Delfines en Venecia

Leer a Moulia es como meterse en un volcán, las emociones no necesitan eclosión, la realidad que cuenta las hace nacer en el lector, y más aún en este diario donde un escritor argentino viaja a Italia a buscar a su novia para separarse (las paradojas maravillosas que crea), a Colellongo, un pueblo de montaña cercano a Roma. El hombre pretende ser frontal, pero también lo es el destino, la primera ola de Covid llega a Italia y todo se vuelve entre satírico y dramático.

Así la separación se ve postergada y tomada por conspiraciones, miedos, delirios, noticias, alarmas, desasosiego y en medio de eso, la deliciosa vida familiar de la novia del escritor en la casa de su nona y los increíbles personajes del pueblo, nos atrapan en historias entrañables.

El escritor termina confinado con la chica que quiere abandonar, y su familia en una casa pequeña que habla dialectos frente a su nariz. Ajeno y encariñado, por momentos odiado, humano hasta lo innombrable, el protagonista padece el desarraigo pandémico en el que lo verdadero, la vereda, la calle, el tránsito quedan prohibidos. No puede volver a su país, vive con extraños y con alguien que dejó de amar. Solo le restaba como opción escribir un diario donde narrar sus peripecias. Delfines en Venecia es el resultado. Y la novela trascienda la pandemia, la encasilla en lo vulgar, ¿o acaso es la primera que padece la humanidad? Al final de cuentas siempre nos llevamos, somos esa extraña ficción que desplegamos al mundo y el gesto íntimo que nos delata. En un pueblo tan paralítico que la pandemia no lo modifica, este escritor transita sus propios afanes y lo hace con la riqueza narrativa del autor.

Ver delfines nadando en Venecia, cuestión que sostiene Pietro, el astrónomo o afirmar que es una Fake News, como lo hace Luigi, el carnicero, es la excusa para un apocalipsis campesino. Animales muertos, un oso que pulula y una nona de 90 años que cuenta cada noche su amor por un espía inglés, su relación con soldados nazis que le revelaron un tesoro que eligió desestimar. Tal vez en un único cuento moral que se narra ante el fin de su vida. Una noche de alcohol, le dice al argentino, pareja de su nieta ypobre como son los escritores: al tesoro lo rodea de cerca el oso asesino.

Francisco Moulia afila sus garras y vuelve feroz a su novela, que por supuesto no develaré. Hay un tesoro, hay un virus, el invierno blanco es relieve y tiempo, todos son peligrosos, todos pueden ser más de lo que parecen en Delfines en Venecia, un diario de escritor que no pretende contar la realidad, sino la manera en que la literatura salva del olvido.

Muy buena, para leer en un fin de semana.  

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.