Diario de Cuarentena: Lo que es no es.

Ante la irrupción en escena de nuestro nuevo paradigma de lo no real, creado por el presidente y sus dos adláteres, al decir que prolongan por quince días lo que no existe, según ellos, la neológica palabra posverdad, que no figura en el Diccionario de la Real Academia Española de Letras, adquiere una nueva significación, o más de una y también nuevas relaciones con las ciencias y con lo comunicacional.
Este término “irrumpió”, porque fue de esa manera feroz que el mote posverdad comenzó a utilizarse por comunicadores y políticos de todo el mundo.Claramente hablamos de posverdad cuando se trata del rol de las emociones o las creencias al momento de moldear la opinión pública en detrimento de los hechos objetivos. Por ejemplo, la cuarentena no existe, pero la extiendo.
Es aquí que puntualizo, la necesidad de repensar el valor de la objetividad en el hecho comunicacional y no“comunicativo”, porque no deseo tener una mirada unidimensional de la comunicación, que sólo se base en lo referente a la información. Por otra parte, es desde la percepción que la modernidad le otorga al sujeto, como protagonista escindido del mundo y capaz de observarlo objetivamente, que se vuelve posible propender a que los medios se alejen de una estética representacionalista.
Parecemos envueltos en una especie de metamorfosis de nuestro concepto y de nuestra vivencia de sujeto, nos cuestionamos sobre otras formas de vivir los mismos paradigmas y otras maneras de cognición y producción. Ningún hecho o un objeto es independiente de nosotros si queremos que lo que afirmemos sea válido. Toda afirmación es una petición de obediencia, en cambio, cuando la mirada nos incluye, las afirmaciones son invitaciones a experiencias participativas.

Nuestro gobierno viene pidiendo obediencia, nos deja afuera, Nos destrata. Y los medios de comunicación y la sociedad se interpelan para determinarse y, los conocimientos que construyen no deberían ser el resultado de un reflejo del mundo sino el de la creación surgida por la interacción y, de hecho, una nueva invitación a la participación.
Si indagamos el origen de la posverdad encontraremos una vasta cantidad de respuestas, ¿pero cuáles de estas nos interesan desde la realidad que acontece?
La zona gris de indefinición entre lo que es verdad y lo que no, entre lo engañoso y lo sincero, es uno de los gérmenes de la manipulación estratégica a la que estamos sometidos, la base sobre la que está montada la legitimidad del gobierno está llena de posverdades. Aristóteles describe a la mentira como la correspondencia de la proposición sobre aquello a lo que se refiere, cuando ésta no se da, la proposición es falsa, o sea es una mentira. Pero el planteo es : ¿cuál es la verdad?Hay quienes sostienen que la verdad es una sola y precisamente coincide con la propia, entonces, lo que consideran certeza, se vuelve frontera infranqueable para la disidencia o la existencia de otras verdades, otras miradas del mundo.

Nos han propuesto mucho, y se ha hecho muy poco. ¿Quién puede medir la relación entre lo propuesto y el hecho?, ¿quién puede dar fin a algunas certezas y comienzo a otras. Le podemos dar estas atribuciones tan relevantes para la sociedad a políticos que ya mostraron sus flaquezas o medios de comunicación parciales?
Se dice que la posverdad es la nueva ecología mediática que propone a las redes sociales como los nuevos y súper- poderosos medios de este siglo, como la existencia palpable del universo personal y social transformado en una red fluyente. ¨Para muchos, las redes “detentan” el poder para construir agenda, por ciertos motivos: la facilidad para la publicación de noticias falsas, la debilidad de las barreras de acceso para publicar; la complicación para detectar falsas noticias por el público y las consecuencias de una tremenda crisis cultural de conocimiento que padecen las instituciones y la comunicación.
Slavoj Zizek sostiene que la gente ya sabe todo y aún así cínicamente, actúa como si las mentiras fuesen verdades ¿Será la posverdad una metáfora que eluda la eternización del status quo?

En nuestro presente, parece que lo que es, no es, y ese discurso lo sostienen los medios de comunicación y los estratos de poder. El propio presidente se ahoga en su mar contradictorio y falaz, el gobernador se calienta con la indolencia de los débiles ante un fracaso evidente y el supuesto líder de la oposición coquetea con su propio poder hasta quedar al desnudo. Tanta posverdad me lleva a creer que estamos viviendo en una paradoja, similar a la de Epiménides, con líderes que aparentan auto contradecirse si se siguen un razonamiento, pero podemos fácilmente mostrar que dicho razonamiento no es correcto.
En este devaneo entre lo falso y de lo verdadero, queda la realidad pandémica de un pueblo hastiado de contradicciones, de promesas incumplidas, de comparaciones tan dramáticas como falsas y sin respuestas para lo que acontece hoy, de verdad, con la palpabilidad de lo cierto, que ya no admite más la flojera de adalides que viven de relatos.

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