Dominó

“Así es la vejez, pensé con los ojos cerrados. Un tiempo en que las horas se suceden como si tuvieran cuerpo porque les vemos la forma y sentimos el peso, su densidad y autoridad”

Tomás Ruiz es un jubilado municipal de La Paternal, un tipo común, de costumbres concretas, algunas manías y varios amigos con los que vivió la vida y juega al dominó. Es viudo, de clase media tradicional, de barrio. Como casi todos los de esa época tiene valores que sostiene y alguna que otra picardía. Una tarde, así comienza la historia, uno de los amigos no viene a jugar, y es el más puntual. El mejor de todos, el tipo honesto, cabal que sostiene la vara para el resto. Lo van a buscar y está muerto. Asesinado. Ruiz encuentra un sobre que esconde en su bolsillo y a partir de allí, toda la trama se dispara enhebrando suspenso con costumbrismo por igual. Buenos Aires es el escenario propicio para mostrar la corrupción, la ineficiencia policial y judicial, la ineptitud y por qué no la frecuente doble moral argentina.

Ante la situación vivida y el apriete del hijo del muerto, Ruiz se escapa a uruguay, tenía dólares, y se los lleva. Allí visita a un compañero municipal oriundo de la otra orilla y le expone lo que sucedió. Decide, por consejo de su amigo, volver para no despertar sospechas, porque en su casa, encuentran una mujer asesinada. La empleada de Ruiz, supuestamente en ocasión de robo.

Salem va y viene orondo por los dos géneros, como si le resultaran propios, La novela es de una cuidada construcción en tres etapas, siendo la última la que devela un final inesperada, que se sostiene con pequeñas pistas que aparecen a lo largo de la trama. La vejez, que aparece en estos amigos mostrando los diferentes matices que puede tener, también es la que provee experiencia para que los personajes actúen. Es interesante cómo el autor crea tensiones entre el lector y la obra, lo incomoda y hasta lo enoja.

Una novela ágil, con recursos ingleses y con buena elaboración. Para leerla y releerla.