Extraño a mis amigas, si amigas, no me equivoqué, no son amigu@s , ni amigues, o amigos. Son amigas. Mis amigas, las de siempre, esas que conocen mis fibras íntimas. Las que me quieren así, imperfecta, medio ilusa, capaz de luchar contra molinos de vientos. Las que fueron testigos de mis momentos miserables y las que me abrazaron en la dicha.
Puedo contarte que no se parecen, mis amigas son esbeltas, redondas, amables y cabronas, son de izquierda, son centradas, liberales y revolucionarias. Pero todas, con sus matices, fueron parte de mi crecimiento y mi verdad.
Tengo amigas psicólogas, economistas, abogadas, traductoras, empresarias, empleadas públicas, juezas, conferencistas, científicas, políticas, decoradoras, literatas, profesoras, jugadoras de paddle, amas de casa, poetas, religiosas, gestoras de cultura, actrices, fotógrafas y otras muy poco encasillables.
De todas extraño el abrazo, el contacto real, esa cuestión química entre pieles, de algunas las carcajadas compartidas, oyendo el ruido en el mismo eco, con dos o tres extraños charlas profundas, esas que te hacen cuestionar pre conceptos, que te convencen que el ego es una traba en la vida. Con una en especial extraño la niñez y adolescencia compartida. De ella extraño los findes en su chacra continuando el comienzo del afecto hace más de cuarenta años. De la flaca hermosa extraño sus mates, y el ruido de sus hijos amados en deredor.
Y sabés que me gusta saber que las extraño, porque implica tenerlas, haber conseguido la amistad en mi vida no ha sido fácil, hay que renunciar a luchas, dejar de lado deseos, entender que tu verdad no es válida si lastima a otro, correrte del centro, poder compartir. Este diario es para ustedes amigas queridas, las de antes, las de ahora, las que veo, las que hace mucho que no saben de mí, las del jardín, la escuela, la facu, la política, la literatura, la gestión, la gráfica, la radio, la vida.
Ya volveremos a la presencia física, si la ciencia y el estado onmipresente nos dejan, pero sepan que mi vida son relevantes y que no es cualquier palabra, al fin de cuentas, como dice la gran Pizarnik, es hija del viento::
Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencia,
a llanto.
Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.
Han venido
a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.
Tú lloras debajo de tu llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.
Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan.