiene la razón?, ¿acaso no es carísima la pieza salvada de las garras caninas?

¿Mi actitud de repudio y cara de odio durante el almuerzo que preparé con tanto amor hubiera sido la misma si en lugar de un amor de 30 años comiendo carne sucia, lo hiciera el actor de Vikings, al que le celebré hacer cosas mucho más asquerosas?

Por supuesto que me llovieron críticas, M. se fue enojado porque es hombre, y como tal, tiene la misma auto-crítica que un microbio. Pero yo estoy acá, tras angustia, de la real y la oral, un par de decisiones y de vueltas atrás, varias masitas dulces y un ataque furioso al animal que siguió su instinto, buscando respuestas.

Pascuas, un vacío asado, vaya ironía, y una lucha de poder sexista en plena cuarentena. Mejor paso de largo la noche y me pongo a ver una serie boba para no pensar. En una de esas, si pienso, descubro que tengo razón y tenga que actuar. La ceguera, always, te hace más feliz. Dios me perdone.