«Iba a hacer calor otra vez; el sol empezaba a quemarle los ojos y, aunque Narval odiaba eso, nunca podía conservar un par de anteojos negros, siempre los perdía. Dio vuelta los bolsillos para buscar algo de plata. Encontró unas monedas y una papela. La idea era iniciar el día con un vino y un pico. Empezó a caminar y, aunque a la cuadra se dio cuenta de que le dolía demasiado todo el cuerpo, decidió seguir. En un kiosco abierto las veinticuatro horas compró un vino y con el vuelto se preparó para esperar el colectivo, odiando el amanecer casi tanto como la resaca que tenía encima. Un viaje interminable y el pánico de haber perdido las llaves que, después de cuadras y cuadras de revolver los bolsillos, aparecieron en el de atrás. El olor de su departamento se estaba volviendo insoportable y, además, tenía que cambiarse los pantalones de una buena vez. Siempre es tan complicado picarse sólo, pensó Narval, frunciendo la nariz ante el intenso olor a fritura que llegaba desde la calle y le daba arcadas. Sintió un sabor amargo en el fondo de la boca y aguantó las ganas de vomitar; siempre es tan complicado picarse borracho, pensó. La cucharita le temblaba en la mano, la impaciencia no le dejaba cargar la jeringa. Rió satisfecho cuando lo logró”
La primera Novela de Mariana Enríquez ya la muestra en su oscuridad, claro que es una de jóvenes obsesionados, delirados, drogados por su propia existencia además de sustancias. La categorización de Facundo como un dios moderno, que es deseado y no desea es muy interesante, pero Narval es quien muestra apenas de lo que la autora sería capaz en el futuro. A pesar de que remite a otras obras continuamente y de que tiene momentos que queremos tirarla, es valioso pensar que tras esas voces había una escritora adolescente, que intentaba exorcizarse.
Mariana Enríquez (Buenos Aires, 1973) es una escritora, periodista y docente argentina, parte del grupo de escritores conocidos como «nueva narrativa argentina». Sus cuentos se enmarcan dentro del género del terror, y se han publicado en revistas internacionales como Granta, Electric Literature, Asymptote, McSweeney’s, Virginia Quarterly Review y The New Yorker. Entre sus obras más reconocidas destacan el libro de cuentos Las cosas que perdimos en el fuego (2016), que la consolidó como la escritora argentina de terror más relevante de la actualidad, y la novela Nuestra parte de noche (2019), por la que ganó el Premio Herralde de Novela
Bajar es lo peor nos trae la noche, los excesos y una especie de amor o pasión necesario para ellos, en este mundo esotérico, emo, gótico diría, que crea la autora con sus descripciones, a veces inmaduras, de lo dark, el intento de terror en Narval, las fobias de Mauri o las inseguridades y la autoflagelación de única mujer que personifica. Hay visiones que pueden ser realidades, sueños que nunca van a cumplirse, abusos y maltrato, mucho desamor, y una cuota mínima de fantasía para que no duela tanto.